Cap. 34:

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            – ¡Despierta! –el grito, casi al lado de mi oído, hizo que me incorporara rápidamente. Seguía teniendo los ojos tapados, pero al menos la chica que antes me había atendido me había cambiado esa tela vieja y sucia por una que al menos no tenía ningún olor desagradable– ¡Darla! – Volví a escuchar los ligeros pasos apresurados de la chica viniendo hacia la habitación, ella abrió la puerta y escuché su respiración agitada– prepara algo y dale de comer.

No escuché que contestara, pero en seguida volvió a irse con sus pasos apresurados a quién sabe dónde. Igualmente no me importó demasiado lo que ella hiciera, ahora lo que quería saber era quién era la mujer que tenía ahora dando vueltas a mí alrededor. De repente noté que dejé de escuchar sus pasos.

            – ¿Sabes? –por el sonido de su voz, parecía ser que ella estaba detrás mío. Una vez empezó a hablar volvió a caminar dando vueltas a mi alrededor, a pasos lentos– tu noviecito –dijo esto con tal desprecio que me sorprendió– se ha estado queriendo meter en mi camino. Tú tontamente, y para mi beneficio, decidiste ignorar sus advertencias. Ahora podré vengarme de Sophie.

            – ¿Disculpa? ¿Pero se supone que debo de conocer a esa Sophie? El hombre me dijo que me trajeron aquí por Susan… –ella me interrumpió con una risa sarcástica, para luego volver a hablar.

            –Sí, si la conoces a Sophie, solo que no la recuerdas. En cambio, ella, pasa todos los días de su vida pensando en ti. Pero parece ser que eso no es lo que te importa a ti ¿no es así?

            –Lo único que quiero saber es si mi tía está bien.

            –Puedo asegurarte que está muy bien, de hecho, éste debe ser el mejor día de toda su vida y…

            – ¿A qué te refieres?

            – ¡No me interrumpas! –su mano golpeó con fuerza contra mi mejilla, apreté los dientes para no decirle nada. Ella siguió hablando mientras que yo le prestaba atención al molesto ardor que había quedado en el costado de mi cara, probablemente allí tendría todo rojo, y sin exagerar sería muy probable que me salga un moretón. Ignoraba todo lo que la mujer dijera, hasta que en un momento no pude evitar escuchar lo que acababa de decir.

            –… y ahora gracias a Daniel y a su intento de ayudarte podré asesinarte frente a Sophie. No sabía cómo haría para poder hacerlo teniéndola frente a mí, pero pude convertir ese problema en algo que me beneficiara ¿no es divertido? –Iba a contestarle cuando el sonido de la puerta abriéndose me interrumpió– ¡Por fin llegas Darla! Si no le pones empeño a todo lo que te diga terminaras igual que como ella lo hará, ahora ¡vamos, apúrate!

Escuché varios pasos, eran varios sonidos como para descifrar hacia dónde iban pero entonces sentí la pequeña mano de Darla que apenas si rosaba con sus dedos la mejilla en la que me había golpeado la otra mujer, luego escuché la puerta cerrándose. La otra había salido de la habitación dejándonos solas.

            –Oh por Dios –dijo dando un respingo– ¿te duele?

            –Un poco…

            –Lo lamento tanto.

            –No entiendo por qué.

            –Escúchame, yo no quiero hacer esto, pero lamentablemente no tengo otra opción.

            –No sé de ti ni de tu vida, pero sé que siempre hay más de una opción en ésta vida. No tenemos un solo camino y ya, debes tener otra opción, no tienes por qué hacer algo que no quieres.

            –Ella es mi madre –dijo Darla en un suspiro– es lo único que tengo, la única persona que me queda ¿cómo podría dejarla? Sé que ella no está bien, pero tengo miedo de quedarme sola…

Luego de eso no seguimos hablando, ella me dio de comer, haciéndome sentir como una estúpida bebé que no puede hacer nada por sí misma y luego salió de la habitación dejándome nuevamente sola en el silencio.

Me desperté unas horas más tarde, supongo ya que no tenía realmente una idea del tiempo que pasaba, con mucho frío y con dolor en mis músculos por estar siempre en ésta misma posición. Qué más da, me dolía hasta el trasero de estar sentada todo este tiempo. No me pude volver a dormir por más sueño que tenía, me era imposible, así que en compañía solamente del silencio me quedé despierta por lo que creía que eran horas, hasta que en un momento fuera de la habitación empezaron a escucharse ruidos. No mucho más tarde alguien entro a la habitación en la que yo estaba, pude notar por la pesadez de los pasos que era el hombre, Andrew.

            –Nos vamos.

Antes de que pudiera hablar él me desató de la silla y me cargó sobre su hombro, por suerte ya que no estaba muy segura de que pudiera caminar con las piernas entumecidas. Pero ahora quería saber a dónde íbamos, aunque por obviedad no me lo dirían. Él me tuvo un rato sobre sus hombros mientras seguía caminando, hasta que por fin se detuvo, escuché que abría una puerta y de repente el frío era más intenso. Cerró la puerta y siguió caminando hasta que por fin se detuvo y me dejó acostada sobre lo que parecía ser especie de sillón, dejó de hacer tanto frío, y noté que lo que creía era un sillón era en realidad un auto. Podía decirlo por el movimiento de éste, y me tuvieron así por varios días, llevándome a distintos lugares. Las dos mujeres nunca estaban en éste auto pero siempre estaban en cada nuevo lugar al que íbamos, lo que me hacía pensar que tenían un auto propio…

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora