Una semana después.
Miércoles, 13 de octubre del 2021.
Dejé la casa de mi abuela, luego de haber mantenido un monologo largo en donde le repetía mil veces que si hacía un experimento más, dejaría la carrera y me quedaría sin trabajo, dependiendo de un hombre y triste toda mi vida. Eso la horrorizó tanto como a mí decirlo, así que prometió hacerme caso.
Mi bolso con toda mi ropa pesaba en mi hombro y mi espalda se sentía encorvada. Lo había llenado con la ropa que había dejado allá cuando me vine a la universidad, esa ropa que todavía me quedaba para poder usarla por andar por casa tranquilamente.
Caminé hacia mi habitación que quedaba en el tercer piso del edificio; al principio era cansino subir todas esas escaleras debido a que veían incensario poner un ascensor, luego me acostumbré, pero seguía siendo cansino. Aunque algo más tolerable.
Solté un suspiro cansino y me permití pensar en poder dormir unos minutos para luego irme al trabajo. Saqué las llaves de mi bolsillo, tomé la llave correcta y la introduje en la cerradura. Al dar al lado izquierdo para quitar el bloqueo, no abrió. Rodé los ojos al pensar que se quedó atascada la llave como a veces sucedía aunque todo era nuevo. Estupendo. Le di algunos giros bruscos hacia el lado correcto, pero no abrió.
Saqué la llave y miré en todas direcciones, buscando una salida a mi problema. Estaba cansada y quería irme a dormir debido de que me vine de la casa de mi abuela directo a la universidad y acababa de llegar de unas largas seis horas de estudio, y el mundo estaba en mi contra junto con la señora puerta que no ayudaba. Volví a meter las lleves en mi bolsillo y resignada caminé en dirección a la administración para pedir una nueva copia de la llave, y eso significaba ver a Agatha, quien estaba a cargo de solucionar los problemas de las muchachas y sus habitaciones.
Era una mujer que no entendía la palabra no y que estaba obsesionaba con un maldito fetiche con las rusas, al principio intenté reportarla, pero ella tenía tanto apoyo en el lugar que me fue imposible poder hacer aquello. Ahora luego de seis años ya había estado acostumbrada a pasar el mayor tiempo en el mismo lugar que ella e ignorar sus malos coqueteos, ah, y su maldito olor a aros de cebolla con Chanel barato. Rara combinación, pero ella la tenía.
Al llegar, ella levantó la vista y sus ojos castaños me observaron desde las piernas hasta mi pecho, sonriendo de forma complacida al tenerme frente a ella.
Hice una mueca de asco.
—Qué lindo verte, Analise.
— ¿En serio? Para mí es una desgracia.
Se rió con esa risa nasal que me tenía harta. Suspiré de no dañar la situación.
—Mira, no estoy para escuchar tus coqueteos malos. Necesito una nueva llave de mi habitación, o que revisen la cerradura. No quiere abrir.
Ahora sus ojos brillaban de curiosidad y confusión.
— ¿Para qué?
Demasiada laca de cabello como que hace estragos en el cerebro.
— ¿Cómo que "para qué"? —cuestioné su pregunté al ser tan absurda—. Necesito ir a mi habitación a descansar. Mira, Agatha, si esta es una de tus tretas, déjalo ¿si? Estoy muerta de cansancio y soy capaz de volver a hablar con la directora para decirle sobre todas las cosas que haces.
Ella apoyó sus brazos en la mesa.
— ¿Le dirás? Bien, dile. Yo le diré que tu trajiste a Josh a tu habitación y no precisamente para estudiar. Y sabes que las reglas, mi rusa favorita...—canturreó de forma desinteresada mientras se observaba las uñas.
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El caos que somos [BORRADOR]
FanfictionHades era una tormenta caótica. Analise fue un cielo soleado y otras veces con lloviznas. Para Hades, tener a su novia a miles de kilómetros de distancia nunca fue fácil. Nunca. Mucho menos cuando se encuentra cara a cara con una inquisitiva mujer d...