Cap. 39:

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Me desperté en medio de la noche por los gritos que venían de afuera de la casa, froté mis ojos y me arrastré hacia la ventana tapiada con maderas. Me levanté y miré por un pequeño agujero tratando de ver a qué se debía el escándalo, pero ni bien hacerlo tuve que apartar la mirada un momento ya que la repentina luz azul y roja me había enceguecido. Azul y roja… aún con la mirada apartada supe qué era lo que había fuera, uno o más autos de policía con las luces encendidas. Ellos eran los que gritaban, cuando me intenté concentrar en tratar de escuchar qué era lo que decían alguien me agarró del brazo haciéndome voltear. Darla me miraba con los ojos abiertos de par en par, agitada y comenzó a hablarme en susurros.

            –Toma esto y guárdalo en donde puedas –ella me dio un celular que rápidamente guardé en el bolsillo del arruinado abrigo que llevaba puesto– es de parte de Andrew, él tiene un plan y para eso debes asegurarte de llevar este móvil siempre contigo. Tienes que asegurarte de no perderlo –ella miró hacia la puerta con mucha ansiedad y luego volvió a mirarme– Susan debe de estar por venir para escapar contigo hacia algún otro lugar, tienes que tener cuidado con mi madre.

            – ¿Y tú qué harás?

            –Yo me quedaré, Susan sólo me considera una carga.

            –Pero la policía…

            –Tranquila, Andrew se está haciendo cargo de todo. Ninguno de los dos tendremos problemas.

            –¿¡Darla!? ¿Dónde estás? –Llegó hasta mi habitación y le dedicó una mirada furiosa– ¡Sal de aquí y ve a entretener a esos malditos policías mientras yo escapo por detrás con ésta perra! –Darla asintió, con su característico miedo cada vez que aparecía Susan. Antes de siquiera comenzar a caminar me susurró una frase más.

            –Ten cuidado –y salió corriendo. Tan solo apenas un segundo más tarde tenía a Susan a mi lado agarrándome con mucha fuerza del brazo, sentía que con un poco más de fuerza sería capaz de quebrarme el brazo.

            – ¡Vamos, camina!

            – ¿A dónde vamos?

            –Eso no te incumbe ¡camina! –estaba demasiado débil como para resistirme así que ella me arrastró con facilidad hacia la última habitación de la casa. No había una sola puerta o ventana, o al menos eso parecía. Susan me soltó un momento y se acercó a la pared, entonces comenzó a sacar ladrillos sueltos hasta que en ésta hubo un espacio suficiente como para pasar. Luego se levantó y al llegar a mi lado me empujó acercándome a la pared –Vamos, pasa ¡y mas te vale que cuando pase al otro lado estés ahí o si no le haré daño a tu noviecito!

Sin decir una palabra me agaché y pasé a gatas por el cuadrado agujero en la pared, una vez llegué al otro lado me quedé pegada a la pared para que nadie me viera. Sentía las voces de los hombres realmente muy cerca, y sabía que estaba a solo pasos de mi salvación pero Susan podría huir y podría hacerle daño a Daniel, o mandar a alguien para que lo hiciera. Susan apareció tan solo unos segundos después, se levantó en seguida y volvió a sujetarme del brazo con demasiada fuerza. Ella apenas si asomó la cabeza por la esquina de la casa para mirar a los policías que estaban en la parte delantera de la casa, esperando.

Antes de comenzar a correr, metiéndonos entre medio de la arboleda, escuché un fuerte ruido y pude adivinar que habían roto la puerta principal para entrar a la casa…

Hacía ya varias horas que había salido de la casa, las tres estaban durmiendo en el momento en que me fui aunque ya le había hablado a Darla de mi plan, podía confiar en la pobre chica. Ella solo le hacía caso a Susan porque le tenía miedo, no imagino lo que ella debe estar viviendo temiéndole a su propia madre, pero sabía que ella quería que todo esto terminara, ella me ayudaría.

Acababa de hablar con la policía local y ahora mismo me dirigía con ellos a la casa en dónde Susan tenía a Alexa, conociéndola ella ya tendría un plan de escape. Así que mientras que los demás estarían en frente yo me ocultaría en la arboleda detrás de la casa para asegurarme de poder seguirla si trataba de huir.

No habían pasado ni diez minutos desde que los hombres de la policía se habían dispuesto en lo que se podría llamar patio delantero de la abandonada casa, ni bien habíamos llegado yo me había ido a mi lugar. No me sorprendí en lo absoluto cuando noté como algunos ladrillos comenzaban a desaparecer, Alexa fue la primera en salir y luego lo hizo Susan. Ella tomó del brazo a la otra y comenzó a correr dentro de la arboleda, apenas a unos metros de donde estaba yo. Con el Walkie-Talkie en mano, una vez que estaba seguro que ninguna de las dos me escucharía, comencé a decir hacia dónde estaba yendo y avisando que iba detrás de Susan. Recibí una corta respuesta confirmándome que habían escuchado lo que había dicho y que prosiguiera con lo planeado.

Corrí, tratando de no hacer mucho ruido y separado por varios metros, detrás de las dos. Por momentos las perdía de vista, pero no pasaba mucho antes de que distinguiera el ridículo y llamativo pijama naranja de Susan. Varios minutos pasaron hasta que la arboleda comenzó a dejar de existir, yo me quedé oculto observando a Susan metiéndose en una camioneta que nunca había visto mientras que obligaba a Alexa a subir. Ella encendió el automóvil y dando marcha atrás entró en un camino. Nuevamente hablé al Walkie-Talkie.

            –Soy Andrew de nuevo, Susan huye con Alexa en un Ford F-100.

            – ¿Alexa lleva el celular?

            –Confío en que Darla cumplió con su parte, así que pueden rastrear el chip y encontrar su nueva ubicación.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora