ODIO Y RESENTIMIENTO

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En cuanto Juliana abandonó el salón en compañía de su hija, todos en aquel lugar pudieron soltar todo el aire contenido que estaban sosteniendo producto de la acalorada discusión de esas mujeres. Si se hiciera una encuesta en ese momento de para ellos quien tenía o no la razón, estoy segura que Valentina ganaría con casi el cien por ciento, pero no se haría esa encuesta y Valentina tenía en su contra el hecho de haberse dejado llevar por la mulata y sus arranques, tanto Valentina como ellos sabían que la que más rápido explotaba era Juliana, que lo hacía con mayor frecuencia y que era la que peor se había tomado el hecho de huir de la isla y dejar atrás toda la mierda que dejó, por eso era que a pesar de que todos podríamos pensar que es la turista la que tenía la razón, el haberse dejado ver por su hija en ese estado y agrediendo a su madre de esa manera verbal tan desagradable, era la que la hacía quedar como la mala de la película.

Valentina se había quedado sin palabras, no podía decir ninguna por más que hubiera querido, la vergüenza que sentía crecía con cada segundo que pasaba, había hecho sentir mal a las dos mujeres que más amaba en el mundo, a sus dos princesas, a las únicas personas que ella no podía hacer sentir de esa manera las había hecho sentir como la mierda y esa era la razón por la que no podía decir nada porque creía que cualquier cosa que dijera solo empeoraría las cosas.

Lauren se le acercó con la intensión de mostrar su apoyo, pero ella salió como alma que llevaba el diablo de esa habitación en busca de aire fresco, no podía seguir ahí encerrada porque pensaba que también les había fallado a todos los presente con su actitud.

Eloy, Camila, incluso la gorda quisieron seguirla, pero Lauren y López estuvieron de acuerdo en que lo mejor era dejarla sola, que ambas mujeres lo necesitaban, así que López les sugirió a todos que lo mejor era que todos se fueran a sus habitaciones a intentar descansar y ya al otro día verían como solucionarían todo lo que se les venía encima con la noticia de que el libro de Valentina sería pronto publicado.

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Dos horas después, casi cerca de la media noche, Valentina parecía estar más calmada. Se había fumado más de diez cigarrillos en tan solo dos horas. Ella no fumaba, los cigarrillos se los había robado a Eloy, Juliana odiaba que lo hiciera y con el embarazo de Juliana y el nacimiento de la niña ella lo había dejado definitivamente. También se había bebido media botella de su Whisky favorito, de alguna manera debía bajar la tensión que sentía y relajarse. En otras circunstancias lo mejor hubiera sido el sexo, pero por obvias razones esa no era una opción.

Estaba apoyada del barandal del balcón que en forma de "U" que tenían en una de las terrazas de aquella casa, el verano estaba en pleno apogeo y por mucha brisa fresca que quisiera encontrar, era casi imposible que en esa época del año hubiera más que aire caliente a esas horas y a cualquier otra.

Ella estaba buscando en algún lugar de su cabeza alguna razón por la cual entender el motivo por el que había reaccionado así con su mujer, quería entender porque había perdido la cordura de esa manera después de tanto tiempo, quería encontrar la excusa perfecta, el valor suficiente o las palabras claves para entrar en su habitación a pedirle perdón a su mujer e hija, ella moría por acurrucarse junto a ellas, pero sabía que eso no sería tan fácil, que ya no eran esas jovencitas inmaduras de hacía siete años, y que si aún así Juliana la perdonaba y lograra entenderla, su hija era una niña de dos años que no lo entendería tan fácil, y que conseguir su perdón no iba a ser sencillo.

Por un momento se le pasó por la cabeza el desagradable escenario donde Juliana se iba de la casa con su hija sin darle opción a disculparse. La sola imagen de Juliana saliendo por la puerta principal de su casa con su pequeña fruta en brazos la aterró y le dio la fuerza suficiente para ir a toda prisa a la habitación que compartían.

HABANA (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora