Sam
Sé que debo hablar con Lucía para solucionar las cosas entre nosotras, no me gusta estar mal con ella y menos a tanta distancia.
Aún recuerdo como la conocí, puede que sea una de las historias más locas y menos esperadas de todo el mundo pero bueno, es nuestra historia y eso es parte de nosotras, gracias a eso hemos llegado hasta este punto.
Estoy sentada en el sofá, frente al ordenador, solo tengo que pulsar el botón de llamar para hablar con ella, solucionar todo y estar como antes, bien.
Antes de darme cuenta pulso el botón y agradezco el haberlo hecho ya que si no me hubiera echado atrás y no la hubiera llamado.
— Creo que se nos quedó una conversación pendiente— dice nada más contestar.
Esta con una cara un tanto seria pero a la vez triste. Creo que esto nos duele a las dos, sé que lo mejor sería hablarlo a la cara pero no se puede.
— Siento haberme puesto así ayer— digo arrepentida.
— No pasa nada, pero yo también me equivoqué al no haberte contado eso, tú eres parte de nosotras y tenías que saberlo, no deberíamos haber esperado siete meses a contártelo
La calma llena mi cuerpo, la verdad llevo desde que me enteré, nerviosa, enfadada, triste, decepcionada... y un montón de sentimientos que no me han dejado tranquila. Por fin creo que puedo respirar algo tranquila.
— Creo que llegara Leo hizo bien para que paráramos de discutir— se ríe y una tonta sonrisa aparece en mis labios— ¿Sam?
Levanto lo más rápido que puedo mi cabeza y miro a la pantalla.
— ¿Qué?— digo a la vez que intento borrar mi sonrisa, cosa que no consigo.
— Sabes, conozco esa sonrisa— la miro confusa—. No te hagas la tonta, puede que a tu grupito les tengas engañados, pero a mí no— mi cara de confusión aumenta—. Te gusta Leo.
Intento apartar la vista de la pantalla.
— No, no me gusta, te equivocas— bajo mi mirada a mis manos y vuelve a aparecer otra sonrisa en mi cara.
— No me mientas, sé que te gusta. Te estás comportando igual que cuando estabas aquí y... él se te venía a la cabeza, o lo nombrábamos.
— No te puedo mentir, me conoces demasiado bien— me llevo las manos a la cabeza—. Sí, creo que me gusta...— logro confesar.
— Lo sabía, tuve la sensación de que algo ibas a sentir por él desde que me llamaste tras el día de la playa— la miro con confusión—. Sí, a la vez que me lo contabas tenías una sonrisilla que quería salir.
— Te odio— digo mientras me río.
— Me amas y lo sabes, aunque puede que me reemplaces por otra persona— sonríe con malicia.
— Nunca te voy a reemplazar, tú no lo hiciste cuando empezaste a salir con Mikel y yo dudo que salga con alguien.
Sí, dudo mucho que vaya a tener algo serio con alguien, ya no me gusta encariñarme demasiado con la gente.
— Sam, no puedes seguir cerrando las puertas del amor, ya te lo he dicho mil veces.
— Sabes que no quiero nada con nadie.
— Las dos sabemos que sí que quieres, pero tienes miedo y no sé de qué.
Sí, tiene razón tengo miedo, tengo miedo de que cuando mi padre se jubile nos volvamos a España y que yo haya empezado una relación en Miami y eso no lo quiero. No quiero que le tenga que dejar porque me voy.
— ¿A qué tienes miedo?
— No quería sacar este tema, pero bueno, sabes que le dije lo que sentía, ya sabes de quién hablo, él me dijo que sentía lo mismo y que quedáramos para hablar y justo al día siguiente mis padres me dijeron que nos mudaríamos...
— Fue coincidencia— dice como si no tuviera importancia.
— No, las dos sabemos que cada vez que me va bien en algo, llega algo que lo jode todo, cada vez que soy feliz hay algo que me echa para atrás y atrae la tristeza a mi vida.
— No es cierto, y lo sabes— intenta convencerme de que no es así.
— Estábamos todas genial, le confesé al chico que me gustaba lo que sentía, íbamos a quedar para hablar y mis padres me dijeron que nos íbamos a Miami, cuando llegamos me dijeron mis padres que volveríamos cuando mi padre se jubilara pero les escuché hablar de quedarse, así que prefiero no encariñarme demasiado, si se lo llego a decir y quiere algo que no sea serio, por mí bien, pero sino que se olvide.
— Eso es lo que crees tú, seguro que en realidad no es así.
— Luego está lo vuestro, cuando creía que las cosas iban bien, me ha llegado esto y ha dolido.
— De verdad, lo siento— los toques a su puerta del cuarto interrumpen nuestra conversación.
— ¿Has quedado?— asiente— pues te dejo
— ¿Hablas con alguien?— pregunta Mikel cuando entra en el cuarto.
— Estoy con Sam— señala y Mikel saluda.
— Mejor yo ya me voy que tengo que hacer un par de cosas, chao— cuelgo.
Ojalá haberme quedado allí para formar parte de sus vidas, saber todo de ellas sin tener que estar así. De hecho Lucía me da envida, ella tiene una relación estable, de ya unos tres años y ojalá yo hubiera tenido algo así.
Duele saber que me va a costar conseguir a alguien que me trate como Mikel trata a Lucía.
ESTÁS LEYENDO
¿Y Si No Vuelvo? #1
JugendliteraturSam lleva cinco años separada de su familia y amigos, se ha negado durante mucho tiempo a rehacer su vida en el nuevo lugar, en la nueva ciudad pero hace relativamente poco decidió dejar de perder el tiempo y volver a hacer su vida, sin la gente del...