Capítulo 15| La conversación.

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"¿Romper una relación duele tanto?"

Creo que si esa pregunta me la hubieran hecho hace siete años, no habría encontrado una respuesta. Mi razonamiento siempre había sido que las personas que terminan una relación y luego andan por la vida como alma en pena, pasando días lamentándose, preguntándose el por qué todo tuvo que salir tan mal, era dignas de un premio a la gente más dramática y patética.

Me reía sobre ello. No había manera de que una persona tuviera el poder de hacer cambios en tu vida, de hacerte estar en un paraíso en un segundo y estar en el infierno en el otro momento.

Y claro, todo eso se fue a la mierda cuando las cosas con Zoe empezaron a volverse malas, cuando tenía... tuve, una relación con ella.

No era un puto chiste, me sentía de la mierda. Cuando empecé con Zoe creí que ella estaría conmigo toda la vida, que nunca me llegaría a pasar que romperíamos, pero aquí estaba, mientras todos dormían yo miraba nuestras fotos, recordando los buenos momentos detrás de esas imágenes y arrepintiéndome de dejarla.

Me sentía mal, demasiado. La extrañaba mucho, sentía que el pecho se me oprimía cada que de repente recordaba un buen recuerdo. Sabía que la decisión de haberme escogido a mí en todo caso era la correcta, sin embargo, ya no sentía esa seguridad de que en verdad era lo correcto. Fue un impulso. Estaba cansado de todas esas escenas de celos, de gritos, de dolor y de rabia. Quería estar mejor.

Y de igual forma deseaba estar mejor con ella.

Suspiré.

Joder, que inmensas ganas de fumar tenía.

Miré a mis amigos de reojo de forma distraída, las luces estaban apagadas y todos ellos estaban durmiendo luego de haber almorzado. Y yo estaría igual sino me hubiera despertado por haber soñado con Zoe.

No creía que ninguno de ellos se dieran cuenta que realmente estaba mal, intentaba por todos los medios no demostrar mis verdaderos sentimientos, debía verme orgulloso e indiferente, no como un perro mojado. Yo le había terminado a Zoe, para ellos que yo estuviera llorando por los rincones no tendría el menor sentido.

Analise se removió a mi lado y la miré por reflejo, se había vuelto una maraña de sabana y cojines, con los pies encima del asiento y echa un ovillo.

De pronto frunció el ceño y mantuvo una expresión agria, la observé con más detalle y volvió a removerse. Me giré completamente hacia ella, le toqué el hombro el notar que estaba teniendo una pesadilla.

—Analise... Analise. Oye, despierta—le moví el hombro y ella abrió los ojos, me miró exaltada y pronto comenzó a calmarse y a mirar su entorno. Luego volvió a desplomarse en el asiento y se llevó la sabana hasta casi cubrirse la cara.

— ¿Ya llegamos?

—Aún quedan tres horas—la miré curioso—. ¿Tuviste una pesadilla?

Se restregó un ojo y bostezó, luego se sentó correctamente y se estiró.

—Sí, un pato me estaba persiguiendo. Fue aterrador—sonreí inevitablemente. Ella me miró—. ¿Y tú, pudiste dormir?

—Me desperté hace como una hora.

—Hum...—se recostó en el asiento y volvió a cerrar los ojos, luego volvió a abrirlos—. Tengo hambre.

Elevé una ceja.

— ¿Luego de haberte comido un plato grande con filete?

—Estar en un avión siempre me da hambre—respondió como si nada.

— Ya veo, comiste el doble de lo que comí yo.

Se encogió de hombros

—Como dije: volar me da hambre—se quedó en silencio, mirando la nada—. Estoy nerviosa.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora