👩🏻‍⚕️ Capítulo 29| El partido de futbol.

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A la mañana siguiente no pospuse más algo que tenía que hacer desde hace tiempo: volver a ir a ver a Lucía.

Hablé con la doctora O'Brien que comprendió toda mi situación y me llevó a la habitación de la niña de mis ojos. Toqué mi vientre. Si era una niña sería la bebé mas consentida del mundo y si fuera un niño me saldría muy engreído de lo toñeco que lo voy tener.

Al entrar a habitación, habían muchos niños animados, jugando en sus camas con juguetes y peluches mientras sus padres y familiares estaban a sus lados, lamentablemente no podían jugar con los demás niños ya que alguna de sus enfermedades complicaban mortalmente a las otras y era un riesgo atroz. Mi viste se dirigió a la ultima cama donde estaba una pequeña niña de cabello rojos incontrolables y unos grandes ojos negros miraban todo atentamente, Lucia era un preciosa niña que merecía conocer el mundo.

Con una sonrisa me acerqué y cuando ella me notó chilló alegremente.

— ¡Ana!

Me acerqué y la estreché entre mis brazos, sintiéndome bien de estar a su lado. La extrañaba demasiado.

—Disculpa por parecer que no me recordaba de ti.

Rió.

—Mi mami dijo que tenías terea y no podías venir—la inocencia en su mirada y en su voz me desarmaba.

Miré a Sonia que me sonrió.

—Sí, cariño, mucha tarea.

—Lucia, ¿no le quieres contarás Analise la noticia?

Sonreí y miré a Lucia con curiosidad porque sonreía mucho y su mirada cargada con ese brillo tan bonito de felicidad.

— ¡Podré salir de aquí!

— ¡Qué bien! —la abracé.

—La doctora me había dicho que si todos mis exámenes salían bien podía irme a casa, ¡y salieron bien! ¡Volveré a Colombia con mi Abu!

—La doctora se contactó con unos médicos en Bogotá, accedieron en llevar el caso de mi Lucia—dijo Sonia que su sonrisa llena de felicidad—. Hay esperanzas de que ella pueda vivir un plazo de vida muy extenso.

—Eso es maravilloso—abracé a Lucia, feliz.

Bueno, al menos sus vidas estaban tomando un rumbo mejor. Por fin ella conocería algo que no fueran estas paredes blancas de hospital y viviría, por fin su vida se estaba iluminando y yo no podía estar más feliz por ello.

***

Antes de que el invierno nos llegara, la universidad dio un último partido de futbol.

Ma daba algo de risa que Ares, que tenía seis años estudiando, ahora era que se había unido al equipo y si no fuera poco, a finales de año.

Si estaba nervioso no lo demostró, aunque no lo creía. Ares era demasiado arrogante y confiado como para creer que no ganaría el partido de hoy. De hecho, algo de su arrogancia se me había pegado y la idea de que perdiéramos me parecía absurda, casi ridícula.

Antes del partido Ares me dejó en casa para ir a buscar a Raquel a aeropuerto quien ya estaba mejor y no estaba en sus planes faltar a la reconciliación de Ares con el futbol.

Ya era de noche cuando fuimos el campo de futbol y María venía conmigo a acompañarme para apoyar a nuestros amigos. Me daba risa como estaba vestida con una camisa del uniforme (que no sé como rayos consiguió) una gorra y se estaba bebiendo la gaseosa.

—Si te la tomas ahora, no tendrás nada para el juego—advertí, mientras nos movíamos entre los estudiantes hasta llegar a un pedacito de tribuna vacía y donde teníamos un buen lugar para disfrutar del juego.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora