Capítulo 14

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En cuanto Marco aparca la furgoneta no tardo mucho tiempo en subir hasta mi piso y tras cerrar la puerta llamar a Saioa.

— ¡Sam!— dice entusiasmada.

— Hola, gracias por la sudadera, me ha encantado... — digo algo triste.

— ¿Ya te ha llegado?— pregunta algo sorprendida.

— Sí, ayer por la tarde pero no pude llamaros, no he tenido tiempo para hacerlo.

— ¿No?

— No, he tenido muchas cosas que hacer hoy.

— Hoy y en los últimos siete meses...— dice algo decepcionada.

— Hay una explicación...

— ¿Cuál es?

— Me he mudado y he tenido que hacer muchas cosas.

— ¿A dónde?

— Los Ángeles, he venido sola, mis padres siguen en Miami, voy a estar aquí al menos un año...

— Y no puedes venir a España...

— No podía, entiéndelo.

Las lágrimas están a punto de deslizarse por mis mejillas cuando escucho algo que hace que no salga de mis ojos.

— Supongo que lo tengo que entender— hay un pequeño silencio— tengo que irme he quedado con todas, así que tengo que dejarte.

— Sí, tranquila y gracias— cuelgo.

Es increíble que me mienta de esta forma, sé que no sabe que lo sé, pero por lo menos que me diga otra escusa y no esa, esa ya no cuela.

No tardo mucho en ponerme a llorar.

— No me puedo creer que esto haya sido mi culpa— hago un intento de limpiarme las lágrimas pero estas siguen cayendo por mi cara—. Si no me hubiera distanciado de ellas, sino hubiera dejado de hablarles, esto no hubiera pasado, todo estaría bien— llevo una mano a mi pecho agarrando la sudadera—. Todo acaba siendo mi culpa.

Unos golpes en la puerta me sorprenden. Los ignoro pero no paran de sonar, así que decido ir a abrir.

— Venía para decirte algo, pero aunque ignoraras los golpes se te oía llorar desde aquí— dice Leo nada más abrir la puerta.

— No tengo ganas de hablar— intento cerrar la puerta de nuevo pero él pone su pie y su mano en la puerta para pararme— ¿Qué quieres?

— Puede que no quieras hablar, pero necesitas compañía, quieras o no. Déjame hacerte compañía.

Me lo pienso por un momento pero al final accedo y abro la puerta para que pueda pasar.

Él va directo al sofá y se sienta en un extremo, yo lo sigo y me siento en el otro extremo del sofá.

— Puede ser que no quieras hablar, pero se te escuchaba llorar y culparte de algo— intento apartar la mirada e ignorarlo—. No sé qué es lo que ha pasado exactamente para que te culpes de esa forma, de hecho como hemos dicho apenas nos conocemos así que no sé nada de tu vida pasada, así que no sé por qué te sientes tan culpable de algo, pero de lo poco que te conozco, no creo que tú seas la culpable de algo.

No sé a qué ha venido pero sus palabras retumban en mi mente y no entiendo por qué insiste tanto en hablar conmigo, pero agradezco su compañía.

— ¿A qué has venido?— pregunto volviendo a limpiar las lágrimas que caen sin cesar por mi cara.

— En la cena me he ido un momento. ¿Te acuerdas?— yo asiento— Parece ser que Ada y Luke, el chico que estaba allí, les has interesado y quieren hacerte una prueba, solo si tú quieres.

— ¿Estás seguro? ¿Seguro que no te has equivocado de persona?— pregunto algo confusa.

— Seguro, me han llamado y me han dicho que te pregunte a ver si te interesaba.

— Me encantaría— eso consigue que mis ojos dejen de desprender lágrimas y sea capaz de sacar una pequeña sonrisa—. Si te soy sincera ese ha sido uno de mis sueños durante toda mi vida...

— Bueno pues ahora lo puedes hacer realidad— se acerca algo más a mí—. Y tranquila, sea lo que sea lo que haya pasado, no es culpa tuya.

— Gracias, pero te equivocas.

— ¿Quieres contarme?

— No quiero ser una molestia— confieso.

— No lo eres— dice tomando mi mano.

Ese pequeño gesto me hace estar más tranquila.

— Parece ser que el grupo de mis amigas se ha separado.

— ¿El de Miami?— niego con la cabeza— ¿Las de España?

— Sí, las cosas parece que no iban bien desde que me fui.

— Eso no significa que sea tu culpa.

— Sí que lo es, yo les dejé de hablar, yo era quien las mantenía unidas— empiezan a volver a caer las lágrimas por mis ojos— que yo me dejara de comunicar con ellas les afectó y se separaron, cada vez van más por su lado y yo estoy aquí sin poder hacer nada— digo alterada.

Leo no duda ni un segundo y me abraza contra su pecho. Me hace sentir protegida y siento que me puedo desahogar, no paro de llorar. Siento que él me puede estar entendiendo.

— Eso no significa que sea tu culpa, tú no has hecho nada malo, no has matado a nadie, solo hiciste algo que creías que estaba bien y que iba a ser lo mejor— acaricia mi cabeza— no te machaques con eso, ellas son las que no saben cómo manejar esta situación así que tú tranquila, no tienes que estar mal por ello, no es tu culpa.

Nunca antes alguien me había hecho sentir de este modo, como si yo fuera lo que debería importarme en este preciso instante.

¿Y Si No Vuelvo? #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora