👩🏻‍⚕️ Capítulo 49| La pregunta.

485 50 16
                                    

— ¡Aborto fallido!

Me reí y abracé a mi primo que tomó mi rostro entre sus manos y me observó con detenimiento.

— ¿Te encuentras bien?

Asentí.

—Perdí mucha sangre, pero...—le mostré la aguja que esta incrustada en el dorso de mi mano en donde por el tubo se veía la sangre que pasaba por ella—. Ya me están llenando otra vez.

— ¿Y el bebé?

Hice una mueca.

—Están haciéndole exámenes para sus pulmones, no a todos les convenció ese llanto que pareció más de dolor—le conté con preocupación—. También lo escuché y me parece adecuado que lo mantengan en observación, pero-

—Deseas ver a tu hijo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—No sé como es mi propio hijo, Marlon ¿Cómo es eso posible? Deseo verlo con todo mi corazón.

—Oh, ya tomaste el cargo de María para las dramatiqueces—rodó los ojos y luego se dio cuenta de a quien nombró. Su mirada se volvió nublada—. ¿Estará viva?

—Sí, de hecho, ella llamó ayer para decirme que ella no está secuestrada.

Me miró sorprendido y se sentó en hueco que le di en la cama.

— ¿Entonces?

Negué.

—No creo que te vaya a gustar la verdad, Marlon, me dio muy fuerte a mí. Mírame—me señalé—. Ahora ya tengo a mi hijo conmigo por esa noticia.

Vi las ganas de saber de Marlon, pero lo conocía, si la verdad era tan mala, prefería quedarse con el recuerdo de la María que él conoció.

—Bueno... ¿entonces donde está?

—No me dijo, solo me dijo que no está secuestrada porque ese hombre es su esposo—suspiré—. Me dijo que no volvería a hablar con nosotros y que dijera que te quería mucho.

—Sí, lo sé—me dio una sonrisa sin ganas—. Siempre lo supe, ella era como una hermana para mí.

Apreté su mano.

—Lo fue para los dos.

Nos quedamos en silencio y de pronto se levantó de sopetón.

— ¡Bueno! No más drama, ahora ¿Dónde está el niño rico?

—En la casa buscando las cosas del bebé.

—Bien—asintió—. Oye, no te molestes, pero le dije a mi tía que diste a luz.

Lo miré mal.

—Eso tenía que decirlo yo, chismoso.

Me dio una sonrisa inocente.

—Ups.

Rodé los ojos—. Metiche.

— ¡Oh, vamos! —besó mi mejilla y me la restregué cuando dejó babas intencionalmente—. ¡Me amas!

—Eres odioso en este momento.

Se rió.

—Yo también te quiero, ahora, ¿Qué tal si convencemos a la doctora para poder ir a ver mi sobrino-primo?

—Eh... eso no se podrá—dijo la doctora López en cuanto entró—. Ana tiene que descansar, pero podrá verlo en la noche—me miró—. Allá afuera están todos tus amigos y tu abuela ¿a quien dejó pasar primero?

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora