Capítulo 2| El club

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Sábado, 1 de octubre del 2021

Mientras mi mejor amiga se preparaba para irse de fiesta y obtener una peda de fin de semana, yo me crucé de brazos apoyada en la pared de su dormitorio y cerré los ojos durante unos segundos.

Tan cansada...

— ¡Analise!

Me espabilé de pronto y miré a María desorientada. Ella me miró mal mientras se quitaba los ganchos del cabello y acomodaba las ondas que se hizo.

¿Ella no se estaba apenas saliendo del baño hace un minuto?, pensé mientras me quitaba el pelo que tenía pegado a la cara.

—Te quedaste ahí con los ojos cerrados durante una hora, observé como mis propios ojos cómo diablos te quedaste dormida estando parada.

—Es un poder que me gané cuando tenía oportunidad de dormir. Ando cansadísima—me excusé.

Hizo una sutil mueca mientras se pintaba los labios.

— ¿Ese no es mi labial?

—No, se parece.

—Ajá—no le creía nada.

— ¿Me quieres acompañar para distraerte?

Negué con fastidio.

—No estoy de humor para discoteca.

Me miró, ya preocupada.

—Te va a dar algo si no descansas, loca—comenzó a echarle pegamento a las pestañas postizas y luego bateó un poco para que se secara—. ¿Cuánto duermes a diario?

—Tres horas más o menos, tendría una hora más sino no fuera porque Beverly se para temprano por sus proyectos de arquitectura.

Resopló.

—Me caga esa tía, no me mola nada su personalidad. Nada en ella es bueno.

—Es tolerable, la conozco desde hace seis años.

—No, la toleras a ella desde hace seis años—me miró de reojo mientras se colocaba el rubor en las mejillas—. Y tu ni la aguantas, se mas sincera, niña.

Rodé los ojos y me tiré en su cama, usando su peluche que le regaló un ligue suyo como almohada, mientras la veía maquillarse.

—No sé de qué me hablas.

Ella se rió y yo también, mi tono fue gracioso debido a que mi boca estaba aplastada contra la pata del peluche.

—Oye, ¿tú vuelves?

Me miró a través del espejo.

—Hmmm... creo que no, voy es a distraerme con un tío bueno, no sé si vuelva más tarde.

—Ya—enterré mi cabeza entre el peluche y su sabana—. Tu sabana huele feo—le hice saber.

—No la huelas entonces—fue su respuesta—. ¿Segura que no quieres irte un ratico conmigo?

Me lo pensé otra vez. Era sábado y había dormido hasta más o menos las cuatro de la tarde, pero seguía con algo de sueño, además de que nos habían avisado que hoy era semana blanca y eso significaba que no habría exámenes durante cinco días, así que no debía preocuparme por ellos.

—Seh, no haré nada aquí sola y no me mola, como tú dices, irme ahora para mi habitación—me recordé de algo importante—. Aunque no tengo vestido.

—Déjamelo a mí— fue a su armario y sacó un vestido vinotinto de seda. Lo examinó e hizo un mohín—. Soy dos tallas más que tu.

—Estás gorda.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora