Stirring Up [EunHae +18]

Capítulo 22

16 de diciembre de 2004

Junsu le tendió una guirnalda desde abajo para que él, subido a lo alto de una escalera, la colgase encima de la puerta. No entendía por qué los de último curso tenían que encargarse de la decoración navideña del instituto. Entendía que ya habían acabado los exámenes y que la graduación era después de vacaciones, en febrero, pero él hubiera preferido acabar el curso en la biblioteca o revisando ansiosamente el buzón para comprobar si le llegaba su carta de la universidad. Esperaba haber entrado. Había mandado solicitudes a muchas, pero la única que le importaba era esa que se encontraba cerca de la academia de policía. Sunhee también había solicitado entrar en ella.

Durante meses había soñado con su época de universitario. Ir a clase con su amiga. Pasar los descansos con ella y con Donghae. Los tres juntos. Contarse anécdotas; ir y volver en el coche del menor, que estaba a punto de sacarse el carnet de conducir; cenar por ahí; ir al karaoke; emborracharse... Sin duda, eso era lo que más ilusión le hacía de acabar el instituto.

Pero desde que había vuelto a clase después de su intoxicación alimentaria, algo había cambiado. Y no solo en clase, fuera de ella también. Donghae estaba raro con él. Le daba miedo pensar que éste se había enterado de sus sentimientos por Sunhee, aunque no sabía cómo. Sus padres solo lo sospechaban porque deseaban con todas sus fuerzas que fuera así. Su hermana mayor lo sabía, pero ella era su confidente y jamás lo traicionaría. ¿Se lo habría contado él durante la fiebre? No. No recordaba que Donghae o Sunhee hubiesen ido a visitarlo.

Quizás era otra cosa. Pero ¿por qué su mejor amigo lo evitaba si no había pasado nada?

Oyó risas provenientes de las escaleras y desvió su mirada hacia el grupo que se encargaba de decorar el patio. En éste estaban ellos dos. Los vio, juntos, jugando con un Santa Claus de juguete. La confusión y los celos se mezclaban tan bien que era incapaz de distinguirlos.

—¡Hyukjae! Se me van a cansar los brazos, hombre.

Volvió su vista hacia abajo. Su compañero de clases debía de llevar un rato esperando a que tomar el otro extremo de la guirnalda. Le hizo un gesto para que los bajara, se bajó de la escalera y la arrastró unos pasos hacia la izquierda. Entonces volvió a subir y puso la guirnalda en su lugar.

—Ahora solo nos faltan tres puertas —suspiró.

Junsu iba a aplaudir, pero se detuvo antes de que sus manos chocaran una con otra. Notó que lo miraba como si esperara que empezase a hablar. Pero no iba a hacerlo. Apenas se conocían.

—¿Os habéis peleado?

—¿Quién?

—Tu novio y tú.

Abrió los ojos de par en par. Por un momento dudó estar curado completamente, pues sintió que iba a vomitar todo lo que había comido durante la semana. Sacudió las manos en el aire, rojo como el traje de los Santa Claus que había pintados por ahí.