Cap. 40:

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Los minutos habían pasado con velocidad hasta convertirse en horas, inevitablemente mis párpados se cerraron poco tiempo después de subir a la camioneta, estaba totalmente agotada. Para cuando me desperté ya habían pasado al menos tres horas, el estómago me dolía, sentía como si se me estuviera retorciendo, tenía mucha hambre. Aburrida, y todavía cansada, quise entretenerme mirando el paisaje que nos rodeaba pero no había nada, todo estaba cubierto por un extenso campo de pastos  amarillentos, totalmente secos.

A lo lejos vi un gran faro, logrando que me diera cuenta de lo cerca que estábamos ahora del mar. Para mi sorpresa Susan tomó el camino que llevaba a éste, y no mucho rato más tarde estacionaba la camioneta frente al enorme faro. Ella bajó primero y yo la seguí, todo el tiempo mirando la impresionante estructura que parecía se derrumbaría en cualquier momento, las paredes exteriores estaban totalmente oxidadas y se veía realmente deteriorada. Susan me gritó que entrara y eso hice, adentro aunque pareciera imposible era aún peor; una escalera de hierro, también oxidada, aparecía a un costado invitándote a subir hasta la cima. Pero la sola idea me causaba vértigo, estaba casi segura de que con solo colocarle una pluma encima el hierro se convertiría en polvo de óxido. Todo el lugar estaba lleno de polvo, parecía que nadie se había atrevido a entrar allí en varios años.

Aprovechando mi distracción Susan se acercó a mí y me tomó de la muñeca fuertemente, con pasos decididos me arrastró hasta una parte de la pared en donde sobresalía lo único que parecía estar en un estado dentro todo bueno, un caño. Ella me empujó dejándome sentada al lado de éste y luego sacó un par de precintos plásticos, que parecían haber salido de la nada, para después agacharse de manera que quedaba a mi altura. Tomó mi mano izquierda y con los dos precintos que tenía la ató al caño, una vez que terminó me miró directo a los ojos.

            –La única manera que tienes de huir es cortándolos, así que ni siquiera lo intentes– ella se levantó y se comenzó a alejar hacia la puerta, por alguna razón estaba teniendo un muy mal presentimiento.

            – ¿A dónde vas? –Susan frenó estando apenas a unos pasos de la única puerta que había y me miró por encima de su hombro.

            –Me voy lo más lejos que pueda de aquí, ahora estas por tu cuenta pero créeme estarías mejor conmigo. Dudo que te encuentren…

            – ¡Pero a ti te van a atrapar! –dije en un último intento de hacerla entrar en razón para que no me dejara sola aquí sin nadie ni nada, sin comida o bebida– Y si te atrapan te obligaran a decirles dónde estoy.

            –Pero no lo diré, así que aunque si por alguna casualidad me atraparan nunca hablaría. No tienes muy buenas expectativas de vida me parece Alexa, pero voy a darte una oportunidad –dio los pasos restantes y se colocó junto a la puerta, ahora mirándome. Se levantó un poco el pantalón y dejó a la vista el mango de un cuchillo escondido en su bota, ella lo tomó y luego, con la funda aún colocada, lo tiro justo a su lado. A una distancia de unos cinco metros de mí– ésta es tu única manera de escapar. Buena suerte “sobrina”.

Sin más que decir se volteó nuevamente y salió por la puerta, apenas un momento después escuché el sonido del motor encendiéndose para que en seguida todo se hiciera silencio absoluto. Solamente podía escuchar los latidos furiosos de mi corazón, de repente sentía que no podía respirar, la garganta se me cerraba y los ojos se me ponían vidriosos. Antes de que pudiera darme cuenta estaba llorando, por el miedo, la impotencia, toda la esperanza que había tenido hasta hacía un rato ya no existía.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y yo la acababa de perder, estaba rendida esperando a que la muerte viniera y me llevara de una vez por todas. No podía salvarme de ésta…

            – ¿Qué sucede? ¿Qué es lo que están haciendo todavía aquí? Se supone que ya deberían haber salido en busca de Alexa.

            –Hay un problema Andrew, no podemos localizar el chip. Creemos que lo han destruido y que por eso es que no podemos encontrarlo.

            –Pero… –dije sintiendo el corazón en la garganta, no podía ser verdad– eso solo podría haber pasado si…

            –Si Susan encontraba el celular. Creemos que es lo que ha sucedido, si es así, no tenemos manera de ayudarla. Alexa tendrá que arreglárselas sola hasta que de alguna manera la encontremos… 

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora