Sam
Lentamente me levanto a abrir la puerta para que no se me revuelva el estómago. No único que pienso es en no potar de camino a la entrada.
— ¿Qué haces aquí?
¿Leo en mi puerta? Se suponía que había hablado con Clara. No quiero que me vea con estas pintas y vomitando.
— Clara me ha mandado porque tenía cosas que hacer y al final no podía venir.
Creo que mi cara de sorpresa es bastante evidente. Yo esperaba ver a Clara y no a Leo.
Clara me había dicho que sí que podía venir, ¿acaso le ha surgido algo?
— Pues gracias, pasa— me aparto de la puerta.
Ese mínimo movimiento que hago causa que las tripas se me vuelvan a remover y hacen que salga corriendo al baño sin dar explicaciones.
Oigo la puerta cerrarse de golpe mientras corro y seguido oigo los pasos de Leo detrás de mí, siguiéndome al baño.
Al acabar de vomitar me siento en el suelo y echo mi cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. Noto la mano de Leo sobre mi hombro y al abrir los ojos ahí está.
Me da una pequeña sonrisa y después una cara de preocupación, ese cambio de expresión provoca en mí una pequeña risa.
— Por lo que veo, no has perdido la sonrisa.
Pongo los ojos en blanco y se ríe.
— ¿Estás mejor?
Su mano que estaba en mi hombro pasa a mi espalda, pero esta no se queda quieta y me acaricia toda la espalda.
— Sí, estoy algo mejor.
Él se levanta y extiende sus manos hacia mí. No tardo en agarrar sus manos y con su ayuda levantarme.
Me tumbo en mi cama y él se sienta a la altura de mis rodillas mirándome.
— No se te ha visto mucho el pelo desde que empezaste las clases.
— Lo sé, lo siento.
— No pasa nada, pero me ha parecido raro.
— Suelo estudiar desde el minuto uno.
— Por eso tienes esas buenas notas ¿no?
— Sí, aunque no todo el mérito es mío.
Su cara de confusión no me sorprende.
— Me suelen costar mucho los estudios y mi madre siempre me ha estado ayudando a estudiar de alguna forma. Este año lo tengo que hacer yo sola, aunque el año pasado ya hice algo yo sola y salió bien pero ahora sí que estoy sola.
— Bueno, si quieres, yo te puedo ayudar como me digas.
Se está ofreciendo a ayudarme a estudiar, tiene que ser una broma.
— Pero por curiosidad, ¿por qué te cuesta tanto estudiar?
No sé si quiero decirle la verdad, no quiero que me vea como alguien que confunde todo lo que lee y que tampoco sabe los significados de algunas palabras. Aunque tarde o temprano se lo tendré que decir.
Antes de decir nada respiro hondo.
— Soy disléxica y confundo todas las palabras o casi todas, me las invento y así.
— ¿Pero dislexia no era lo de confundir derecha o izquierda?
El mítico estereotipo de la dislexia, si eres disléxico confundes izquierda, derecha, arriba, abajo... pero no solo es eso, de hecho es una pequeña parte de todo lo que provoca la dislexia.
— Una de las pocas cosas y no afecta a todos.
— ¿Entonces me dejarás ayudarte?
— Sí, a parte solo te pido que me llames la atención si me distraigo o me equivoco cuando estoy estudiando.
— Supongo que será fácil.
— Bastante fácil.
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¿Y Si No Vuelvo? #1
Teen FictionSam lleva cinco años separada de su familia y amigos, se ha negado durante mucho tiempo a rehacer su vida en el nuevo lugar, en la nueva ciudad pero hace relativamente poco decidió dejar de perder el tiempo y volver a hacer su vida, sin la gente del...