👩🏻‍⚕️ Capítulo 34| El cumpleaños.

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ANALISE REYNOLDS.

Hoy cumplía veinticuatro años.

Y si no hubiera congelado la carrera estuviera saliendo de medicina general para entrar legalmente a pediatría que, aunque estuviera estudiando por mi cuenta, por fin la directora estuviera dándome mi certificado.

Bueno, no estoy arrepentida, estoy disfrutando de mi embarazo con todas las ganas.

Me levanté de mi cama ya con un poco más de dificultad y me reí sola, tocando mi abultada barriga. Ya ni tenía ropa que me quedaba y le tuve que robar casi todas las camisas a Marlon y Ares, para ocultar que no me abrochaba los pantalones. Caminé hacia la cocina en donde Ares tomaba un café mientras veía algo en una carpeta.

—Buenos días—me senté frente a él, que levantó la vista y me dio una sonrisa ladeada.

—Buenos días, Chaki chan.

— ¿Qué haces? —señalé la carpeta.

—Esto, es uno de tus regalos de cumpleaños —me la extendió.

Confundida y emocionada, leí lo que había dentro de esas hojas y quedé perpleja ¿Qué? Subí la vista y lo miré a los ojos.

—Ares... ¿Qué?

—Dije que iba a cerrar ese lugar y cumplo mi promesa, Chaki chan —se encogió de hombros —. Lo cerraron en enero, pero quería decírtelo hoy.

—También le hiciste un favor a muchas chicas, Ares —sonreí con diversión —. Wow, el dios griego hace más actos caritativos de los que esperaba. Es una sorpresa.

—Es mi buena acción del año, simplemente —le dio un sorbo a su taza de café —. ¿A qué hora es tu fiesta de cumpleaños?

— A la seis en la casa de mi abuela —me levanté y tomé mi taza, sirviéndome agua natural —. María y Constanza van a llevarme a la peluquería dentro de un rato —resoplé, sentándome de nuevo —. Creo que solo me verás hasta la fiesta.

—Suena a tendrás un día muy ajetreado —sonrió y miró mi estomago cubierto por una camisa negra de Marlon —. Los chicos se van a sorprender con el granito de arroz.

Me reí. Era cierto, escondí mucho mi embarazo solo para que cuando ellos me vieran hoy se sorprendieran.

—He estado esperando este día sola para ver sus reacciones —solté una risita.

Luego de desayunar, las chicas me fueron a buscar. María me regaló un vestido para salir ahorita porque soy expresión de horror al verme con una camisa de Ares y mis pantalones de jeans.

— ¡En esta vida no sales conmigo así, Analise! —chilló diciendo que parecía muy descuidada con mi apariencia y tenía razón, bueno, lo dijo de forma muy fea, pero comprendía que era porque yo siempre me arreglaba así fuera para ir al mercado.

Salimos a la peluquería en donde aguardamos por nuestra cita y en cuanto fue mi turno, ellas soltaron risas cómplices que me hicieron mirarlas con sospecha. Le dijeron algo al estilista que sonrió y le dio unas palmaditas en los hombros y las sentó en una esquina. Sus ojos se dirigieron a mí, que estaba enfurruñada en la silla, queriendo y teniendo temor a la voz que lo que estas locas le pidieron que me hicieran.

—Este espejo se va, cariño —me giró la silla.

— ¡No, pero-!

—Nada de quejas, cariño —dijo y yo bufé.

Me sentí nerviosa mientras peinaba mi cabello y luego lo lavó. Cerré los ojos y suspiré pesadamente. Abrí un ojo en cuanto escuché un sonido metálico cerca y abrí los dos en cuanto supe que eran tijeras.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora