Cap. 22:

85 9 0
                                    

El viernes pasó como cualquier otro día normal de clases. Luego de salir de la escuela volvimos a la casa de Daniel y nos pasamos la tarde entera haciendo tarea. Al otro día comenzaba el último fin de semana antes de estas vacaciones y ya tenía que ir decidiendo que hacer con respecto al ofrecimiento de mi tía.

En todo el fin de semana recibí mensajes por parte de Susan, deseándome buenos días, las buenas noches y así. Era tan raro por parte de ella que no supe que decirle, por lo cual no respondí a ninguno de sus mensajes. Después me sentí culpable por aquello pero viví toda mi vida con ella criticándome y ahora de repente se proponía a demostrarme que había cambiado, necesitaba algo de tiempo para poder acostumbrarme. Pero no iba a negar que me hacían sentir bien sus mensajes.

Hoy, lunes, luego de pasar estos tres días considerándolo muy bien decidí cual sería mi respuesta. Susan me estaba demostrando, en más de una ocasión, que había cambiado y que quería seguir mejorando como tía. Sus muestras de cariño me hacían muy feliz, a pesar de basarse hasta ahora simplemente en mensajes de texto.

Luego de volver del colegio y de almorzar le comente a Daniel mi decisión. Él no dijo nada, solo asintió con la cabeza, al parecer todavía no se creía que mi tía hubiera cambiado de esa manera de una semana para lo otra. Yo quería creer en que todo era posible, además todos se merecen una oportunidad y por eso, a la tarde la llame con mi celular y se lo dije. Una vez que se entero, sentí la felicidad que me transmitía con su voz mientras hablaba. Ella me comento que ya pediría los boletos de avión, pues aparentemente tendríamos unas vacaciones fuera del país. Eso era realmente emocionante para mí, mi primera vez a bordo de un avión.

Una vez terminada la conversación con mi tía, corrí hacia la habitación de Daniel y toque la puerta. Él abrió y me dejo pasar, me tire sobre su cama sonriendo y espere a que él se pusiera a mi lado. Luego de ponerse una camisa, ya que cuando entre él llevaba el torso desnudo, se recostó a mi lado.

            – ¿A qué se debe tanta felicidad?

            –Es que por primera vez en mi vida todo está saliendo de maravilla. Tengo un amigo y mi tía es una persona completamente diferente –deje de mirar al techo y voltee mi cabeza hacia su dirección– Me dijo que viajaríamos fuera del país, y que iremos a más de un lugar.

            –Eso es genial pero…

            –Gracias Daniel.

            – ¿Por qué?

            –Porque desde que llegaste a mi vida todo fue mejorando… eres como mi ángel –me reí ante mi broma, pero él se quedo mirando aparentemente al techo pero su mirada estaba como perdida.

La semana se paso volando, los días parecían durar apenas unas horas y a la vez parecían no terminar nunca. Estaba emocionada y nerviosa por lo que me esperaba en este viaje, esperaba que para cuando volviera mi relación con Susan sea mejor. Solo el tiempo lo demostrara.

Al final los días pasaron hasta llegar al Domingo, estaba guardando todo en el bolso que Daniel me prestó cuando él llego a ayudarme. Juntos terminamos mucho antes, y menos mal ya que ya era tarde y quería irme a dormir temprano porque al otro día me levantaría bastante más temprano de lo normal. Luego de bajar las escaleras y dejar el bolso junto a la puerta, subí y entre a la habitación de Daniel. Él observaba la tranquila noche a través del gran ventanal que tenia, me acerque y me quede a su lado, al igual que él, mirando el cielo nocturno.

            –Va a ser raro el que no estés aquí, ya me había acostumbrado a tu compañía –me miro– es poco tiempo, pero te voy a extrañar.

            –Yo igual Daniel, pero como tú mismo dices, es poco tiempo el que me voy.

            –De todos modos, supongo que cuando vuelvas del viaje, volverás a quedarte en la casa de tu tía.

            –Supongo.

            –Alexa, sabes que cualquier cosa que suceda me gustaría que me lo dijeras. Si Susan vuelve a actuar como antes te comprare un boleto de avión para que vuelvas, claro, solo si tú quieres –le sonreí, a veces era muy tierno.

            –Prometo llamarte al menos una vez al día.

            –O si no, un día me llamas tu y al otro te llamo yo, así no gastas todo tu saldo con llamadas a larga distancia.

            –Me parece bien… ahora disfrutemos de esta pacifica y hermosa noche –el sonrió y dijo algo en un susurro que hizo que me sonrojara inmediatamente.

            –No más hermosa de lo que tu eres.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora