Cap. 41:

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            –Andrew, ¿qué sucede? –me sentía como un idiota cada vez que sentía que mi corazón se paraba escuchado su voz, cualquiera diría que después de tantos años uno podría olvidarse de su amor de la adolescencia, no era mi caso. Me volteé encontrándome a Sophie que tomaba la mano de su esposo, Brent, al verlos de tal manera sentí ese dolor al que lastimosamente ya me había acostumbrado. Suspirando me acerqué a ambos.

            –Parece ser que lo del celular no ha funcionado, creen que es posible que Susan lo haya tomado –Sophie se limitó a llevar una mano a sus labios horrorizada, seguramente pensando en lo que Susan podría hacerle a su hija una vez que descubriera eso, mientras que la reacción de Brent fue más bien de enojo.

            – ¡Aseguraste que ella no lo iba a notar! ¿Tienes una idea de lo que esa loca puede hacerle a nuestra hija ahora?

            –En ningún momento aseguré que este plan fuera totalmente seguro –contesté calmadamente– dije que habría riesgos, más aún con el humor cambiante de Susan, pero todos, incluyéndote, estuvieron de acuerdo con el plan y ninguno cuestionó ni una sola cosa. Así que lo único que puedo decirte es que tu enojo va mal dirigido, no soy yo quien rapto a tu hija, yo soy la persona que arriesgó su vida muchas veces solo para ganarme algo de su confianza para que así la atraparan “con las manos en la masa” –Él, aún enojado y aparentemente sin haber escuchado nada de lo que le acababa de decir, estaba por contestarme cuando Sophie se le adelantó.

            –Basta Brent, sabes que él tiene razón. Andrew lo único que ha querido hacer todo este tiempo es ayudarnos, incluso fue él la única persona que desde el principio desconfió de Susan –ella suspiró agotada, su siempre bello rostro ahora se notaba cansado y lucía unas oscuras ojeras– Perdóname por no haberte creído desde el principio Andrew, si lo hubiera hecho ahora no estaríamos pasando por esto. Me siento tan estúpida por creer ciegamente en que ella no sería capaz de algo así, si siquiera me hubiera dado la oportunidad de al menos pensarlo un poco ahora mi niña no estaría en corriendo peligro. Todo esto es mi culpa…

            –No lo es Sophie, en cualquier caso yo tampoco siquiera me di la oportunidad de pensarlo. Es decir, ¿quién sospecharía de su mejor amigo? Sí, fuimos lo suficientemente ciegos como para no verlo pero no es nuestra culpa que Susan tenga esa locura gobernando su mente.

            –Si, supongo que tienes razón… En fin –dijo volviendo a dirigirse a mí– ¿dónde está Daniel?

            – ¿No estaba con ustedes? Luego de que cada uno se fue por su lado cuando salimos de la comisaria creí que él se habría ido con ustedes a descansar, no le he visto desde entonces.

            –No puede ser, antes de irnos él nos dijo que se quedaba contigo para ayudarlos en lo que fuera necesario. No le he visto o le he hablado desde entonces, ¿seguro que no estuvo con ustedes?

            –Puedo asegurarlo, estuve muy al pendiente de quiénes nos acompañaban y de qué haría cada uno. Daniel en ningún momento estuvo con nosotros.

            – ¿Entonces dónde… –antes de que ella pudiera seguir hablando su celular comenzó a sonar, sacó el móvil del bolsillo de su abrigo y atendió. En seguida noté como se ponía ansiosa, comenzó a hablar apurada y su rostro estaba cubierto de preocupación. Al terminar la llamada nos miró a ambos con los ojos casi totalmente abiertos– Daniel sabe dónde está Alexa, me acaba de dar indicaciones. Tenemos que irnos, ahora…

Le había dicho a Sophie que me iría con Andrew, pero podía sentir que algo saldría mal así que tomé un auto “prestado” y esperé a una buena distancia de donde todo estaba ocurriendo. No pasó mucho rato antes de que viera a lo lejos dos figuras que emergían por entre los árboles, logré identificarlas enseguida como Alexa y Susan. Ambas se subían a una camioneta, por más que quería interrumpir ahora mismo para tener a Alexa en mis brazos, sabía que había una posibilidad de que Susan estuviera armada y que pudiera lastimarla a ella o a mí.

Así que no tenía de otra que seguirlas a una distancia segura. El camino se había hecho infinitamente largo y muy cansador, manejar durante horas sin descanso sumado al hecho de que no había dormido en toda la noche mientras que todas las noches anteriores tampoco habían sido buenas no daba un buen resultado. Si no fuera por la adrenalina probablemente ya me habría quedado dormido mientras conducía, y por fin llegó el momento en que la camioneta se estacionó. Tuve que pasar de largo la construcción y estacionarme lejos para volverme todo ese tramo hacia el faro caminando, necesitaba pasar desapercibido y para mi sorpresa apenas llegué noté que la camioneta ya no estaba estacionada.

Busqué alguna manera para poder mirar hacia dentro del faro y asegurarme de que Alexa estuviera allí, porque si no lo estaba debía volver corriendo hacia el auto que había tomado para tratar de localizar el destruido vehículo que Susan usaba. Me tardé un rato, y justo cuando estaba por abandonar encontré un pequeño agujero agrietado en la pares, miré por éste y la escena me destruyó. Alexa yacía sentada en el suelo con la muñeca atada a un caño, con un aspecto casi muerto y de no ser por su llanto hubiera creído que ella ya no estaba entre los vivos.

Sin dudarlo un segundo me alejé un poco y tomé mi teléfono celular, por milagro tenía señal así que marqué el número de Sophie quién en seguida me atendió.

            –Sophie, soy Daniel, sé dónde está Alexa…

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora