Epílogo

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Una manta, su lista de reproducción favorita y el libro que le había regalado una compañera para el amigo invisible que habían hecho en la escuela. Esa era la definición de tranquilidad para Hyukjae.

Le habría gustado que su novio estuviera allí también, acurrucado entre sus piernas, con la cabeza en su pecho y los auriculares puestos, viendo alguna serie en su teléfono mientras él pasaba hojas con una mano y le acariciaba el pelo con la otra. Pero su querido detective no tenía vacaciones hasta el día veinticuatro de diciembre, así que debía aguantarse y soportar el frío invierno en soledad.

Totalmente solo, a decir verdad. Sus amigos estaban de viaje, con la familia o con la pareja. Desde Jungsoo con su perrita hasta Ilwoo con Jonghae. Sus padres se habían ido a la otra punta del país con la madre de Donghae. Sora y Hans se habían llevado a Hyunwoo a ver la nieve, ahora que el pequeño ya podía correr sobre ella. ¡Hasta Haneul iba a pasar la semana en casa de Sena!

Y él... bueno, últimamente se había aficionado a los podcast.

Incluso había encontrado encontrado el regalo perfecto para su segundo aniversario  gracias a unas chicas que hablaban sobre sexualidad. Un juego de mesa. Incluía un tablero, dados, cartas, un antifaz, un par de esposas, un pañuelo de seda y un pequeño látigo. Tenía entendido que cada carta describía una acción sexual y ellos tenían que representarla.

Seguro que Donghae no se lo esperaba.

Para su primer aniversario lo había llevado a cenar, a escalar el rocódromo y a pasear bajo las luces navideñas. Se lo habían pasado muy bien. Habían sido cursis, empalagosos y tontos como unos adolescentes enamorados. Habían hecho el amor nada más llegar a casa. Y una vez en la cama, Donghae le había regalado un libro de poesía coreana. Se había dormido leyéndolo en voz alta con la cabeza de pelo oscuro apoyada en su pecho.

Había sido maravilloso, por supuesto. Pero no podía repetirlo. Por una parte porque no creía que fuera especial hacerlo otra vez y, por otra, porque tenía la sensación de que ese año era Donghae el que quería invitarlo a cenar. Lo había pillado haciendo llamadas en secreto para confirmar hora y fecha. Lo único que se le ocurría era que quisiera llevarlo al restaurante de su primera cita.

Fuera lo que fuera, a él le iba a encantar. El simple hecho de llevar dos años con el amor de su vida era suficiente regalo.

Avanzó desde que los protagonistas se conocían hasta su primer beso antes de notar una caricia en el pelo. Echó la cabeza hacia atrás. Sam Smith cantaba en sus auriculares cuando lo vio, trajeado y sonriente. Tenía los ojos cansados, pero la cara le brillaba de felicidad. Abrió la boca para preguntarle si había detenido al asesino que estaba buscando.

Un par de labios cubrió su boca, impidiéndole soltar algo más que un "uhm". Levantó el brazo, posó la mano en su mejilla y respondió con las mismas ganas con las que el menor lo besaba.

—Bienvenido —susurró.

Donghae lo besó como respuesta. Después, sin decir nada, se quitó la chaqueta, la americana y los pantalones, levantó la manta que lo cubría y le hizo un gesto para que levantara los brazos. En cuanto Hyukjae obedeció, se coló entre sus piernas para tumbarse en su pecho. La manta cayó sobre ellos de nuevo cuando la soltó.

—¿Has cenado? —preguntó en el tono perfecto para que solo su bebé pudiera escucharlo.

—Kyu me ha comprado un sándwich —murmuró éste como respuesta mientras se  acurrucaba más encima de él.

—Pensaba que Kyu se había ido de viaje con su "amigo".

—Sí... El comisario no les ha dejado.

Stirring Up [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora