Cap. 5:

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 –Eh, Daniel. La chica que trajiste esta despierta y aquí en la sala de estar.

Daniel apareció rápidamente por la puerta, y al verme se acerco a mí sonriendo.

            – ¿Te sientes bien?

            –Si, yo… emm, ¿puedo saber qué estoy haciendo en tu casa?

            –Porque yo te traje.

            –Si eso puedo darme cuenta, pero ¿por qué me trajiste?

            –Te vi desmayarte en medio de la calle, no me pareció la mejor idea dejarte tirada. Mientras la lluvia te seguía mojando.

            – ¿Cómo me viste?

            –Estaba con Kevin en su auto volviendo de su casa, te vi caminando y te llame para preguntarte si querías que te alcanzáramos a algún lado. Cuando quise darme cuenta ya estabas tirada en el suelo.

            – ¿Kevin?

            –Oh, perdona, Kevin es mi medio hermano, el chico que acabas de ver recién. Me lleva 8 años, por eso tiene auto.

            –Pero aun no lo entiendo ¿por qué me trajiste a tu casa?

            –Pero que pesada eres –dijo riendo– no sé dónde vives, ¿Dónde mas te podía llevar? El hospital era otra opción, pero no lo sé, me pareció mejor traerte aquí. Lo mínimo que podrías hacer es agradecerme ¿no crees?

            –Esta bien, gracias –dije mientras suspiraba–al menos no me llevaste a un hospital, los detesto. ¿Puedo saber qué hora es?

                –Son las 7 de la mañana, aproximadamente.

            – ¡¿Las 7 de la mañana?! ¿Te refieres a que ya estamos en el sábado?

            –Si, tengo que admitir que si duermes mucho.

                – ¡Mierda! Tengo que volver a mi casa, Susan de seguro debe estar furiosa porque no compre nada.

            –Espera, quédate un rato más. Aunque sea almuerza con nosotros –la mirada de cachorrito que ponía era demasiado tierna y graciosa como para negarse. Yo solo me reí ante su cara.

            –Bueno, ya han pasado muchas horas, algunas mas no harán la diferencia.

            –Así se habla –dijo riendo– si quieres puedes dormir un rato en mi cama.

            –No pienso dormir en tu cama Daniel.

            –Pues estuviste durmiendo ahí desde que te trajimos y no te quejaste en lo absoluto. Pero ya en serio, no pasara nada yo voy a ir a acompañar ahora a Kevin a su casa y luego vuelvo. Estarás sola.

            – ¿Y piensas dejar a una casi completa extraña sola en tu casa?

            –Me arriesgare –dijo sonriendo y me tomo de la mano– ven.

Me llevo devuelta arriba, a su habitación. Reviso su ropero y saco una camisa grande y unos bóxers, tirándolos en la cama.

            –Puedes ponerte eso para que se te seque la ropa que llevas puesta, yo no pensaba sacarte la ropa sin tu permiso –a esto le agrego un risa, su rostro se ruborizo levemente, tan poco que apenas si se notaba.

            –Gracias Daniel.

Él salió de la habitación dejándome para cambiarme, por suerte lo que me dio me quedaba lo suficientemente grande como para tapar los kilos de más. Cuando termine salí de la habitación y baje buscando a Daniel, lo encontré de espaldas a mi mirando la tele.

                – ¿Daniel dónde dejo esta ropa?

                –Déjala en el cesto de la esquina, cuando vuelva de la casa de Kevin tengo que lavar mi ropa así que aprovecho.

                –No hace falta que la laves, de eso me encargo yo cuando vuelva a mi casa.

                –Bueno, entonces déjala en…

Daniel se di la vuelta para indicarme una dirección, pero al verme se quedo “congelado” y me observaba con los ojos muy abiertos. Miraba fijamente mis piernas casi en su totalidad descubiertas.

                – ¡Alexa, eres muy flaca! –conteste con una risa irónica y lo mire.

                – ¿Hablas en serio?

                – ¡Claro que sí! ¿Es que no tienes espejos en tu casa?

                –Si que tengo, y en todos veo a una chica obesa…

Kevin apareció por la puerta de la entrada.

                –Danny, se me hace tarde ¿al final me acompañas?

                –Si, si, perdona no me di cuenta del horario. Ahora salgo.

Kevin volvió a salir y Daniel tomo sus llaves y abrigo apurado. Me miro y me indico en donde podía colgar la ropa. Luego desapareció también por la puerta, dejándome sola en una casa desconocida.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora