Capítulo 42

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Sam

— ¿Te gusta la fiesta?— me pregunta Álvaro.

— Sí— desvío la mirada hacia mi vaso—. La verdad, necesitaba una buena fiesta.

— ¿Hace cuánto que no has salido de fiesta?

Su pregunta me sorprende.

— Pues unas semanas antes de venir a Los Ángeles— miro hacia donde esta Lucía y él sigue mi mirada hasta ella—. Pero... desde que me fui de España no las he disfrutado. Me faltaba algo en ellas.

— Lucía— yo asiento—. Se nota que estáis unidas.

— Sí, siempre hemos procurado estar la una para la otra, pasara lo que pasara.

— Ya me contaréis como os conocisteis, tiene pinta de ser una historia interesante.

Cuando dice eso, me viene a la cabeza el primer recuerdo que tengo de ella, dios éramos tan pequeñas.

— Puedo asegurarte de que lo es.

Cuando veo que mi vaso está vacío me disculpo con Álvaro para ir a rellenarlo.

— Sam, al fin te encuentro— escucho decir a Lisa.

Como no ella esta preciosa, con un vestido plateado, su pelo castaño largo y su flequillo perfecto.

— Lo siento, ando de aquí para allá.

— Como sea, ven, vamos a hablar con las chicas.

***

Leo

— ¿Cuándo crees que será el mejor momento? — le preguntó a Lucía antes de pegarle un sorbo a mi vaso.

— Va por su tercera copa, espera a que vaya por su cuarta.

— ¿Cómo haces para acordarte de eso tras cinco años?

— Quieras o no a Sam bebe más de lo que me gustaría admitir, pero estoy casi segura de que durante estos años ha bebido menos y su cuerpo no está listo para aguantar tanto. ¿Qué haces para acordarte de eso después de tantos años?

— Sam siempre ha bebido pero desde hace un tiempo que no bebía tanto, la conozco y, quiera o no, se cómo es y cómo se comporta dependiendo del ambiente.

Supongo que tiene razón, ella la conoce mucho más y han debido de salir mucho de fiesta en España.

— ¿Salíais mucho de fiesta?

— Éramos pequeñas, el verano que más salimos de fiesta fue cuando teníamos 15, 16 años. Justo su último verano en España. Íbamos de aquí para allá. A todos los pueblos en los que hubiera fiestas. Fue justo ese verano en el que empezó a beber.

Supongo que esas cosas nunca se olvidan.

— Ese verano no lo vas a olvidar ¿verdad?

— No, fue nuestro último verano juntas y no lo cambiaría por nada.

Tras decir eso se queda unos segundos pensativa y callada antes de volver a hablar.

— ¿Te puedo pedir una cosa?— yo asiento—. Por favor, pase lo que pase haz que Sam siempre tenga una sonrisa en la cara. Yo no podré estar presente siempre, pero sé que siente algo por ti y tú también sientes algo por ella.

— Lo haré— le aseguro.

***

Sam

Quiera o no estoy empezando a sentirme algo mareada. Llevo sin beber de esta manera años, sin emborracharme. La última vez que pasó fue la primera fiesta en Miami. Estaba tan triste que necesitaba que algo me hiciera olvidar todo, todo lo que había pasado en ese momento.

— Sé que esto igual te hace ponerte peor.

Las palabras de Melody me hacen volver a la realidad.

— ¿Volverás a España cuando ya no vivas con tus padres?

Esa pregunta me la he hecho yo miles de veces. Siempre he querido volver, desde que me hicieron viajar, solo he querido volver. Pero no sé qué es lo que quiero.

— ¿Volver? — pregunto confusa y Melody asiente—. Supongo que siempre lo he querido, por lo menos, volver a ver a mi familia, a mis amigos...

— Debió ser duro dejar todo eso atrás— dice Karol.

Por primera vez en cinco años alguien piensa igual que yo, o cree que es igual de complicado.

— Sí— bajo la mirada a mi vaso, del cual queda un cuarto de bebida y me la acabo de un trago—, pero al final una acaba acostumbrándose.

— ¿Cómo te acostumbras a no ver a nadie conocido? — la pregunta de Ángela me sorprende.

— Supongo que no te puedes acostumbrar, tienes que aprender a vivir con ello

Me hubiera encantado poder visitarlos, pero es cierto, o aprendía a vivir con ello o me iba a pasar llorando años.

— ¿Cómo vas a vivir sin ver a tu familia ni a tus amigos?— escucho decir a Lisa.

Quiera o no es cierto, es duro y duele, por mucho que lo intentes ocultar, quieras o no duele.

— Costumbre y hacer nuevos amigos, supongo— me encojo de hombros.

Noto unas manos sobre mis hombros, creo que ningún otro día he sentido tantas manos sobre mis hombros como hoy.

— ¿Me la puedo llevar? — escucho la voz de Leo detrás de mí.

No sé si lo que escucho está pasando de verdad o no. He bebido demasiadas copas como para ser totalmente consciente de lo que está pasando en este mismo instante.

Veo como las chicas se miran entre ellas antes de asentir con la cabeza.

Tras ese momento sólo noto la mano de Leo con la mía arrastrándome por todo el local y viendo pasar a todo el mundo.

Leo se para en un lugar donde no hay mucha gente y aun tirando de mi mano me coloca frente a él, haciendo que mi espalda se apoye en la pared. Su mano apoyada en la pared al lado de mi cabeza me hace ver el poco espacio que queda entre nosotros.

Solo soy capaz de mirar a esos ojos de mirar a esos ojos marrones preciosos que me han atrapado desde el primer día.

Noto su mano acariciando mi mejilla unos segundos antes de notar sus labios sobre los míos.

Mi mente quiere detener eso pero mi cuerpo hace todo lo contrario, sigue el beso hasta que Leo se separa.

— Necesitaba que supieras lo que siento— dice mirándome a los ojos.

Me dedica una sonrisa, con sus dientes perfectos.

— Me gustas y no lo puedo seguir negando.

Sus ojos miran fijamente los míos buscando una respuesta en ellos.

Si ya notaba que el alcohol se había apoderado de mi cuerpo, en este momento noto como la última copa me empieza a hacer efecto.

— Me gustas— no soy consciente de lo que digo.

No puedo pensar con claridad, simplemente mi cabeza quiere huir y mi cuerpo quiere quedarse.

Para mi sorpresa antes de que cualquiera de los dos diga algo, Leo vuelve a estampar sus labios con los míos, haciendo que ese beso sea increíble.

¿Y Si No Vuelvo? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora