CAPÍTULO 20

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Eran cerca de las seis de la mañana cuando Jin despertó, afuera una leve lluvia caía... pareciera que el día comprendía como se sentía, aun deseaba llorar, pero las lágrimas ya no salían y afuera alguien lloraba por él, intento moverse, pero a sus pies Nam se encontraba dormido hecho un ovillo, se movió con el mayor cuidado, sentándose sobre la cama y comenzó a acariciar la cabeza del moreno, éste se removió ante el tacto y entre abrió sus ojos.

-Buenos días Jinnie –su voz era un susurro. El chico se movió al lado de Jin abrazándolo completamente y recostándolo con él en la cama-, ¿te sientes mejor? –su mano removía los mechones de cabello del mayor.

-Un poco –su voz sonaba débil, mientras se dejaba hacer los mimos que le hacia el menor.

-Joonie, quiero mostrarte algo... -se puso de pie y tomo a Nam de la mano.

Se dirigieron a la habitación de al lado, ambos se encontraban frente a la puerta, Jin la miraba con cierta melancolía, soltando un pesado suspiro saco una pequeña llave, abriendo la puerta lentamente. Era la primera vez en todo ese tiempo que abría esa puerta, a la cual Nam siempre había visto pero nunca se había atrevido a preguntar por lo que hubiera dentro. Encendiendo la luz Jin entro primero y Nam tras él, era un cuarto amplio, una habitación con todas las comodidades para su uso, había una cama individual con una colcha azul junto a la ventana con cortinas blancas, con un pequeño buró al lado, la cual contenía marcos con varias fotos y una pequeña lámpara, había un ropero bastante amplio que abarcaba casi toda la pared a la derecha.

-Este era el cuarto de mi abuela... -miraba a su rededor con pesar y melancolía-, solo abro de vez en cuando esta habitación para mantenerla limpia, ella era lo único que tenía..., me dolió tanto su muerte, siempre hablaba de mis padres con amor y devoción, realmente yo no los recuerdo, pero ella se refería a ellos como si estuvieran vivos... -la voz comenzó a quebrársele. Nam se acercó y lo abrazó, Jin quería llorar otra vez, sus ojos ya hinchados comenzaron a llenarse de lágrimas que dejo caer sobre el pecho del moreno. Después de unos momentos que logro calmarse se sentó sobre la cama y tomo uno de los cuadros donde se podía ver a una joven pareja que cargaba a un pequeño de cara regordeta y labios rosados, Nam podría adivinar de quien se trataba ese chiquitín-. Ellos son mis padres.... –le tendió el cuadro el cual tomo y la vio con detenimiento.

-Eras un bebé hermoso, tu sonrisita y tus cachetes –trataba de cambiar el humor del mayor, pero el chico solo hizo una mueca en un intento por sonreír.

A la edad de cinco años Jin había perdido a sus padres en un accidente, su padre había dejado al pequeño en casa de su abuela ya que se encontraba un poco enfermo, ellos no querían asistir al evento al que se dirigirían ya que su madre quería estar al pendiente de el, pero ya había hecho una promesa con el padre de Nam. Su abuela materna era su único familiar, y quien crio al pequeño, además de que se había hecho cargo del restaurante que su padre le había dejado como herencia, Jin creció en ese restaurante, hasta que a la edad de 14 años su abuela se vio obligada a venderlo, debido a que la zona ahora formaría parte de una empresa que realizaría en ese lugar una zona residencial. Y a la edad de 15 años el chico había quedado completamente solo. Al fallecimiento de su abuela el pelinegro vivía en completa soledad, cada noche lloraba en su cama hasta llegar a la inconciencia del sueño y ante los demás mostraba una sonrisa fingida, porque había prometido a su abuela que trataría de vivir feliz.

El conocer la historia de sus padres, el cómo conocieron a los padres de Nam, eso no le importaba, ni mucho menos tenía interés por los negocios que abrían hecho, lo que realmente le dolía al chico era el hecho de que el recuerdo de su abuela y el amor que le había inculcado al chico por esos seres inexistentes en su vida que lo habían engendrado, le hacía sentir como si su muerte hubiera sido en esos instantes y no hacía ya 13 años, siempre estuvo agradecido con ellos por darle la vida, aunque su abuela no sabía mucho sobre el hecho del cómo o porque habían fallecido.

-Joonie... -el chico apoyaba su cabeza en el hombro de Nam-, siento que esto es una pesadilla...

Nam había posado su brazo por la espalda del pelinegro y lo atraía hacia sí para abrazarlo.

-Jinnie, yo hubiera dado todo porque no supieras esto... -acariciaba sus mejillas limpiando el rastro de las lágrimas que aún quedaban en ella.

-Lo sé, pero fue mi decisión, solo que... -hizo una pausa tratando de controlarse para no volver a llorar-, no pensé que esto dolería tanto... -poso su mano sobre su pecho.

-Eres un chico muy sensible, por ello sientes tanto esta situación, pero yo estoy aquí contigo y no te dejaré solo... -trago saliva, al recordar la conversación que había tenido solo unas horas antes, tomo a Jin por los hombros y lo miro fijamente-, Jinnie... pase lo que pase, las decisiones que tome de ahora en adelante, será por el bien de los dos, puede que no las entiendas del todo, pero tienes que confiar en mi ¿sí?, te juro... -tomaba con una de sus manos a Jin por la barbilla-, que jamás te haría daño y no quiero que derrames más lágrimas de tristeza, saldremos de todo esto.

Jin lo miraba con cierto desconcierto, ¿que era a lo que se refería Nam?, pero no se sentía con ánimos de pensar en nada y solo se limitó a asentar con la cabeza. Nam lo atrajo hacia sí y comenzaron a besarse, era un beso con sabor a sal por las lágrimas que el chico había derramado, mientras los labios del moreno le supieron a gloria, era un beso suave que fue subiendo de intensidad, despertando el deseo de ambos. Era un tipo de hambre que solo se sacia con los labios del otro.

(¨*•. Encuentro.•*¨) [NamJin] •Terminada•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora