Leo
Han pasado dos días desde el día que fuimos a la playa, y esos dos días Sam no ha salido de su casa por estudiar los putos exámenes.
Al llamar a su puerta me sorprende que sea Lucía la que me abra la puerta.
— ¿Puedo pasar?— Lucía asiente y se aparta.
— Está en la ducha, por si la quieres esperar.
— Sí, iré a su cuarto— digo empezando andar por el pasillo.
— Tranquilo celosillo.
Que puta manía con decir que soy celoso, que no lo soy joder.
Tras unos minutos de espera en el cuarto de Sam, ella aparece envuelta en una toalla blanca, que la verdad ojalá se la pudiera quitar en este mismo instante.
— ¿Qué haces aquí?— su tono de sorpresa no me extraña.
Me pongo en pie lo más rápido que puedo y me acerco a ella.
— Llevas dos días aquí estudiando y estos días no me estás llamando porque sabes que tienes a Lucía que hace el mismo trabajo que yo. Así que me apetecía verte ¿mal?
Ella niega con la cabeza.
— Pero...
Oh no..., ya empezamos con los peros.
— Pero... ¿qué?
— He quedado con Kevin para hablar con él un rato y Lucía se va a venir con nosotros.
Genial, lo que me faltaba. El chico ese ha quedado con Sam para "hablar" y va Lucía, pobre, la van a tener apartada.
Me separo algo de ella.
— ¿Pasa algo?— me pregunta.
— No, es que me acabo de acordar que tengo que hacer un par de cosas, así que mañana nos vemos.
Empiezo a andar para salir lo más rápido posible del cuarto.
— Pues adiós...— oigo decir a Sam a lo lejos.
Al pasar por al lado de Lucía que me mira sorprendida al verme tan apurado para salir.
— ¿Celoso?
— No— miento.
***
Tras un rato sobre la moto decido entrar a un bar, en el que casualmente se encuentran, Sam, Lucía y el crio ese.
Llevo un rato ahí afuera para que no sospecharan de que los estaba siguiendo, Sam sabe cómo es mi moto y podría haberse dado cuenta desde hace un tiempo.
Al entrar voy directo a la barra.
— ¿Leo?— escucho una voz a lo lejos.
Sé que es Sam, su tono de sorpresa es evidente, ninguno de ellos tres esperaba verme aquí en este momento.
Decido acercarme a ellos. Noto como cuando me voy acercando Lucía se ríe.
— Mira que coincidencia— digo uno una ligera ironía.
De reojo veo como Lucía aprieta sus labios para no reírse en la situación.
— ¿Qué haces aquí?— me pregunta Sam confusa—. ¿No tenías cosas que hacer?
— Sí, pero tenía un descanso y he decidido venir a tomar algo.
Entre frase y frase echo alguna que otra mala mirada a Kevin.
— ¿Te quieres sentar?— me pregunta Lucía.
El sentarme en esa mesa con ellos tres solo puede desencadenar en una cosa: caos.
— No, de hecho ya me iba.
Lucía sabe muy bien cómo va a acabar esto como yo me siente ahí.
— Pero habías dicho que ibas a tomar algo— interviene el chico de la chaqueta de cuero.
— Sí, pero no he dicho que me fuera a quedar a tomármelo aquí— digo con un poco de malicia—. Me lo voy a tomar afuera en la moto. Así que me voy yendo.
Vuelvo a la barra pago y me llevo mi bebida.
***
Escucho que alguien aporrea la puerta de mi casa. Al abrir veo a Sam no muy contenta.
— ¿Te crees que soy gilipollas?— dice empujándome del hombro para pasar.
— ¿Perdona?
— ¿Te crees que no sé qué llevabas toda la tarde siguiéndonos con la moto?
Pillado.
— A parte las malas miradas que le has echado sin razón alguna. ¿Se puede saber qué es lo que te pasa?
Voy tras ella intentando que se calme.
— Sé que estás celoso, pero no pensaba que tanto.
Esas palabras me desconciertan por un momento.
— Espera... ¿Lo sabías?— asiente.
— Lucía es mi mejor amiga, hablamos de todo.
Al fin por un momento se para.
— Se lo que te dijo, deberías creerle, es la persona que más me conoce.
— ¿Te puedo hace una pregunta?— asiente—. ¿Qué ha sido él para ti? Se nota que no ha sido solo un amigo.
Necesito saberlo ya, tengo que comprobar que lo que pienso es cierto.
— Tienes que prometer que no te vas a enfadar— mal vamos, pero asiento—. Ven.
Agarra mis manos y me sienta en el sofá.
— Yo en Miami no te conocía...— vamos muy mal—. Lo conocí de fiesta, nos caímos bien y pues si nos encontrábamos de fiesta puede que hubiera algún que otro derecho a roce.
Consigo soltar mis manos y me las llevo al pelo mientras agacho la cabeza.
— Lo sabía...
— Pero él no ha significado nada para mí.
Pone una de sus manos en mi mejilla y me obliga a mirarla.
— Puede que no tengamos nada, pero yo soy fiel a mis sentimientos.
Sus ojos verdes no dejan de mirar a los míos. Parecen tan sinceros.
No me resisto y la beso.
Ella por fortuna me lo devuelve, haciendo que sea increíble.
No tardo en cargarla y sin despegar nuestros labios caminar hasta mi habitación.
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¿Y Si No Vuelvo? #1
Teen FictionSam lleva cinco años separada de su familia y amigos, se ha negado durante mucho tiempo a rehacer su vida en el nuevo lugar, en la nueva ciudad pero hace relativamente poco decidió dejar de perder el tiempo y volver a hacer su vida, sin la gente del...