Cap. 8:

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Luego de acomodarme en el sillón, lo mire. La ropa le quedaba un tanto holgada, pero no le sentaba mal. Aunque con ese cuerpo de seguro nada podría quedarle mal… Espera, ¿qué?

        –No sabía si te quedaría bien, pero al parecer la ropa de mi padre te sirve –le dedique una sonrisa amable. Él me miro analizándome.

        – ¿Segura que no hay ningún problema con que use esta ropa?

        –No pasa nada, es mejor darle una utilidad a tenerlo guardado todo por un tiempo indeterminado. Tengo que admitir que verte con eso puesto, me trae algunos recuerdos. Pero es mejor que no recordar nada.

        – ¿Lo extrañas no?

        –Supongo que debería hacerlo, ya casi no lo recuerdo. Es como una imagen borrosa, hay veces que no sé si es él a quien veo en mis sueños o si es solo un engaño de mi mente –un suspiro pesado se escapa de mí, y siento mi cuerpo más débil– pero sí, lo extraño. Siento que si él estuviera aquí, todo sería muy diferente. Si estuviera aquí no me sentiría tan sola. A veces es duro estar sola.

        –Ya te lo dije, no tienes por qué estar sola. Eres muy divertida cuando quieres, y si bajaras esos muros que te rodean estoy seguro que tendrías muchos amigos.

        –No quiero muchos amigos…

        –Pero tampoco quieres estar sola, eso puede remediarse –una bonita sonrisa se formo en su rostro– yo seré tu amigo.

        – ¿Y quién dijo que yo quiera que tú seas mi amigo? –levante las cejas.

        – ¿Entonces no quieres que sea tu amigo?

–Yo no dije eso.

        – ¿Entonces?

        – ¿Entonces qué?

        –Deja de jugar conmigo –dijo haciéndose el serio, aunque los labios le temblaban. Se estaba aguantando la risa, aunque no había pasado nada gracioso. Era un chico algo risueño.

        –Deja de jugar conmigo –le imite no solo la frase, sino también la voz, o al menos lo mejor que podía.

        –No me copies.

        –No me copies.

        –Ya, en serio basta.

        –Ya, en serio basta.

        –Estas dejando de ser graciosa, y comienzas a ponerte pesada.

        – ¿Perdona? Tú eres el que quería que comenzara a mostrar mi lado más “divertido”. Quizás mi forma de divertirme es molestando a los demás.

        –A eso le llaman Bullying.

        –Oh, por Dios, sabes que no me refiero a eso –rodé los ojos, él se rio.

        –Nunca se sabe –le dedique una mirada asesina– Hey, no me mires así, era solo una broma.

        –Si, lo sé, a ti te encantan las bromas.

Bostece y apoye mi cabeza en su hombro. Él se quedo totalmente quieto unos segundos, pero luego se relajo. Su mano se poso sobre la mía y juntamos nuestras palmas. Sinceramente no sabía que estaba haciendo, solo me sentía cómoda así, junto a él.

Sentí que me movían el brazo y susurraban. La voz de Daniel me despertó… ¿Me dormí? ¿En su hombro? ¡Qué vergüenza!

        –Alexa, están abriendo la puerta.

Aguce mi oído, y definitivamente pude reconocer el ruido de la llave en el cerrojo de la puerta. Me separe de Daniel y me voltee mirando hacia la puerta. La única persona, sin contarme a mí, que tenía llave y que entraría a esta casa era mi tía.

Susan entro y cerró la puerta, al voltearse nos vio a nosotros dos sentados en el sillón. Luego me miro a mí, y me dirigió una mirada acusadora.

        – ¿Así que has invitado a este chico a mi casa? –ese “mi” lo recalco con fuerza– y supongo que él también es a quien le has dejado utilizar tu celular para interrumpirme en el trabajo llamándome.

Quería contestarle pero no sabía qué. De todos modos, antes de que yo pudiera decir algo, Daniel ya se me había adelantado.

        –Quiero disculparme por lo de la llamada, pero de hecho quiero aclarar que no es que ella me haya prestado su celular. Lo que sucedió es que lo olvido en mi casa y quería devolvérselo.

Me golpee la cabeza mentalmente, y me dieron ganas de ahorcarlo. De seguro mi tía imaginaria cosas que no habían ocurrido y me trataría de puta. Y de hecho así fue, gracias por hablar Daniel.

        – ¿Así que ya te has ido a la casa de este chico? Y de seguro te metiste en su cama.

Daniel se puso nervioso y comenzó a hablar sin darse cuenta de que cada vez lo empeoraba más.

        –Bueno, en cierto modo es cierto que se acostó en mi cama. Pero no de ese modo… quiero decir, no nos acostamos… –solo me quedo suspirar e interrumpirlo para que dejara de embarrarla.

        –Deja de hablar Daniel, yo me encargare de esto mas tarde. Sera mejor que te vayas.

Él me miro y asintió con la cabeza. Lo acompañe a la puerta, y una vez que se fue llego mi momento de enfrentarme a la ira de mi tía…

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora