¿Y Si No Vuelvo? #1

Capítulo 36

Lucía

Sinceramente, el vuelo ha sido eterno pero va a merecer la pena en cuanto pueda abrazar a Sam, es lo único que he querido en los últimos cinco años, poder abrazarla y no soltarla.

Miro la hora ya que el vuelo se ha retrasado media hora. Son las siete y media de la tarde.

Voy caminando hacia la salida cuando decido pararme para mirar si tengo algún mensaje, y al ver que hay varios decido llamar a Leo.

— Hola— dice en cuanto contesta

— Acabo de aterrizar estoy cerca de la puerta de llegada.

— Nosotros también estamos por aquí, cerca de la puerta de salida.

— De acuerdo voy hacia ella.

Comienzo a caminar hacia la puerta de salida mirando hacia todos los lados, esperando encontrar la cara de Leo y a la vez preguntando si me ven.

Sé que es complicado que me vean ya que yo bajita pero nunca está de más preguntar.

Decido pararme cerca de la salida antes de volver a preguntar.

— No os veo ¿Dónde estáis?

— Ya te vemos, gírate

Cuando me giro están pasando varias personas de lado a lado y cuando pasan consigo ver a Leo y a Álvaro viniendo hacia mí.

Nunca había visto a Álvaro en una video llamada al contrario que Leo, de Álvaro solo había visto algunas fotos que me había mandado Sam y que me había mandado Leo para localizarlos en el aeropuerto.

Leo es el primero en darme un abrazo, sabía que eran altos, pero no que me iban a dejar como un minion.

— Al fin nos conocemos en persona— dice mientras se separa de mí.

— Yo soy Álvaro, no sé si te han hablado de mí— yo asiento con la cabeza—. Más le valía a Sam hablarte de mí— comenta mientras me abraza.

— Me ha hablado de todos, de vosotros, de Clara, Sara, Marco, Ethan, Axel, Lisa, Karol, Ángela, Melody, Natalia... Y puedo seguir con la lista.

— Es hora de irnos, no queremos que si te llama Sam se escuchen ruidos de aeropuerto— comenta Leo.

Álvaro agarra una de las dos maletas y me ayuda a llevarlas hasta el coche.

Ya montada en la furgoneta, que es enorme, empiezo a disfrutar del paisaje.

— No me creo que vaya a volverla a ver— digo desde la parte de atrás.

— Bueno, suele pasar cuando la gente se separa por mucho tiempo— dice Álvaro girando la cabeza hacia mí.

— Al fin y al cabo la distancia es dura— comenta Leo con la mirada fija en la carretera.

— Gracias por ayudarme a hacer esto, os voy a deber una bien grande.

Leo aparca frente a un bar.

— Ya te dije que no podrías ir hasta las doce y pasearte por el edificio es algo... digamos que peligroso.

— Lo entiendo, pondría en riesgo la sorpresa, lo sé.

— Hemos pensado que ya que no puedes ir, podríamos cenar fuera, así que hemos reservado un sitio para cenar— comenta Álvaro.

— Sí, y vendrán el resto, salvo Clara que está vigilando a Sam de manera discreta— añade Leo con una pequeña sonrisa en la cara que se le puede ver a través del retrovisor

— Interesante... ¿Y el resto dónde están?— me intereso.

— Están acabando de preparar algunas cosas en el local para mañana— me contesta Álvaro.

En cuanto entramos nos sientan en una mesa y los demás no tardan en llegar.

***

Sam

— Prefería a este que al cerebrito gilipollas— comento entre risas.

— La verdad yo también, el otro es como muy cerebrito y muy... ¿cómo decirlo?

— Enemigo— asiente—. Eran rivales, no tenía sentido que salieran juntos.

— Eso es, ¿cómo puedes pasar de pelearte con alguien a salir con él?

— Dicen que del odio al amor solo hay una línea muy fina... Pero eso no es cierto, tal y como se odiaban era imposible que acabaran juntos, por mucho que ella tuviera celos de la otra.

— Exacto.

Entre risas vamos a la cocina para dejar el bol de palomitas.

— Tengo otra idea— digo rápidamente.

Clara me mira con confusión, diversión y algo de terror, todo en una misma expresión, en un mismo instante.

— Tengo una receta para hacer un bizcocho casero. ¿Te apetece hacer uno?

Clara asiente y rápidamente estamos preparándolo todo.

Tras un rato mientras limpio toda la cocina y vigilo el horno llaman al timbre.

— ¿Clara puedes ir tú? Sigo limpiando todo esto.

Clara rápidamente se levanta y va hacia la puerta.