ARES HIDALGO.
Me restregué las manos por la cara, cansado. Hoy era de esos días en que pensaba por qué mierdas decidí estudiar en las mañanas.
Salí de casa y fui a la universidad, caminé apresurado a la clase y golpeé con ella. Una chica más pequeña que yo, su cabello negro en moño descuidado, en sus brazos sus libretas y un vaso de café ¿Cómo diablos no se le cae todo? Fruncí el ceño creyendo que era una de esas estúpidas tácticas para pedirme el número, no era la primera vez.
—Disculpa—dijo sin mirarme y caminó apresurada hacia otro rumbo.
Me le quedé mirando, extrañado.
Creo que se arrepintió.
Mejor para mí. Caminé hacia el salón y me olvidé por completo de la chica descuidada.
***
Otra pelea con Raquel, de nuevo, sus inseguridades ganaban la batalla.
A veces creía que nada tenía solución, realmente. Pero no podía dejarla, no cuando la amaba con cada parte de mi jodida alma.
«—No te des por vencida, acósame, persígueme, pero no me olvides, por favor.
Sonrió sobre mis labios.
—Como si pudiera olvidarte.
—Prométeme que este no es el final, que vamos a intentarlo hasta que ya no podamos más, hasta que todos los recursos y medios se hayan agotado, hasta que podamos decir que lo hemos intentado todo y aun así intentarlo un poco más allá.
Estaba desesperado. Ella lo era todo para mi, ella encendía todo en mi y tener que separarme de ella, era como acuchillarme todavía consiente, sin anestesia.
—Lo prometo.
Le beso el lado de su cabeza.
—Te amo tanto, bruja. —Trato de permanecer fuerte pero me es inútil, mi voz se quiebra ligeramente.
—Yo también te amo, dios griego.»
Nos habíamos hecho: intentarlo hasta que no poder más, hasta que no hubieran fuerzas, hasta que no hubiera nada más por lo que pelear, y eso era imposible.
Le di una calada al cigarrillo y boté al humo la nariz, mientras observaba la hora en el celular: faltaba poco para las siete y no me apetecía ir a las prácticas de hoy, de hecho, estaba pensando muy seriamente en no ir, pero la voz de Artemis se cuela en mi cabeza. Joder, ya hasta lo puedo ver a mi lado diciéndome una mierda tipo «Discutiste con todos y defendiste tus sueños, solo para andar de vago luego. No se hacen las cosas a medias, se hacen completas»
Era suficiente para levantarme.
Me fui a bañar y maldije que cuando vi la hora al salir fuera ya muy tarde. Mierda. Ya todos estaban en el autobús.
Y esa jodida profesora me iba a quitar la nota de compañerismo, hija de-
Salí de la casa y corrí hacia el ascensor, bajé al estacionamiento subterráneo me coloqué en el asiento del piloto, puse la llave en croché y la giré. Fruncí el ceño cuando no arrancó. Intenté otra vez y nada.
—Esto no puede estar pasándome a mi—dije exasperado.
Era un día de mierda y nadie podía negármelo.
Revisé todo, salí del auto, revisé el motor y no conseguía el problema.
— ¿Pero qué mierda te pasa hoy? —le hablé. El enojo me ponía loco a veces—. ¡Hoy no, mierda! Jodi- ¡la bujías! Mierda, se me había olvidado cambiarlas.
Abrí el maletero y saqué las que había comprado el jueves pasado, armé eso con rapidez y gruñí al ver mi camisa manchada de grasa, me monté y agarré la camisa que había tirado la otra vez, me quité la que cargaba y me la coloqué. Arranqué el auto y aceleré cuando revisé la hora: siete y media.
Maldito día de mierda.
Llegué al hospital minutos después, de peor humor cuando recordé no haberme echado desodorante y no era agradable saber que en algún momento ibas a oler peor que la basura de todo el país. Llegué a la sala de prácticas y entré, llevándome casi de bruces con una chica.
Es la de esta mañana.
La miré a los ojos, sus azules claros. Me recordaron al cielo soleado, aunque veía algo en ellos que te ponía a verla con las detalle, la forma en cómo una parte de ellos se veía oscura, como cuando ese día soleado es opacado por una tormenta. Su ojos me escanearon con indiferencia, estaba vestida a un uniforme común de hospital de color aguamarina que parecía quedarle volando porque se veía tan recta como una tabla, su cabello negra estaba a sus costados de su cara y caía sin nada de gracia, recto. Normal.
Era linda, debía admitirlo, y el Ares de diecisiete años ya le hubiera sonreído, pero... ahora, las chicas además de Raquel ya no me llamaban la atención, solo era ella. Solo ella.
—Colócate la mascarilla, por favor—su voz suave me hizo dejar de verla y observar la mesa que señalaba. Cierto. Caminé hasta ella—. ¿Podrías decirme por has llegado tan tarde?
—Problemas con mi auto—admití.
—Bien, pero, ¿no podías a ver venido con los demás? —observé de reojo que se cruzó de brazos, dándome una mirada enojada e curiosa por mi respuesta.
Demasiado preguntona.
La miré un segundo y luego volví mi vista a la mesa, tomé una mascarilla y me la coloqué. Escuché que hizo un sonido que se asemejaba a un bufido, pero era tan suave y silencioso que ese no era el nombre correcto, pero comprendía que mi silencio no le agradó.
—Bien, lo pillo, no es de mi incumbencia y no me vas a contestar.
La miré y por detrás de la mascarilla sonreí. Qué bien, la chica preguntona hizo su tarea. Asentí.
—Que bien que lo sepas—dije.
La vi abrí su boca, ofendida, pero no le puse mucha cuidado y pasé por su lado. Caminé a la baranda y enfoqué mi vista en la cirugía. Observé de reojo como me fulminaba con la mirada y la giré a ver en el momento en que ella se dio la vuelta y se marchó. Observé por un momento la puerta metálica y luego mi mente conectó con lo importante, que no era ella.
No sentí esa conexión astral y mágica, solo fue un encuentro, no creí que ella cambiaría mi vida. Juro que jamás lo creí, no creí que ella me movería el suelo que pisaba con tanta fuerza, que me hiciera latir el corazón como un jodido loco, yo no pensé que ella haría todo lo que ella me hizo sentir y más. Joder, muchísimo más.
Ella creía que todo empezó en la sala quirúrgica, y parte sí, pero yo ya la tenía en mi memoria desde el día antes.
Analise Reynolds llegó a mi vida y solo para dejar una jodida huella que iba a ser imborrable.
__________
Se merecían este cap y punto.
no tengo mucho tiempo y solo paso para decirles que se vienen mas extras.
¿Qué escenan quieren narre Ares? a mi en lo personal me encanta esta, joder, me encanta como lo vio todo.
se les quiso.
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El caos que somos [BORRADOR]
FanfictionHades era una tormenta caótica. Analise fue un cielo soleado y otras veces con lloviznas. Para Hades, tener a su novia a miles de kilómetros de distancia nunca fue fácil. Nunca. Mucho menos cuando se encuentra cara a cara con una inquisitiva mujer d...