👨🏻‍⚕️ Capítulo 16| El error.

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ANALISE REYNOLDS

Llegar a casa, y volver a encontrarte con tu familia, siempre se asume que es un placer. Algo conmovedor, ya que no la has visto en bastante tiempo. Yo extrañaba a mi madre.

No a los demás.

No los odio, no siento nada de molestia hacia su presencia, simplemente mi afecto hacia ellos era reducido. Efímero. Y fue así desde el momento en que me di cuenta que yo no había nacido en una familia perfecta.

— ¿Analise?

Miré a Hades, estaba ayudándome a bajar de su auto. Sus amigos estaban dormidos dentro del auto, Marlon había parado en su casa.

No contesté y me dirigí a la puerta de mi antigua casa. Bueno, de mi casa, había pasado bastante tiempo pero seguía siendo el lugar donde crecí. Fue extraño no encontrar a mamá recibirme, pero todo se aclaró en cuanto encontré una nota en la nevera. Decía que lamentaba no recibirnos, que tuvo asistir a un evento importante de su empresa. Cuando volví a la sala, los chicos, todos ellos, estaban quitándose los zapatos casi dormidos y Hades los vigilaba, asegurándose de que no pisaran el piso de mi madre y lo ensuciaran. Eso me hizo sonreír.

—Thomas y Liam pueden quedarse a dormir en la habitación de aquí abajo, Ronald puede dormir con Hades en la habitación de arriba y Jessica puede dormir en mi habitación—dije, acercándome.

— ¿Y tú? —Hades pareció el único interesado en mi noche de sueño.

Me encogí de hombros.

—Puedo dormir con mi madre. Vengan, los mostraré sus habitaciones.

Les guié a las habitaciones y los dejé ahí para que pudieran descansar y yo poder dirigirme a la que sería mi habitación. Mi cuerpo se sentía cansado y cuando apenas toqué la cama se sintió como la cama más suave del mundo y decidí dormir una siesta. Solo un poco, que al parecer se alargó porque cuando desperté estaba oscurecido. Me duché y fui al cuarto de Jessica para buscar algún suéter que seguro me quedaría todavía. Abrí la puerta sin tocar.

Me congelé.

No supe reaccionar.

Hades estaba allí. Desnudo.

Mierda.

Apreté el pomo y no dejé de mirarlo, él tampoco parecía capaz de moverse. También se había convertido en una estatua que solo me miraba. Yo bajé la vista, solo un poco, fue algo que hicieron mis sin pensar.

Oh, Santo diablo.

—Perdón—farfullé y cerré la puerta de golpe.

Me quedé allí, sin saber qué hacer, qué procedía. La imagen en mi cabeza se repetía constantemente, con zoom y todo a los lugares... importantes. Bajé las escaleras y agarré un vaso de agua fría de la cocina y, como cuando tenía doce años y más virgen que el aceite de oliva, me lo tiré en la cara.

No había sido la primera vez que veía un cuerpo masculino, pero se sentía como eso, como la primera jodida vez. El agua fría no ayudó, seguí sintiendo el ardiente sonrojo por toda mi cara y cuerpo. Tomé el paño de cocina y me sequé, admitiendo que tirarme agua fue algo raro y estúpido.

¿Por qué diablos él estaba ahí? No fue mi culpa encontrármelo así, él estaba ahí desnudo donde yo esperaba ver a una mujer, y si iban a pasar las mismas circunstancias, bueno, lo que tenía ella lo tenía yo y... estaba comenzando a decir tentarías.

Lo sentí entrar y mirarme, yo no volteé y apreté más las manos encima de la encimera.

—Ana...

— ¿Qué carajos, Hades? —lo giré a ver y me aterré. Mucho. Porque supe que ya estaba vestido, pero yo no veía ropa. Ay, lo estaba viendo desnudo y eran una vistas buenísimas. Hadas tenía el abdomen firme y cincelado, lleno de tatuajes. Muchas constelaciones pasaban por todo su torso, por sus muslos y los tatuajes de sus brazos también eran constelaciones. Era un puto cielo estrellado.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora