Nadie los miraba. Donghae lo sabía. Pero aun así tenía la sensación de que cada persona dentro de ese autobús les estaba prestando atención.Se agarró fuerte a la barra vertical que había cerca de la ventanilla. El juguete vibraba deprisa. No tanto como lo había hecho en casa, pero debía de estar en su segundo o tercer nivel, y masajeaba sus entrañas sin parar, mandando ligeros impulsos a su próstata. Sentía que la cara le ardía, que le costaba mantener el equilibrio, que sus pezones se marcaban a través de la camiseta de tirantes. Miró hacia abajo para asegurarse de que no tenía una erección y buscó a su novio entre el resto de pasajeros.
Lo encontró en los asientos del fondo, tapado con una de sus gorras y una mascarilla negra, mirándolo fijamente a través de los cristales de sus gafas. Se mordió el labio inferior para provocarlo. Vio sus ojos encogerse y deseó que no tuviera la tela delante de su boca porque no sabía si estaba sonriendo, se estaba riendo o estaba simplemente planeando la forma de molestarlo sin ser demasiado evidente. No obstante, le encantaba ese look misterioso. Él mismo lo había escogido, ya que su novio no quería que lo descubrieran haciendo algo tan embarazoso en público.
Y él no iba a negar que aquello le daba vergüenza, pero ésta nunca lo había frenado y no lo iba a frenar ahora.
Volvió a mirar hacia el frente. El autobús se detuvo en un semáforo en rojo durante unos segundos y, cuando arrancó, sacudiendo un poco el suelo bajo sus pies, la intensidad de la vibración se duplicó. Perdió el equilibrio y la fuerza. Chocó con una mujer, lo cual evitó que se fuera de bruces contra el suelo. Se disculpó rápidamente y volvió a agarrarse con ambas manos a la barra. Ahora sí estaba seguro de que la gente lo miraba. Quizá no todos, pero los suficientes para que apretara las piernas y disimulara. Su vista clavada en la ventana. Sus entrañas vibrando. Su próstata siendo estimulada una y otra y otra vez.
Se esforzó por controlar su respiración, pero era difícil hacerlo si también debía controlar que su miembro no creara un bulto bajo los pantalones, que sus piernas no se convirtieran en gelatina, si no tenía ni idea de cuándo las vibraciones iban a bajar o crecer de intensidad. Era tan difícil.
Joder.
Quería más.
Apoyó una sien en la barra como si con eso pudiera controlarse mejor. El juguete vibró un poco más fuerte de repente y dio un respingo que le obligó a incorporarse de nuevo. Luego bajó, disminuyendo hasta que apenas podía notar más que un leve cosquilleo. Suspiró.
—Es nuestra parada —escuchó.
No respondió. Notó una mano alrededor de su antebrazo y se dejó llevar fuera del autobús. Parpadeando despacio, miró a su alrededor. Reconocía el centro de la ciudad, lleno de gente, de tiendas y de puestos en los que comprar comida. Vio a Hyukjae delante de él, guiándolo con cuidado para que no se chocara con nadie. La mano que no lo sujetaba apretaba el teléfono con tanta fuerza que podía ver cómo se le marcaban las venas. La que lo sujetaba tampoco era diferente. Siguió cada línea marcada de su dorso hasta su muñeca y dibujó las de sus brazos con pupilas dilatadas. Pasó saliva una y otra vez.
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Stirring Up [EunHae +18]
Fiksi PenggemarDonghae tiene 31 años. También tiene un trabajo estable como policía y un anillo de matrimonio que ya no se pone. Le gusta encerrarse en la galería de tiro, darle palizas a los maniquíes de boxeo y fumar cigarrillos mentolados, aunque nunca hace nad...