👩🏻‍⚕️ Capítulo 35| El diente roto.

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Luego, el momento fue interrumpido por mi madre, que me pedía que bajara para celebrar con mis amigos.

Ares y yo bajamos y nos dirigimos al patio donde nos separamos ya que tuve que ponerme a saludar a todos. Era lo mejor, todavía sentía que el corazón se me saldría el corazón del pecho y comenzaba a sudar frío.

De reojo noté que alguien había entrado al patio y me detuve en seco al verlo. Sus ojos negros fueron directo hacia mis ojos y se deslizaron hacia mi estomago. Caminó hacia mí, que parecía una estatua porque no podía moverme ¿Quién rayos lo invitó?

—Analise...

—Doctor—saludé por cortesía.

Me dio una sonrisa apretada.

—Tenía tiempo sin verte, estas preciosa.

—Gracias.

Incomodo.

Apreté mi brazo y miré hacia un lado, intentando buscar a alguien que no he saludado para escapar de esta situación tan incómoda.

—Te pediría perdón por el beso de hace meses, pero no lo siento en absoluto—volví mi vista a él—. Te quiero, Analise.

Asentí. ¿Qué podía decir?

—Lamento si mis mensajes te resultaron pesado es que...—rió avergonzado—. Lo mío jamás será eso de conquistar, ni con mi ex-mujer, quien fue ella la que se acercó.

Oh, la palabrería de la incomodidad. Esto se estaba volviendo cada vez peor.

—Toma—me extendió un ramo de rosas.

—Vaya, muchas gracias—sonreí—. Es un lindo gesto, no debió preocuparse por esto.

Negó rápidamente.

—Me importas, Analise, claro que siento la necesidad de demostrarte mi interés y me gustaría mucho que-

—Chaki chan.

Me giré hacia Ares y le sonreí, él me devolvió la sonrisa y sus ojos fríos se dirigieron al doctor.

—Doctor.

—Joven.

Que incomodidad.

Ares dirigió su vista a las flores y frunció el ceño.

—A ti no te gustan las rosas.

Elevé mis cejas, sorprendida.

— ¿Cómo sabes eso?

Se encogió de hombros.

—Te observo, se que te gustan los jazmines—sonrió y miró al doctor—. ¿Se las regaló usted?

—Así es.

Su sonrisa se volvió una emoción que no pude descifrar muy bien.

—Pues entonces es obvio que no la conoce bien.

Silencio y esos dos se miraban muy mal. Tomé el brazo de Ares y se giró en mi dirección.

— ¿Me acompañas a ponerlas en agua?

Asintió. Me giré hacia el doctor y le sonreí amablemente.

—Puede quedarse si le apetece—Ares volvió a mirarlo, interesado por su respuesta.

—No, lo lamento Analise, pero solo vine a felicitarte y darte las rosas—metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones—. Lamento que no son tus favoritas.

—Oh, no se preocupe, de todas formas son muy lindas.

Asintió lentamente.

—Feliz cumpleaños, Analise—miró a Ares e inclinó la cabeza en forma de despedida.

El caos que somos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora