CAPÍTULO 8

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Jin se disponía a asistir a la escuela, se estaba terminando de arreglar mientras se miraba en el espejo, tenía sus labios hinchados y al recordar lo que había pasado un día antes se tornó tímido y sus orejas se tornaron de un rojo intenso. Nam no se había quedado la noche anterior, solo lo había acompañado a su casa y se despidió de él yéndose de manera torpe, con una sonrisa en el rostro.

Como todos los días el chico tomó su bicicleta y emprendió su camino ahora con una gran sonrisa.

Jin era un chico de 17 años, muy inteligente, amigable pero lo que más llamaba la atención era lo atractivo que era, las chicas de su escuela tenían literalmente un club de fans formado por los diferentes grados, a las cuales las veía como buenas compañeras, convivía con ellas, sin embargo, esta situación no era del agrado de los chicos, específicamente de los novios de las chicas, lo cual le ocasionaba problemas como su reciente accidente. Había llegado al centro de estudios y cerca de su salón se encontraban ya cerca de 20 chicas con regalos esperándole. Todas lo recibieron con lágrimas tratando de comprobar que el pelinegro se encontraba bien, éste aceptaba sus regalos (los cuales al final del día compartía con sus compañeros de grupo, ya que la mayoría de las veces eran chocolates), y les daba las gracias mientras se encaminaba a su salón.

El día había pasado bastante lento, tuvo todas sus clases, esperaba que al menos Nam le enviara algún mensaje de texto, pero no había señales de él, por ello tomó la iniciativa de enviarle uno, pero no obtuvo respuesta, situación que le entristeció.

Sus compañeros durante la hora del descanso lo bombardearon con preguntas sobre lo que le había pasado, ya que estos se habían enterado, pero trataba de no dar explicaciones y se limitaba a buscar en otros temas, todos entendieron que no quería hablar sobre ello.

Jin era un chico muy especial, tenía una chispa que a sus compañeros les gustaba pese a que era un problema su club de fans.

Ese día salió más tarde de lo normal, ya que tenía que entregar la documentación para justificar las faltas que había tenido, el proceso administrativo era muy tedioso. Iba saliendo con su bicicleta cuando tres chicos más lo abordaron, eran los mismos que lo habían atacado antes.

-Vaya, quien iba a pensar que un gallina como tu iba a regresar –decía uno de ellos mientras sus acompañantes reían-. Voy a cobrarte los golpes que me dio tu amigo.

Los otros chicos tomaron por las manos a Jin sujetándolo, mientras este forcejeaba en vano, mientras el otro había lanzado el primer golpe en el estómago del pelinegro haciendo que se doblara de dolor, pero los chicos que lo mantenían sujeto no le permitieron derrumbarse. El agresor comenzó a reír.

- ¿Ya tan rápido te rindes Kim? No aguantas nada, esto apenas comienza.

El chico se disponía a lanzar otro golpe cuando alguien sujetó su brazo por detrás.

-Pero quien mier... -en ese momento se giró y recibió un golpe en el mismo lugar que el que le había dado a Jin. El chico se desplomó en el suelo y los otros chicos que sujetaban al pelinegro, al ver quién era el recién llegado salieron corriendo. Jin cayo de rodillas y el recién llegado corrió a él.

- ¿Estas bien? –reconociendo su voz, Jin solo asintió.

El moreno se puso de pie y caminó hacia el agresor quien se encontraba en el piso.

-Si tanto quieres desquitarte, ¿Por qué no lo haces conmigo? –sus palabras sonaron tan frías, así como su expresión, el chico en el suelo intento arrastrarse, pero el moreno piso su mano, la cual crujió, comenzando a lanzar gritos de dolor-, jamás, me escuchas, vuelvas a tocarle un pelo a Jin, porque te haré pagar de la peor manera.

Jin se puso de pie como pudo y tomando a Nam del brazo impidió que este siguiera torturando a su agresor.

-Nam por favor, detente... -la angustia en su voz, lo hizo reaccionar, mirándolo por una fracción de segundos volviendo al chico en el suelo.

-Será mejor que pidas tu cambio de escuela, si vuelvo a verte por aquí no te tendré piedad –el chico como pudo salió corriendo.

Nam sostuvo del brazo a Jin ya que este, aun tenia dolor por el golpe, lo llevó a una banca y ahí lo sentó mientras él se colocaba en cuclillas frente a él.

-Creo que será necesario que te enseñe a pelear –le decía mientras con sus manos removía los mechones de pelo de su frente- tienes que saber defenderte.

Jin se limitó a darle una pequeña sonrisa, después de unos minutos, Nam lo tomó de la mano.

- ¿Te sientes mejor? –éste asintió-, vamos a casa.

Nam manejo la bicicleta de camino a casa de Jin, mientras éste iba sentado atrás de él sujetándose de su cintura, disfrutó cada minuto del trayecto, éste no iba rápido, pareciera que comprendía que él chico estaba disfrutando del paisaje.

Se detuvo en un pequeño parque que se encontraba a unos metros de la casa.

-Espera aquí, voy rápido... -Jin sostenía la bicicleta desconcertado en lo que el moreno salía corriendo, pasaron solo unos cuantos minutos cuando regresaba con una bolsa de regalo y un pequeño ramo de rosas blancas envueltas en un papel rosa pastel que hacia un contraste con las flores.

-Sé que no tengo perdón, porque en todo el día no te llame o envié mensaje alguno, pero realmente estaba preparando algunas cosas y no creí que me absorberían tanto tiempo, quería sorprenderte y preparé esto, espere tu regreso a casa, pero al ver que no llegabas decidí ir a buscarte, realmente tuve miedo que te pasara algo como la última vez –Jin lo miraba tiernamente-, pero prometo que te protegeré, ya no te dejare solo, te enseñare a defenderte –Jin iba a decir algo pero Nam no lo dejó- entiendo que tú eres muy tranquilo pero en verdad es necesario y no acepto replicas al respecto... -hizo una pausa y le extendió las flores y la bolsa- espero que te gusten. -Se acercó a Jin y le dio un pequeño beso en la mejilla.

-Son hermosas Nam –el chico las tomo con cuidado como si al menor descuido se fueran a romper.

Dentro del ramo había una pequeña nota que decía: "Mis sentimientos por ti son puros". Jin amaba las rosas, se encontraba feliz con el detalle, se acercó a Nam y le dio un fugaz beso en los labios, de manera tímida.

-Hay que ir a casa... -ambos retomaron su camino a la casa del pelinegro, mientras Nam conducía la bicicleta con una sonrisa en los labios, Jin se sujetaba con una mano de la cintura de éste.

Era la hora del ocaso, los rayos del sol bañaban el rostro del chico de tez blanca que tenía el corazón conmovido, recargando su cabeza en la espalda del chico de tez morena, disfrutaba de la fresca brisa que rozaba su rostro, se acercaba octubre, las tardes comenzaban a tornarse rojizas y con ello venia el cambio de estación, pero para estos chicos apenas comenzaba la primavera.

(¨*•. Encuentro.•*¨) [NamJin] •Terminada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora