Cap. 14:

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Luego de llegar y comer, fui a mi habitación y me quede recostada en la cama. El día estaba precioso, afuera el sol estaba radiante y había una suave brisa que movía las hojas de los arboles, los pájaros cantaban, me daba asco la “perfección” del día. Mi idea era quedarme recostada todo el resto del día, no tenía ganas de ver a un montón de familias felices disfrutando de un día soleado.

Un rato más tarde apareció Daniel por el pasillo, y se apoyo de costado contra el marco de la puerta.

            – ¿Te parece si salimos? El día esta genial como para salir a caminar, tomar un helado o simplemente para quedarnos sentados en el pasto disfrutando del sol.

            –No, gracias. Las calles van a estar llenas de gente andando en bicicleta, y de niños que corren y te empujan para poder alcanzar la pelota que se les escapo. No estoy de humor para soportarlos.

            – ¿Y salir al patio te parece una mejor idea? Digo, podemos de igual forma sentarnos en el pasto o también podemos meternos a la alberca. Con el calor que hace esa sería una buena forma de pasar el rato, relajándonos y divirtiéndonos sin gente alrededor. Solo nosotros dos.

            –No gracias.

            – ¿Entonces tu plan es quedarte tirada todo el día sin hacer nada? Es un hermoso día, tendrías que disfrutarlo antes de que vuelvan las lloviznas molestas.

            –No tengo ganas, vete y consíguete a otra chica con quien divertirte. Tal vez la chica esa que tanto te gusta estará más que feliz con una propuesta para pasar el día contigo.

            – ¿Qué te sucede ahora? ¿Acaso dije algo que te molestara? Dímelo y  me disculpare si es así, a veces digo cosas que molestan a los demás y yo no soy consciente de ello.

            –Daniel, esto no tiene nada que ver contigo. No eres el culo del mundo, no todo lo que pasa está relacionado contigo.

            –Ya sé que no es así, y tampoco quisiera serlo. Pero es que es lo único que se me ha ocurrido que podría haber sido la causa de tu repentino mal humor.

            –Mira, como ya te dije no tiene que ver contigo.

            – ¿Y entonces, con qué tiene que ver ese cambio de humor?

            –No te incumbe.

            – ¿Sabes algo? Me tienes cansado con eso. Ya te lo he dicho, me importa lo que te suceda. Soy tu amigo y solo quiero lograr mejorarte el día y hacer que muestres tu linda sonrisa. Pero solo lo puedo hacer si tú me ayudas a ayudarte.

            – ¿En serio has dicho eso? –alce la ceja y me empecé a reír.

            – ¿Qué querías que hiciera? Tú hiciste que yo me viera obligado a usar esa típica frase de película como ultimo “método de rescate”. Es tu culpa que yo lo haya dicho.

            –Ya, está bien, me convenciste. Vamos al patio a tomar sol, que es necesario para tener un lindo bronceado como el tuyo. –me levante de la cama y me puse unas ojotas.

Juntos salimos al patio trasero, que por cierto nunca había estado en él. El lugar era bastante grande y estaba rodeado de arboles, enredaderas, flores y otras plantas. En medio del patio había una alberca de gran tamaño y varios bancos a los costados. Mas al costado, entre los rosales, había una hermosa fuente donde algún que otro pájaro se paraba para tomar agua. El lugar era de ensueño.

            –Esto es increíble, este patio es sin duda el más bello que he visto en mi vida.

            –Gracias, mi madre trabajo duro en él. Ella es decoradora de exteriores, un trabajo que ama y que hace bien.

            –Definitivamente ella tiene un muy buen gusto.

            –Mucha gente importante la contrato a ella y a su equipo, tengo fotos con varios famosos con los que ella trabajo.

            –Tu madre definitivamente suena como una mujer trabajadora y parece ser genial.

            –Si, supongo, es como cualquier otra madre. Solo que tuvo suerte en su trabajo, pero el dinero no hace que sea muy estricta con mi hermano y conmigo.

            –Me pregunto de que habría trabajado mi madre si no se hubiera… bueno ya sabes.

            –Todavía no puedo creer que haya hecho eso.

            –Bueno, pero lo hizo…

Nos pasamos toda la tarde en el patio, entramos de vez en cuando a preparar jugo de naranja o cosas para comer, pero sin contar eso habíamos estado fuera 7 horas. Una gran tarde, tengo que decir, era muy divertido pasar tiempo con Daniel.

Estaba acostada en el pasto mirando el cielo que ya se iba oscureciendo, alguna que otra estrella aparecía en el cielo. Daniel, que había entrado para buscar algo para beber y algo para comer, se acostó a mi lado. Ambos observábamos el cielo sin decir nada, era una tarde-noche esplendida. No podía pedir nada más.

            –No sé por qué, pero tengo la necesidad de decirte que quieras o no voy a estar siempre junto a ti.

            –Lo sé –suspire– aunque no logre entender por qué lo haces o por qué lo harás, pero lo sé.

            –Sinceramente yo tampoco lo sé, pero tengo que decirte algo –el volteo la cabeza dejando de mirar el cielo. Hice lo mismo y ambos nos miramos a los ojos mutuamente– El día en que te conocí, ese primer momento en que te vi, sentí que había algo en ti que me atraía por así decirlo. Eras como un imán, necesitaba estar a tu lado y protegerte, a pesar de que sabía muy bien que ahí dentro se esconde una chica fuerte que puede defenderse sola…

Parecía que él quería seguir hablando, pero ambos sabíamos que él había dicho suficiente. No me di cuenta cuando sucedió, pero pude ver que estábamos mucho más cerca. De hecho nuestros rostros estaban a escasos centímetros uno del otro. Sentí un impulso que no pude frenar, nuestros labios se unieron en un lento y dulce beso. Todo era perfecto, él era perfecto y yo… yo… yo era una maldición. Lagrimas se juntaron en mis ojos, me separe de él y entre corriendo a la casa. Él era demasiado bueno para mí, esto solo había sido un error.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora