YO NUNCA TE HARIA DAÑO

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En el momento que los ojos de Valentina se encontraron con los primeros rastros de su isla, toda la tensión y las dudas que tenía sobre regresar se fueron al carajo, su ánimo ni sus ganas de vivir subirían mucho de nivel, pero la realidad es que cada vez que el avión avanzaba disminuían mucho más, el pesar que tenía en el alma pasó a un segundo plano en el instante en que el avión comenzaba a descender nuevamente hacia su patria, luego se volvería a martirizar la cabeza, pero en ese momento solo quería disfrutar su regreso.

Era cierto que solo habían pasado ocho días desde que se había marchado pero le parecieron una eternidad y, es que es así como se siente cuando regresas a ese sitio tan amado y donde fuiste tan feliz, donde están los tuyos, donde están tus raíces, tus costumbres, tú tradición, donde dejaste secretos guardados y sueños rotos, donde más reíste y donde más sufriste, es el mejor sitio de todos simplemente porque es tu patria, la tierra que te vió nacer y donde diste tus primeros pasos, dueña de casi todas tus primeras veces y principal testigo del sufrimiento que supone dejarla atrás. Valentina estuvo fuera por ocho días y se sentía que le volvía el alma al cuerpo cuando el avión tocó tierra y todos los tripulantes aplaudieron y agradecieron haber llegado con bien, imagínense los que lleva cinco años sin poder ir, los que llevan veinte o treinta años, traten de ponerse en la piel de los que nunca han podido regresar, de los que fallecieron sin volver a pisar su tierra, los que no pudieron llegar a tiempo para despedir a un ser querido. Valentina era una afortunada incluso cuando antes estuvo veinte años sin volver.

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  Juliana se levantó temprano, obviamente la noche anterior no había podido pegar ojo, su cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo que estaba pasando y de cómo afrontaría ese reencuentro con Valentina. Una parte de ella no quería volver a verla, pero la otra se moría por al menos verla de lejos, seguía sin entender porque la turista le había hecho todo esto, pero luego de pensar y buscar respuestas, caía en cuenta que así eran los hijos de putas de los comunistas, solo sentían amor hacia los suyos, si es que a eso se le podía llamar así claro. Para Juliana Valentina era una adoctrinada más, incapaz de amar a alguien que no fuera de su misma clase y posición política, estaba segura que de ella querer convencerla de lo contrario jamás iba a conseguir nada, a esos niños le lavan el cerebro y son inquebrantables, son una copia de ellos súper mejorada, Valentina nunca cambiaria de bando por mucho amor que sintiera por mi., seguía pensando Juliana mientras se ponía un poco de maquillaje frente al espejo.

  Ya casi estaba lista, lo único que le faltaba era el labial rojo pasión que sabía enloquecía a Valentina, no la amaba, está bien, pero Juliana era consiente de todo lo que ella provocaba en Valentina, sabía sus gustos también. Por esa misma razón ella vestiría de una manera más provocativa de lo que últimamente lo hacía, se vestiría tal y como Valentina la conoció, si, como la puta Juliana, esa que al principio la desafiaba con cualquier excusa.

  Eligió un provocativo conjunto negro que no la cubría mucho, pues dejaba a la vista una gran parte de sus costillas, la falda era muy corta, si Juliana se agachaba se le iba a ver la vida, el conjunto no tenía mangas y era muy escotado. Lo acompañó con unos tacones muy altos amarrados en los tobillos, las uñas de sus manos y de sus pies también estaban pintadas de rojo, no necesitaba colocarse ningún perfume, con el que ya ella tenía natural era suficiente y también enloquecía a la turista, pero ella se colocó un fuerte perfume, era dulce con toques cítricos pero que predominaba el dulce y olor a miel, así incrementaba más en ella ese olor natural a ese líquido que siempre tenía, Valentina se volvería loca. Faltaba un atuendo más, su sonrisa, su amplia y contagiosa sonrisa, hermosa también, aunque no sintiera deseos de hacerlo lo haría, no era la primera vez que tendría que fingir, llevaba muchos años fingiendo cuando se acostaba con personas las cuales no les gustaban para nada. Sonrió y se miró en el espejo, lo hizo por un rato, cuando se sintió segura de poder emprender su camino al aeropuerto se dijo algo mirándose a través de aquel espejo "Tu puedes mulata, eres la mejor".

HABANA (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora