Cap. 9:

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Cerré la puerta, apoye mi cabeza sobre esta y suspire. Deje unos segundos para mí y me voltee enfrentándome a mi tía. Ella me observaba con los brazos cruzados, en su rostro no notaba nada. Ni enojo, ni pena, nada. Y eso era lo que más miedo me daba, cuando no expresaba nada con su rostro era aun peor porque se guardaba todo hasta explotar.

        – ¿Así que te lo has pasado bien con este chico, no solo en su casa si no que también en mi sillón? –Ella miro el mueble y volvo a mirarme– ¿Tendré que venderlo? Porque no pienso sentarme en eso si ustedes dos se han quedado haciendo quien sabe qué ahí –hizo un gesto de asco- y esta vez porque los he visto a ambos acostados en el sillón, pero de seguro te has traído a más de un hombre aquí…

        –Susan, no me he acostado con él, con él ni con ningún otro hombre. Sigo siendo virgen, y si estuvieras más tiempo en casa descubrirías que es la verdad.

        – ¡Oh, por dios! ¡Tú eres una maldita zorra! No te quieras hacer la santa ahora. Anoche desapareciste, y hoy me entero de que pasaste la noche en su casa. Así que en vez de hacer lo que te pedí, te fuiste a la casa de él y te lo tiraste en su cama.

        – ¡Basta! Yo no soy así, si te dieras la maldita oportunidad me conocerías mejor.

        – ¡A mí no me gritas!

        – ¡Tu lo haces! ¿Por qué yo ahora no puedo hacerlo? Es lo único que me enseñaste a hacer en mi puta vida, a gritar. Ahora tendrás que afrontarte a lo que me enseñaste desde niña, porque no pienso callarme.

        – ¡Maldita sea, cállate! Eres solo un puto parasito, vives de absorber la vida de los demás. Tu maldito nacimiento solo trajo desgracias, mataste a tu madre, luego a tu padre y ahora lo único que haces por mi es tratarme de esta manera. Quieres que me termine muriendo al igual que ellos…

A esta altura no podía aguantar mis lagrimas, cada maldita palabra era como un cuchillazo que cada vez se hundía mas y mas en mi estomago. Quería vomitar, y ella no paraba de escupir palabras con asco.

        –Al menos recibes tu puto merecido, espero que llegues a matarte con tu maldita enfermedad. Pobre del chico este, le compadezco, se merece mejor compañía que la tuya. Una maldita cerda solo lo hará sufrir y lo terminaras matando igual que a tus padres.

No supe lo que hacía, fue la ira lo que me empujo a hacerlo. Me abalance sobre mi tía y le pegue mientras decía palabras sin sentido. Insultos, lo que fuera que saliera de mi, expresando como me sentía.

Lo único que logro detenerme fue el golpe que Susan me propino. Con la palma abierto golpeo sobre mi oído, dejándome desorbitada, no podía escuchar bien. Y entonces me d cuenta de lo que había hecho, le había pegado por primera vez, todo lo que había aguantado todos estos años exploto de esa manera. La mire y tenía un labio partido y una hilera de sangre caía de esa herida. La arcada que me había azotado antes volvió, salí corriendo al baño y vomite, una y otra vez. Cuando ya no pude más me tire contra la pared del baño, y vi a Susan asomándose por la puerta. Ya se había limpiado la herida, y su mirada entre ausente y llena de odio se clavo en mí.

        –Para mañana quiero que te hayas marchado de esta casa, y te hayas llevado tus malditas cosas de aquí. Lo que quede lo quemare.

La mire sorprendida ¿hablaba en serio? Es decir me lo merecía, vivir en la calle, pero me aterraba la sola idea. Me levante ayudándome con la pared, mis piernas temblaron un poco pero me mantuve parada.

        – ¿Y dónde voy a vivir?

        –No lo sé ni me interesa, eso será problema tuyo a partir de ahora. Ya tolere tu maldita actitud demasiado tiempo, podía soportar tus insultos. Pero esto se te ha ido de las manos. Y ni siquiera pienses en pedir disculpas, eso ya no te servirá de nada ahora.

Susan siguió su camino y escuche como cerraba la puerta de su habitación con fuerza. Mierda, esta vez sí que la había cagado. ¿Y ahora? No tenia adonde ir, ningún pariente más que Susan. Y el único que me ayudaría seria Daniel, pero no le iba a pedir ayuda a él. Ya me había comportado como sanguijuela el suficiente tiempo.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora