Todos los niños aplaudieron al terminar de cantar mientras Haneul reía, nerviosa pero encantada con la situación.
En los casi cuatro meses que llevaba dando clase en esa escuela, se había dado cuenta de que eran el único grupo que cantaba en los cumpleaños de los niños. Al menos la mitad de ellos había cumplido los ocho años en el aula. Cuando esto pasaba, cortaba las clases media hora antes del fin del día y se dedicaban a jugar, cantar y ver vídeos con el proyector hasta que sonaba el timbre. Ya que la escuela era como una segunda casa para ellos, quería que fueran felices en ella.
Al señor Song no le hacía ninguna gracia. Él consideraba que los niños iban a estudiar, no a divertirse. Y quizás por eso sus alumnos acababan yendo a pedirle consejo a Hyukjae antes que a su propio tutor. Quizás.
Al igual que el ochenta por ciento de las tardes aquel mes, se quedó con la niña en el despacho hasta finalizar sus tareas. Ella estaba ya tan acostumbrada a él que a veces solo se sentaba a su lado y se quedaba viéndolo trabajar en silencio. Al inicio de conocerla, había llegado a tener miedo de convertirse en el Snape de Haneul, de odiarla por quienes eran sus padres. Sin embargo, le había costado bastante poco tomarle cariño. Hyukjae adoraba a todos y cada uno de sus alumnos, incluso a los que eran más rebeldes, y siempre hacía todo lo posible por no tener preferencias. Pero era difícil lograrlo cuando arropaba a esa niña casi todas las noches; cuando le ponía el pijama, le hacía (compraba) la cena, jugaba con ella, la ayudaba con los deberes, le leía libros, le enseñaba canciones, la llevaba de paseo, y muchas cosas más que solo se había imaginado haciendo con el futuro hijo de Sora y Hans.
Debía admitirlo: la quería mucho.
En clase la trataba como a todos los demás, pero fuera Haneul era mucho más que una alumna. De no ser por sus estúpidos sentimientos, habría acabado siendo su "tío Hyuk". Ahora solo podía aspirar a seguir siendo importante para ella durante su infancia, o mientras durara lo que fuera que estuviera ocurriendo entre Donghae y él.
Cualquiera diría que habían aclarado algo ahora que se veían casi todos los días y que no basaban su relación en el sexo, pero no era así. Prácticamente no hablaban. Su conversación más larga desde que Donghae lo había dejado en casa de sus padres a finales de mayo había sido el lunes pasado. No habían hecho más que contarse cómo había ido el día y besarse. Luego había llegado a creer que el menor se iba a quedar dormido encima de él, pero no había ocurrido. Todavía sentía que se le detenía el corazón cuando pensaba en la expresión de Donghae mientras se apartaba a toda prisa.
La verdad era que no sabía cómo sentirse al respecto. Si tanto le molestaba, ¿por qué se había recostado contra su hombro en un principio? ¿Tan incómodo le habían hecho sentir sus caricias? Tal vez algo diferente a incómodo. No podía esperar que Donghae fuese cariñoso con él después de sus antecedentes. Tenía suerte de no haber recibido todavía un puñetazo.
Una vez terminadas sus tareas, se levantó. La niña lo siguió con un salto, le ayudó a recoger las cosas y se empeñó en sujetarle la mochila mientras metía en ella el ordenador portátil. Tan solo unos segundos después se la devolvió con cara de haber pasado horas cargando una bolsa llena de piedras. Le acarició la trenza como agradecimiento. Puede que Donghae estuviera muy ocupado, pero era obvio que esa mañana había sacado un ratito para peinarla antes de marcharse. Si algún día dejaba de ser policía, podría hacerse peluquero.
ESTÁS LEYENDO
Stirring Up [EunHae +18]
Hayran KurguDonghae tiene 31 años. También tiene un trabajo estable como policía y un anillo de matrimonio que ya no se pone. Le gusta encerrarse en la galería de tiro, darle palizas a los maniquíes de boxeo y fumar cigarrillos mentolados, aunque nunca hace nad...