Lo primero que hizo al llegar a casa fue poner a cargar su teléfono.Lo dejó sobre la mesilla y se tiró boca arriba en la cama, dejándose soltar en un suspiro todo lo que llevaba guardándose desde que había subido en el coche de su hermana esa mañana. Normalmente no hubiera aceptado ir a un evento familiar, pero todos sus amigos estaban ocupados y su cabeza no dejaba de dar vueltas porque llevaba dos semanas sin saber nada de Donghae, así que le había dicho que sí, que iría al cumpleaños de su tío y pasaría la mañana del sábado rodeado de gente que solo sabía cuestionar sus decisiones.
Al principio no había sido tan malo. Luego habían llegado las preguntas sobre su vida personal y la mesa de los adultos se había transformado en una intragable charla sobre él, que era gay, y su prima, que no quería tener hijos y prefería vivir en otro país junto a su novio de piel oscura y sus dos perros. Al menos ella no había tenido que soportarlos.
Por eso había acabado pasando gran parte del cumpleaños con los niños; jugando con ellos, contándoles historias y enseñándoles vídeos en el teléfono. Apenas se había dado cuenta de que no le quedaba batería hasta que la pantalla se había apagado de repente en medio de una canción de Pororo.
"¿Y si me llama Donghae?", se había preguntado enseguida. Había corrido a preguntar si alguien tenía un cargador, pero la respuesta mayoritaria había sido un "no". Y su tío, el cumpleañero, le había gritado durante al menos diez minutos por preocuparse de ese aparato electrónico en lugar de estar con él.
Había sido su primera reunión familiar en años e iba a ser la última.
Se echó los brazos por encima. Aquellas semanas estaban siendo insoportables. La primera había podido soportarla gracias a Haneul, pero ahora que el menor ni siquiera hablaba con su hija, tenía los nervios de punta. Sabía que estaba muy ocupado. Todo el mundo le repetía constantemente que una investigación como esa no le iba a dar mucho tiempo para llamadas personales o siquiera para dormir. Y si ya le preocupaba que alguien externo pudiera herirlo, la idea de que llevara tres semanas sin dormir lo estaba volviendo loco. No quería que cayera enfermo.
Necesitaba verlo, oírlo, tocarlo, sentirlo, saber que estaba bien, escuchar su risa, comérselo a besos.
Le iba a dar algo si no sabía nada de él antes del lunes.
Gruñó, destapándose, y se sentó de un salto. Tomó el móvil para encenderlo. Tal vez no iba a poder usarlo, pero no quería arriesgarse a que Donghae llamara justo en ese momento. Aunque dudaba mucho que eso pasara, pero ¿y si pasaba? ¿Y si el menor aprovechaba que tenía cinco minutos de descanso para mandarle un mensaje o llamarlo y él estaba tirado en la cama con el móvil apagado al lado?
No, no, no. No quería ni imaginarlo.
Una vez el móvil estuvo encendido, introdujo las claves y esperó a que llegaran todas las notificaciones que, posiblemente, había recibido desde hacía unas horas. Se sorprendió al ver que sí tenía varias, que no solo estaban los avisos de que algún famoso o famosa había subido una fotografía a Instagram.
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Stirring Up [EunHae +18]
Fiksi PenggemarDonghae tiene 31 años. También tiene un trabajo estable como policía y un anillo de matrimonio que ya no se pone. Le gusta encerrarse en la galería de tiro, darle palizas a los maniquíes de boxeo y fumar cigarrillos mentolados, aunque nunca hace nad...