No podía oír cómo las balas atravesaban las siluetas, pero sentía el retroceso de la pistola contra las manos, haciéndolas vibrar hasta llevarse consigo una milésima parte del estrés que se le acumulaba en cada parte del cuerpo.
Donghae había probado cientos de maneras para deshacerse de él, pero solo encerrarse en la galería de tiro había sido lo suficientemente efectivo. Las prácticas de lucha cuerpo a cuerpo también le gustaban, pero no más que agarrar el mango del arma, fijar un objetivo y apretar el gatillo. ¡Bang!
Se pasó la lengua por los labios resecos con sabor a cacao. Entornó los ojos, clavados en el centro de la diana blanca dibujada en la zona de la cabeza, y levantó ligeramente los brazos, ajustando su puntería al máximo. Movió el seguro con el pulgar lentamente. Tomó aire por la nariz. Guiñó un ojo y disparó.
Bang.
La bala se alejó apenas un centímetro del punto exacto. Donghae chasqueó la lengua, se ajustó las gafas de seguridad y dio un paso adelante. Esperó con impaciencia a que apareciera la siguiente silueta para llevar a cabo el mismo procedimiento. Si bien odiaba imaginarse disparando a una persona de carne y hueso, no tenía piedad con las de cartón. Cuando disparó de nuevo y volvió a fallar, sus nervios se crisparon. Se mordió el labio y empezó a disparar sin parar. Unos diez agujeros se acumularon en la diana.
Iba a por el onceavo, listo para rematar su trabajo, cuando alguien le tocó el hombro. Se giró de golpe con la pistola en alto y acabó apuntando con ella a su mejor amigo.
—¡Joder! —chilló, aunque fue incapaz de oírse por culpa de los cascos— ¡Te he dicho que no me molestes cuando estoy estresado! ¿Qué dices? ¡No te oigo! ¿Qué? ¡Deja de hacer señas! ¡Espera, que me los quito!
Agarró con las puntas de los dedos los gruesos cascos rojos que le cubrían ambas orejas y se los colgó del cuello. Se rascó la sien con el mango de la pistola mientras esperaba a que Jongwoon le repitiera lo que había querido decirle apenas unos segundos atrás. Éste, sin embargo, parecía más centrado en mirar con miedo el arma de fuego.
—Aléjatela de la cara, Hae.
—No me va a pasar nada. Sabes que es como una extensión de mi cuerpo.
—Sí, una extensión que podría matarte. Bueno, y a mí y a cualquiera que entre por esa puerta.
Abrió la boca, dispuesto a señalarle que si no quería ver pistolas, se fuera de la galería de tiro, pero volvió a cerrarla sin decir nada. Sabía que el mayor odiaba ese sitio, así que tenía que haber una razón importante para que se hubiera atrevido a cruzar el umbral. Posiblemente había estado chillándole desde lejos pero no le había oído.
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Stirring Up [EunHae +18]
FanficDonghae tiene 31 años. También tiene un trabajo estable como policía y un anillo de matrimonio que ya no se pone. Le gusta encerrarse en la galería de tiro, darle palizas a los maniquíes de boxeo y fumar cigarrillos mentolados, aunque nunca hace nad...