Cap. 27:

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Luego de las fotos nos quedamos por los alrededores durante varias horas, tan tarde se había hecho que aprovechamos a cenar en algún restaurante bonito. Tuvimos que insistirle bastante a Mathias para que aceptara cenar con nosotras sin tener que pagar por lo que comiera, obviamente antes llamo a su madre avisándole de lo que haríamos. Y para cuando terminamos de comer ya se había hecho bastante de noche, el paisaje era espectacular con todas esas luces, así que volvimos a sacarnos fotos.

Ya a la siguiente mañana, luego de dormir aun seguíamos agotadas con el viaje y el paseo hasta tarde, pero no podíamos dormir mucho rato más ya que en no mucho rato vendría Mathias otra vez. Así que desayunamos algo a las apuradas y nos quedamos esperándolo afuera, unos minutos más tarde lo veo aparecer mientras doblaba la esquina y con emoción lo salude de lejos con la mano. Él nos devolvió el saludo y recorrió el corto tramo que le quedaba para llegar con nosotras corriendo. Él estaba también muy emocionado.

Tenía que admitir que él me caía cada vez mejor, pero solo como amigo. Esta vez no era como con Daniel, y al pensar en él automáticamente recordé que desde la mañana anterior no le había mandado ningún mensaje ni le había llamado. Así que antes de marchar le mande un corto mensaje saludándolo y deseándole una buena mañana, también contándole que hoy iríamos a visitar el Arco del Triunfo y la Catedral de Notre Dame.

            –Bien, aquí estamos ya –dijo Mathias, envolviéndose en su papel de guía turístico– Ésta es la Place de Gaulle, y esa inmensa construcción que ven ahí es el Arco del Triunfo. Sinceramente no sé ni para que lo digo ya que es obvio lo que es –los tres reímos con su comentario– pero bueno, como su guía en mi deber recordárselo. En fin, esta construcción mide como 49 metros de alto y mide aproximadamente lo mismo de ancho, con la diferencia de unos 3 o 4 metros.

            –Es increíble que te sepas todo eso de memoria Mathias –Susan miraba asombrada a la estructura que tenía delante– Seguramente si lo leyera en algún libro me dormiría, pero viendo lo que es en persona y teniendo a alguien que “relate” lo hace totalmente diferente. Gracias.

            –No hay de que madame –me impresionaba todavía su hermosa pronunciación en francés.

            –Bien, ahora vienen las fotos –le dije a Mathias como una burla cariñosa hacia mi tía, mas deje de reír cuando ella me miro. Me causo escalofríos y aparte la vista en seguida.

Ella pareció ignorar lo que había dicho y tomo fotos igual, aunque me ignoro por el resto del camino hacia la Catedral. Solo era una broma, no se podía enojar por ese comentario de nada…

Luego de un largo camino silencioso, en el que Mathias claramente se sentía incomodo, llegamos a una isla. Ni bien llegamos él se volteo otra vez a mirarnos y comenzó a decir todo lo que sabía de este lugar.

            –Como deben haber visto en el cartel de ahí –señalo hacia su costado y me sorprendí ya que no lo había visto– ahora estamos en la isla La Cité. Y en este momento estamos rodeados por el rio Sena Montparnasse, por allá pueden ver la Catedral de Notre Dame. Vamos –Comenzamos a caminar un largo trecho y llegamos frente a la inmensa catedral– ésta es una de las construcciones más antiguas de Francia, y es de las más importantes en Paris. Recuerdo la primera vez que me trajeron aquí, tenía 6 años y me perdí, me encontró un guardia de seguridad que le llamo la atención que llorara. Él creía que yo estaba llorando porque me había perdido  y en realidad era porque yo creía que las gárgolas iban a cobrar vida y me iban a comer –y los tres volvimos a reír, Mathias realmente hacia que el día pasara más rápido.

Mathias y Susan enseguida se acercaron a la construcción mientras él respondía todas sus preguntas, en cierto modo me entristecía porque mi tía parecía llevarse mejor con él que conmigo. Yo, en cambio, me quede apreciando todo desde más lejos, luego me acercaría a ver cada detalle, pero primero quería tener una vista general de lo inmenso que era ese lugar.

Y entonces comencé a tener una sensación extraña, como si algo invisible se me clavara en el cuello. Me voltee a mirar y descubrí a un hombre castaño, con un aspecto desmejorado y muy cansado, que me miraba fijamente. Al notar que ahora yo lo miraba a él, se volteo y se alejo con pasos rápidos hasta desaparecer entre la multitud. Decidí no prestarle mucha atención, ya estaba acostumbrada a que algunas personas se me quedaran mirando fijamente por mi raro aspecto. Volví a darme la vuelta y en unos segundos ya estuvo junto a Mathias y a Susan, él me dedico una sonrisa pero ella parecía que ni se hubiera dado cuenta de que yo me hubiera quedado atrás. ¿Qué le pasaba? No creía que todavía estuviera molesta por la tonta broma… 

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora