Cap. 1:

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Cada día lo mismo, una rutina imparable que cada maldito humano se dedica a hacer cada día, cada uno a su modo.

Me levante más temprano de lo normal, la noche anterior me había quedado mirando el techo tratando de recordar a mis padres pero nunca puedo formar un rostro, ha pasado un largo tiempo desde aquello. Deje la cama desarmada, tome un poco de ropa y me dirigí al baño para tomar una ducha fría. Mi closet consistía en blusas, sudaderas y pantalones holgados, todos simples sin nada de dibujos, negros, grises y a veces blancos. Generalmente ropa deportiva, de hombre. Algo que pueda utilizar en mi gordo cuerpo.

Tenía hambre, pero me salteé el desayuno, tome mi mochila, mis llaves y salí de la casa. Como de costumbre, me fui caminando al colegio. El invierno estaba a poco tiempo de terminar, por lo que el cielo todavía estaba oscuro a este horario. Unos 45 minutos más tarde, llegue al colegio. Mi presencia generalmente provocaba dos consecuencias, la ignorancia de los demás o la completa atención de “fenómeno”. En este día parecía predominar la segunda, tenía un pasillo largo hasta mi salón, y mientras pasaba por este los demás comentaban cosas de mí, creyendo ser disimulados.

No era diferente a otros días, siempre comentaban las mismas estupideces. “Esa chica es realmente rara” “¿Qué le pasa a esa, por qué no usa ropa decente” “Nunca la había visto, ¿será nueva?” “Nadie la conoce, ni siquiera los profesores recuerdan su nombre”. La verdad es que esos comentarios ya no me molestaban, después de tanto tiempo me había acostumbrado a ellos. Después de todo, para la gente es necesario de vez en cuando “cuchichear” sobre los demás.

A ese horario casi no había alumnos dirigiéndose a sus salones, por lo que me fue rápido llegar al mío. Entre y llegue a mi asiento, aquel de la esquina trasera más oscura del salón, y espere sentada a la llegada del profesor, junto con todos mis compañeros… No conté el tiempo, pero ellos habrán llegado unos 20 minutos más tarde. Una vez que se acomodaron todos y que hicieron moderado silencio, el profesor saludo, el chico nuevo que vino a conocer el colegio la semana pasada estaba a su lado.

No le preste demasiada atención, los dibujos de mi carpeta me necesitaban más que el chico alto, de al menos metro noventa. Aunque he de admitir que lo que llamo mi atención fue el escuchar mi nombre, pronunciado por el profesor.

–Bien, por ahora el único lugar es al final del salón. Espero que se comporte, Bell, el que se siente atrás no es motivo para que moleste. Su compañera es… -él bajo la mirada hacia el listado con el nombre de sus alumnos- ¿Alexa White?

No pude evitar levantar mi mirada de asombro hacia el profesor, mientras que mis manos seguían en la posición anterior, en medio del dibujo. Todos se voltearon a verme, había olvidado que nadie me había elegido de compañera, algo que en su momento había agradecido ya que había pasado medio año sentada sola. El chico me miro y su sonrisa mostro unos alineados dientes blancos, se acomodo la mochila y se acerco hasta el asiento. Una vez que se sentó, todos se voltearon otra vez, no sin antes comentar algo por lo bajo con su compañero de banco, y la clase siguió su curso.

–Hola, soy Daniel Bell –comento el chico extendiendo su mano, yo solo mire su mano, luego a él y volví a mi dibujo– ¿sin saludos formales? Okay.

El profesor comenzó a copiar las actividades para hacer en el pizarrón, cerré mi carpeta de dibujos, la deje bajo la mesa y tome unas hojas para copiar todo lo que el profesor escribir. Nunca escuchaba a los profesores pero siempre hacia las actividades que ellos mandaban, no necesitaba sus explicaciones para entender lo que tenía que hacer.

La tercera hora del profesor estaba por terminar, así que guarde todo en mi mochila. Ese día el siguiente profesor faltaba, por lo que podíamos irnos antes. Aunque antes de irnos, el profesor mando una nueva actividad, en grupo… Sonó el timbre y salí del salón, estaba ya saliendo del colegio, cuando alguien me agarra del brazo. Me volteo y Daniel estaba ahí algo agitado y con mi carpeta de dibujos en la mano. Una vez recuperado el aliento se paro derecho y me alcanzo la carpeta.

–Te las estabas dejando bajo la mesa –guarde la carpeta en mi mochila y lo mire, entonces él sonrió y note como sus ojos marrones brillaban con la luz de sol.

–Gracias, Daniel.

Me voltee y me emprendía a seguir el camino a la casa de mi tía, pero él insistió en seguir a mi lado.

–Dime Danny, así me dicen todos.

–Prefiero Daniel, gracias.

–Como quieras –agrego con una breve y baja risa– Hey, creo que deberíamos arreglar para juntarnos a hacer el trabajo en grupo que el profesor nos mando. Podríamos juntarnos en mi casa.

–Me parece bien.

– ¿Y cuando puedes?

–Mañana estará bien.

– ¿Después del colegio? –Asentí con la cabeza- bien –volvió a sonreír, el chico estaba aparentemente feliz de la vida– Entonces nos vemos mañana.

Se alejo, volviendo el camino hacia la escuela y yo volví al mío. Lo único que me faltaba, un chico del tipo de los que se entrometen en la vida de los demás. Me molestaba que me sacara unos 20 centímetros de alto y que tuviera que levantar la cabeza para mirarlo. Era desquiciada mente molesto, y lindo a la vez. No soportaba esa mezcla.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora