BASTA DE ESTA MIERDA

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Prisión de máxima seguridad Quilo 7 Camagüey:

Oficial sin nombre-¡López! ¡López! ¡Despierta viejo loco!—ya no era un chico, en eso estamos claros, pero tampoco era un viejo y mucho menos loco, solo que algunos le decían así por todo lo que había pasado años atrás. Reynaldo López era un tipo respetado y hasta temido dentro de la prisión, a los presos no les importaban su pasado, lo respetaban porque era un hombre de principios y conceptos intachables que se daba a respetar. Se decía que él seguía preso solo porque la dictadura así quería, pues realmente ahí dentro no había ningún hombre con mejor comportamiento que él, los únicos que no lo respetaban y era porque sabían que no podrían hacerles nada, eran algunos oficiales como ese estúpido que lo acababa de despertar. López tenía presos que sacaban la cara por él sin ni siquiera él mandarlos, habían muchos que lo admiraban por su pasado opositor, por el valor que tuvo de enfrentarse a la dictadura en su momento, y por en este seguir levantando la voz siempre que podía a favor de que se respetaran los derechos humanos de los presos de ese lugar.

  López se levantó de su cama y agarró el correo que ese oficial le lanzó prácticamente a la cara
Oficial sin nombre-no te ilusiones, singues sin recibir cartas de mujeres, te vas a morir sin volver a coger—dijo despectivamente mientras carcajeaba. López volteó los ojos, hacia más de cinco años que tenía relaciones sexuales esporádicas con la enfermera del lugar, el sexo no era más importante que su causa pero de vez en cuando lo hacía, a pesar del maltrato que había pasado durante estos veinte años, él seguía siendo un hombre apuesto.

  Cada mes recibía un sin fin de cartas de fanáticos y por su puesto de su hija Juliana, también de algún miembro de algunos movimientos, tenía conocimiento que todas esas cartas eran leídas por un sin fin de personas antes de llegar a sus manos, pero las personas que le escribían sabían bien cómo escribir de forma tal, que los hijos de putas que la leían antes que él no entendieran nada. Cuando el mensaje no se podía explicar de otra manera que no fuera con las palabras exactas, entonces la carta se escondía en uno de los libros de la pequeña biblioteca del lugar, obviamente también habían miembros de la causa trabajando en esos lugares.

López en cuanto descifró el mensaje oculto en una de esas cartas fue volando a la biblioteca, según el mensaje, la carta que lo esperaba era de su hija, hacían muchísimos meses que no la veía, sabía que tenía una relación que no sabía a qué se dedicaba y que las cosas en la Habana estaban complicadas y no se podía exponer. Él sabía cada movimiento de la organización y estaba feliz y orgulloso del gran trabajo que estaba haciendo su hija como líder de esta, también sabía que desgraciadamente Doña Nena había muerto, se sintió muy mal por no poder estar en ese momento con su hija, pero según ella le había contando en la última carta que había recibido, que la persona que había elegido para compartir su vida la amaba mucho, era increíble y que se sentía segura con ella.

Obviamente Reynaldo sabía de la existencia de Willian y en que mundo había metido a su hija, él sabía que Juliana se había prostituido, pero a pesar de su buena relación él no tenía la suficiente confianza con ella como para meterse en una vida a la que llegó demasiado tarde, encima sus encuentros no eran como todos los encuentros, ellos ni siquiera se habían abrazado o besado, no se podían mirar a la cara, simplemente sentarse cerca uno del otro con alguna persona de intermedio para que pudieran hablar, entenderán entonces lo difícil que era esa relación padre e hija, admiraba a esa persona que había llegado a la vida de su pequeña princesa menor a sacarla de ese mundo, ese que a pesar de todo él no criticaba, aplaudía la gallardía de Juliana y cuando tuviera la oportunidad se lo iba a decir, el problema era que sus conversaciones como bien sabemos, eran limitadas.

Llegó a la biblioteca y rápidamente localizó el libro donde estaba la carta que su hija había escrito para él, la tomó y se fue al baño a leerla, sabía que después de eso debería comer el papel, no podían quedar pruebas y tampoco le podía dar candela pues lo reos no tienen permitido tener mecheros ni encendedores.

HABANA (Juliantina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora