Capítulo 46

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Sam

Ya es noche buena y hoy me toca ir a una sesión de fotos en la calle y es con Leo. Nos hemos mantenido muy distantes desde la última discusión que tuvimos el día de después de mi cumpleaños.

Con Lucía ya no he vuelto a discutir ya que voy a pasar poco tiempo con ella y no quiero estar mal, creo que la discusión fue porque al final no queremos volvernos a separar y sabemos que eso va a pasar.

Estoy bajando a la entrada para montarme en la furgoneta que nos llevará, como siempre, al local. Tengo miedo de cómo va a ser estar con Leo a centímetros de mí, nos hemos saludado pero tampoco hemos intercambiado muchas palabras.

Al montarme en el coche él ya está ahí, nos saludamos y arrancamos hacia el local. Me pongo los cascos para no tener que oír el exterior y no tener que hablar con nadie hasta llegar.

Nos bajamos de la furgoneta y vamos a por la ropa y los probadores portátiles para la sesión de hoy, los metemos en el maletero y los Ada y Luke suben a la furgoneta con nosotros. Yo no me pongo los cascos ya que nos explican un poco qué tipo de fotos tenemos que hacer y me parece mal ponérmelos.

Paramos en el primer lugar en el que tenemos que sacarnos las fotos. Es un campo precioso con flores y hay algunos caballos, de hecho algunos se van a utilizar para las fotos— No entiendo lo de meter un caballo en una revista de moda pero bueno yo no decido eso—. Agarro el primer conjunto y me meto a uno de los probadores portátiles.

— ¿Samantha, te falta mucho?— pregunta la Ada.

— No, ya casi estoy, pero estoy teniendo un problema con las botas, ¿me podrías ayudar?

— Sí claro— salgo para que me ayude y consigo que entren al fin— pero si cuando te las probaste el otro día entraron bien, bueno empecemos ya, ¿Leo estas?

— Sí— me mira— ¿bueno que tenemos que hacer para la primera foto?

— Os vais a subir los dos a un caballo, al mismo, como esta ropa es de montar a caballo, queremos que se aprecie, aparte de que nos han pedido varias fotos de una pareja para una revista de caballos— dice el Luke.

— Leo irá delante agarrando al caballo y Sam te tienes que subir atrás de Leo y agarrarle de la cintura con tus brazos para sujetarte para no caerte— dice la Ada.

— Una cosa, ¿no será un poco peligroso?— pregunto.

— El dueño va a estar sujetando la cuerda de delante para que el caballo no se descontrole y estos caballos están muy bien domesticados— dice el Luke.

— De acuerdo— digo.

Le ayudan a subir a Leo y después me ayudan a mí. Al sentarme encima del caballo se puede notar mi incomodidad al tener que sujetarme a Leo, pero tenemos que ser profesionales.

— Vale, Leo mira un poco hacia Sam, pero solo torciendo la cabeza y Sam apóyate en la espalda de Leo y alza tu cabeza como si le fueras a besar— dice la Ada.

Me pongo nerviosa al escuchar esas palabras, no acabo de olvidar la conversación que tuvimos, pero aun así lo hago, pero no lo beso.

— Vale ahora bajaros del caballo— hacemos lo que nos dice— y poneros Samantha adelante y Leo pegado a Sam agarrando la cuerda del caballo y abrazándola.

Las cosas se vuelven algo incómodas, pero volvemos a seguir como si nada.

Cuando acabamos de sacarnos fotos con esos conjuntos vamos a la furgoneta a coger el siguiente conjunto.

— Creo que cuando acabemos deberíamos hablar.

— Sí puede ser.

— ¿Me vas a dirigir alguna palabra más que esas?

— Lo siento, si eso cuando acabemos hablamos.

Nos sacamos las fotos con todos los conjuntos y en todos los lugares que estaban planeados.

Volvemos al local a dejar todos los conjuntos y las cosas que habíamos sacado antes para llevarnos. Los Ada y Luke se quedan en el local y nosotros nos montamos de nuevo en la furgoneta.

Me vuelvo a poner los cascos y miro por la ventana.

¿No es que íbamos a hablar?

Es un mensaje de Leo.

Creo que será mejor hablar cuando bajemos

Me mira y asiente y seguimos sin hablar todo el camino hasta el edificio. Nos bajamos de la furgoneta y nos paramos en frente del edificio.

— Creo que es hora de hablar las cosas— dice.

— Sí.

— Lo único que hemos hecho en estos quince días ha sido saludarnos y poco más, tenemos que admitir que las cosas entre nosotros están raras desde ese día.

— Sí, y lo siento.

— No es solo tu culpa, supongo que yo ese día te presioné un poco para hablar las cosas.

— La cosa está en que yo nunca debería haberte dicho que me gustabas y nos habríamos ahorrado todo el problema, así que todo es culpa mía.

— Ahí te equivocas, si fuera por eso sería culpa de Lucía y ella solo te quería ayudar.

— Sí, supongo... Pero es mejor no meterla a ella en medio de todo esto, ella ha venido a verme y no quiero estar mal con ella.

— Tienes razón.

— Gracias por traerla, es algo que no te había agradecido

— No pasa nada, ¿podemos quedar como antes del día de tu cumpleaños? Digo para estar bien.

— Sí creo que será lo mejor, olvidemos ese día— digo con una sonrisa en la cara.

— Bien, ¿entramos ya?— asiento.

¿Y Si No Vuelvo? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora