Capítulo 10

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Estoy sentada en la toalla mirando el horizonte, disfrutando de los rayos del sol, puedo sentir como estos acarician mi piel. Cierro los ojos para disfrutar de la tranquilidad ya que todos están en el agua.

No pasa mucho tiempo hasta que abro los ojos y veo una sombra acercarse a mí.

— ¿Disfrutando del sol?— veo a Álvaro que se sienta junto a mí.

— Un poco— respondo volviendo a mirar hacia el mar.

— Sabes, no llegas a hablar ayer y no deduzco que eres española— dice entre risas.

— Es entendible, soy muy blanca de piel y ya ves que llevamos aquí un par de horas y aún no me he puesto ni de color roja, sigo igual de blanca que la leche— digo riéndome.

Tras unos minutos de silencio me atrevo a hablar.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí?— pregunto algo curiosa.

— Un año, los demás se conocen de hace algo más de tiempo pero yo los conozco desde hace un año— coge aire— y aunque llegué hace tan poco tiempo son como mi familia.

No me atrevo a preguntar más por si le molesta.

— ¿De qué parte de España eres?

Giro la cabeza al escuchar la pregunta y veo que él también está mirando el horizonte.

— Soy del norte, Navarra exactamente, ¿y tú?— le devuelvo la pregunta.

— Soy de Valencia.

— ¿Extrañas a tú familia?— digo apoyando mi cabeza sobre mis rodillas.

— Todos los días, pero hablo con ellos muy a menudo— hay otro pequeño silencio— ¿Hace cuánto que no vas a España?

— Desde que me mudé a Miami con mis padres no hemos vuelto y no creo que lo hagamos... ¿tú?

— He ido este verano un mes a verles.

Este chico es muy agradable, creo que va a ser capaz de entenderme si extraño a mi familia o cosas así.

***

Estoy algo cansada pero tengo que aguantar despierta para no caerme de la moto.

Por despiste y por cansancio mis manos se deslizan por la cintura de Leo y entrelazo mis dedos por delante de su abdomen, no puedo evitar el apoyar mi cabeza en su espalda.

Noto que la moto va frenando y veo que estamos junto al resto en la entrada al garaje. Ya hemos llegado. Me doy cuenta en la forma en la que me agarro a Leo y rápidamente cambio de postura posicionando mis manos sobre sus hombros.

En cuanto apaga el motor de la moto me bajo lo más rápido que puedo. Me quito rápido el casco y se lo devuelvo.

— Gracias— digo rápido.

Él toma el casco y se lo cuelga en el brazo junto con el otro.

— Bueno chicos yo estoy cansada así que me voy a ir ya, gracias por dejarme ir con vosotros— les anuncio.

— Espérame que voy contigo— dice Clara siguiendo mis pasos.

— Chao— decimos a la vez

Cuando entramos en el ascensor apoyo mi cabeza en la pared y cierro mis ojos.

— Estas muerta— dice Clara riendo.

— Sí, es matador pasar todo el día en la playa— abro mis ojos y miro hacia el techo del ascensor— fíjate que pensaba que me iba a caer de la moto.

— Pues menos mal que no ha sido así— nos reímos las dos— ¿Que tal el viaje?

— Algo extraño, pero bien— me mira confusa— estoy acostumbrada a mi padre y algunos de mis amigos de Miami— aclaro— pero Leo no conduce nada mal.

No tardamos mucho en llegar a nuestro piso y de seguido nos metemos cada una en nuestra casa.

Me tiro a la cama y agarro mi ordenador y llamo por video llamada a Lucía.

— ¿Qué tal en la playa?— es la primera cosa que me dice tras contestarme.

Echaba de menos ver su cara, su pelo castaño ondulado, su cuarto, aún me acuerdo la última vez que estuve allí, fue muy divertido, y ahora extraño esos momentos.

— Bien— intento evitar su mirada.

— Dime ya que es lo que ha pasado.

Por mucho tiempo que haya pasado parece ser que recuerda como me pongo cuando ha pasado algo interesante o algo que a ella le puede interesar y no se lo quiero contar.

— Nada, lo juro— levanto mis manos haciéndome la inocente— lo juro por Toby

Sabe que amo a su perro casi igual que ella y la verdad extraño abrazar a ese monstruito, siempre que le tengo que jurar algo le digo, que lo juro por Toby, y cada vez que me tiene que jurar algo le digo, júramelo por Toby. Creo que ese perro es la cosa que más amamos.

— De acuerdo, te creo— de la nada me suena el teléfono y miro confusa el número ya que no lo tengo registrado— ¿Quién es?— me encojo de hombros— Contesta— me manda y le hago caso.

— ¿Diga?— digo mirando la pantalla del ordenador con mi teléfono en la oreja pegado.

— Hola— contestan al otro lado de la línea.

— ¿Quién es?— pregunto.

— ¿No sabes quién soy?— hace una pausa— pues pensaba que sí que me conocías porque si no, no te hubieras subido en mi moto.

Odio no acordarme de las voces, debería acordarme, es sencillo, aunque sí que es cierto que se escucha diferente en la llamada.

— Leo— digo en alto y Lucía me mira confusa.

Sé que no sabe de lo que estoy hablando, solo sabe que he conocido algunas personas porque me perdí. Eso es lo único.

— Parecía que has disfrutado el viaje de vuelta— dice con un tono de superioridad.

— En mi defensa diré que me he agarrado a ti de esa forma ya que estaba cansada y si me agarraba de la otra forma me iba a caer— me excuso— Lo siento si te ha molestado.

— No, tranquila— dice riendo— ¿Has disfrutado del día?

— Sí, me lo he pasado bien y así he podido conocer alguno algo más.

Con Leo no he podido estar mucho ya que ha estado casi todo el rato o callado o donde yo no estaba, sí que hemos intercambiado igual cuatro palabras pero hasta ahí.

Lucía mientras hablo con Leo me mira confusa pero pone atención a todas las cosas que le digo.

— Bueno me tengo que ir, adiós— corto la llamada sin dejar que se despida.

— ¿Qué coño ha sido eso? Esa no es el Sam que se fue de aquí— asombrada.

— La gente cambia.

— ¿Cotilleo?— niego con la cabeza.

— Es mi tercer día aquí y me estoy muriendo de cansancio así que déjame dormir y otro día te cuento, pero no es nada de cotilleo.

¿Y Si No Vuelvo? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora