Cap. 18:

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            –Te estás matando, y yo solo quiero verte sonreír cada minuto de mi vida. No tienes idea de lo que siento cuando estoy contigo, y el saber que te haces esto… –suspiró– necesito un tiempo –me dejo sentada en el sillón, se levanto y tomo las llaves de la casa– Voy a caminar, vuelvo en un rato.

Luego de tomar un abrigo, ya que el tiempo andaba raro y era más que posible que el aire se pusiera fresco, salió por la puerta y yo me quede sola. Me sentía horrible conmigo misma, pero de una manera diferente.

¿Cómo explicarlo? Siempre es mi mente la que me recuerda lo horrible que soy y me causa dolor, pero esta vez el dolor provenía de mi pecho. Tenía ganas de llorar, y un nudo se había formado en mi garganta. Me levante yo también y salí al patio, necesitaba un poco de aire fresco para despejar mi mente.

Cerré mis ojos y me recosté de espalda al pasto, lo único que hice fue respirar y de a poco fui desechando todas las cosas que iba asimilando, dejando lo que no podía entender. Como esa última frase que Daniel había dicho, ¿qué era lo que él sentía? Eso era lo que exactamente no sabía, y él tenía razón, pero quisiera que me pudiera contestar esa duda… Necesitaba distraerme con otra cosa, algo que no dejara que mi mente se desviara una y otra vez a lo que él me había dicho. Y la solución estaba en mi habitación, mi libro favorito.

Entre a la casa y, una vez que cerré la puerta trasera con el seguro, subí las escaleras hacia mi habitación. Sentí la tentación de parar frente al espejo, pero no lo hice y entré directo en busca de mi libro. Me recosté sobre la cama y abrí el libro, pase de largo la parte de la carta de la escritora con los agradecimientos hacia su familia y amigos, que también aparentemente incluía sus deseos, y llegue al primer capítulo. Pero entonces, antes de comenzar la lectura, me detuve a pensarlo; siempre había dicho que este libro lo había leído de principio a fin cientos de veces, pero eso no era cierto. Nunca me había detenido a leer esa carta que mi escritora favorita se había tomado el tiempo de escribir. Así que regrese a esas tres carillas que ocupaba el escrito y comencé a leerlo.

El texto no era emocionante en lo absoluto, es más era bastante aburrido pero casi al final algo me llamo la atención. Y luego de leerlo me apene por la pobre mujer, que había pasado por aquello…

            “Y en este, probablemente mi último libro publicado, quiero contarles a mis lectores algo que no saben de mi vida. Ya que siento que les debo algo por su lealtad hacia mi cada vez que compraron mis libros. Algo por lo que ninguna madre tendría que pasar.

            Hace 5 años, nació el único hijo que pude tener. Su nacimiento fue un milagro, y luego de aquel momento mi cuerpo me impidió poder tener más hijos. Ella era la luz de mis ojos, y de mi marido también, mi pequeña me había inspirado a seguir mi sueño de ser escritora. Pero hace 2 años, ella desapareció de mi casa. Alguien se la había llevado y a pesar de todos los comentarios negativos, tuvimos esperanzas de recuperarla. Hasta que, poco antes de que terminara de escribir esta historia, encontraron su pequeño cuerpo ahogado, luego de una fuerte tormenta que dejo más de un barrio inundado.

            He terminado este libro a duras penas, pero sentí que este sería un buen cierre para mi propia historia, y una despedida a estas grandes personas que me acompañaron durante todo el trayecto de mi corta vida como escritora. He descubierto que la vida pocas veces es justa, pero todo ocurre por un motivo y debemos aprovechar al máximo cada experiencia, esta es mi enseñanza para ustedes Ha sido un placer entretenerlos con los reflejos de mi imaginación. Les desea una vida feliz, Sophie.”

 

Me quede atónita. Es decir, siempre me había fijado en mi propio sufrimiento, en mis problemas como si yo fuera la única en el mundo que sufría. Pero la verdad es que no era así, y recién ahora entendía que todos pueden sufrir, ya sea la pérdida de un ser querido o cualquier otro tipo de sufrimiento. Me sentía tan egoísta ahora, siempre había pensado en que yo era la única que era capaz de sufrir, que todos los demás tenían una vida hermosa. Cuando todos viven cosas buenas y malas, quizás lo único que tengo que hacer es esforzarme un poco por cambiar… Aunque sé que las voces de mi cabeza siempre van a estar ahí para recordarme las cosas malas que hay en mí. Siempre me van a recordar mis errores, y tal vez no tenga que hacer todo sola. Quiero decir, ahora tengo a una gran persona que se esfuerza por ser mi amigo y por ayudarme. Sé que Daniel sería feliz si le pidiera que me ayudara.

Escuche la puerta principal abrirse y me levante rápido de mi cama, quería hablar con él aunque no sé exactamente de qué. Deje el libro sobre la cama y salí de mi habitación, estabas llegando a las escaleras cuando un reflejo en mi cara me distrajo. Me voltee y me encontré con el espejo que me dejaba ver todo mi cuerpo. Esta vez no resistí la tentación y me acerque a él, pero lo que veía ahí me daba asco. Mi piel pálida, mis ojeras negras, el cabello castaño despeinado y enredado, y mi cuerpo. Toda la seguridad que había tomado se fue a la mierda…

Con miedo levante los bordes de mi buzo dejando al descubierto mi abdomen...

            – ¿Acaso te parece atractivo estar a ese punto en que pareces un esqueleto? ¿Crees que eres más atractiva así?

            –No sé de que hablas, pues parece que ambos vemos a dos personas diferentes. Porque la persona que está reflejada en el espejo es un asco, y esta obesa.

Daniel se para detrás mío y pone su mano encima de la mía y me obliga a soltar ese borde del abrigo, para llevar mi mano sobre mi abdomen. Sube desde el ombligo hasta más arriba sin llegar a mis pechos, y siento unas protuberancias alargadas algo duras, como si fueran huesos. Esto es raro, ya que no veo eso en mí reflejo.

            –Esta es tú realidad, no lo que ves en ese reflejo...

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora