Me quedé un largo rato ahí, sentado, mirando a la nada. Tenía que admitirlo, me daba un poco de miedo ir a verla, antes imaginaba que nuestro reencuentro sería más alegre pero en cambio ella iba a estar recostada en una camilla, sin moverse, casi como si estuviera muerta. Y quizás era eso lo que me espantaba, la idea de verla y que pareciera muerta... Me tomó un momento, pero finalmente me decidí por dejarme de tonterías e ir a verla. Aunque quizás no estuviera consciente, seguía viva, y nadie podía garantizar que ella siguiera así por mucho tiempo.
Salí nuevamente de mi habitación y fui directamente hacia en la que se suponía estaba Alexa. Aunque estaba un poco lejos y tuviera que subir varias escaleras, habían ascensores pero me sentía lo suficientemente bien como para no tener que usarlos, me sabía el camino de memoria. Podía parecer un obsesivo, pero todo lo que se relacionara con ella se me hacía fácil de recordar.
Finalmente estando frente a la puerta de su habitación, no me di tiempo a dudar ni a pensarlo dos veces, entré sin más. La enfermera que estaba dentro, y que ya conocía porque había ido algunas veces a atenderme, se sobresaltó por mi entrada tan repentina, pero luego me observó con una sonrisa y una mirada amables, como era normal en todos los que trabajaban aquí.
-Daniel, que sorpresa verte por aquí ¿me buscabas?
-No te ofendas Chara, pero en realidad vine a ver a Alexa -era muy fácil hablar con ella, siempre era amable y muy alegre. Se podía bromear tranquilamente y siempre se lo tomaría a bien, la verdad es que su nombre le estaba muy bien puesto. Ella me lo había contado, y su nombre significaba "Alegría" en griego. Y como era esperado, contestó primeramente con una dulce risa.
-Ya me lo imaginaba -ella pasó por mi lado, y antes de cerrar la puerta para irse, me dirigió unas últimas palabras- cualquier problema ya sabes qué hacer.
Por fin cuando Chara salió pude concentrarme en Alexa, como lo sospechaba ella estaba descansando sin moverse, conectada a varias máquinas que controlaban que todo marchara bien. Alexa estaba tapada con una sábana blanca que hacia juego con su, ahora mucho más pálida, piel; unas oscuras y profundas ojeras surcaban alrededor de sus ojos. Por más que sabía lo mal que se encontraba, no fue hasta ahora que pude notar el mal estado en que se encontraba su cuerpo.
Me acerqué a ella, dando cada paso al tiempo del "pip... pip... pip" que producía el electrocardiógrafo, aquella máquina que avisaba que el corazón de Alexa latía constantemente. Una vez junto a su cama me senté al borde, cuidando de no mover ningún aparato, y le tomé la mano. En el momento siguiente exploté, tenía que desahogarme de todo lo que había pasado de alguna manera, no pude evitar empezar a llorar... Luego de sacar todo, me decidí a hablarle, más allá de si me escuchaba o no; creo que lo hacía más por escucharme a mí mismo diciendo eso que por el hecho de que ella supiera lo que pensaba.
-Últimamente no he dejado de pensar en que, quizás, si me hubieras hecho caso a lo que te dije en la llamada del aeropuerto todo hubiera sido diferente. Para nada quiero decir que esto es tú culpa, no tienes culpa de que Susan estuviera loca e ideara todo este absurdo plan... Pero lo que pasó, ahora ya no importa, lo que en verdad importa ahora es que despiertes. Definitivamente tienes que conocer a Sophie y a Brent, si supieras todo lo que ellos te quieren... Además, más que querer, necesito verte despierta; tu sonrisa, tu voz, tus hermosos ojos, todo de ti me hace falta.
Escuché que tocaban la puerta, miré hacia ésta justo cuando la abrían dejando ver a Brent con una mochila en su mano. Él se acercó hasta quedar a mi lado, miró primero a Alexa demostrando en su mirada todo el dolor que sentía, y luego me miró ofreciéndome la mochila.
-Aquí dentro está todo lo que necesitas, te hará bien ducharte, luego puedes volver a ver a Alexa -asentí agradeciéndole y salí de la habitación sin decir nada, la verdad es que ya no tenía ganas de hablar.
En todo el rato que había estado duchándome no había podido dejar de pensar en Alexa, todo esto me tenía muy mal, incluso, a la noche me costaba tratar de distraerme para poder dormir. Y si yo lo estaba pasando así, no quería ni imaginar cómo se sentirían Sophie y Brent... Luego de ducharme me había ido directo a mi habitación, Chara llegó un rato después y mientras preparaba algunas cosas para cambiarme el vendaje me comentaba que en este día había poco personal y por lo tanto ella no podía quedarse a charlar conmigo. Ella ya estaba lista para sacarme el vendaje cuando otra enfermera abre la puerta apurada.
-Chara, rápido, necesitamos a todos en la habitación 76. Hay un problema -La enfermera que acababa de llegar decidió no esperarla y salió corriendo, Chara se demoró unos segundos pensando y luego me miró con preocupación.
-La 76 es la habitación de Alexa.
Antes de que alguno pudiera decir una palabra, nos encontramos corriendo hacia la habitación de Alexa. Al llegar me encontré con Andrew esperando afuera, me quedé a su lado mientras que Chara entró a la habitación sin dudarlo.
- ¿Qué está pasando? -Andrew pareció no notarme hasta que le hablé, entonces se volteó a mirarme preocupado.
-Hola Daniel... -él suspiró cansado- la verdad es que no tengo idea, acabo de llegar y vi todo este movimiento de gente frente a la habitación de Alexa.
- ¿Y Sophie y Brent?
-Se supone que estaban dentro... -y antes de que él pudiera terminar de hablar, ambos salieron por la misma puerta por la que Chara acababa de entrar a la habitación. Al instante de vernos se acercaron a nosotros, no podía describir lo que había en sus miradas...
-Alexa ha tenido un ataque al corazón, han tratado de reanimarla pero... -la voz de Sophie se quebró en un llanto, fue Brent quien se ocupó de terminar la oración. Aunque no sé de dónde sacó la voz ya que estaba igual que Sophie.
-Pero parece que nada está funcionando -y fue ahí cuando definitivamente sentí que el mundo se me venía abajo...
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De una manera u otra
Teen FictionEsta es la historia de Alexa, una chica a la que le ha tocado una vida difícil y por lo tanto cree que debe estar sola, para no herir a nadie. Pero con el tiempo descubrirá que uno no elige cuando enamorarse, y que el amor es para todos, que nadie e...