Cap. 7:

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Lo mire mientras se volteaba y se alejaba de la casa, acercándose cada vez más al borde de la vereda. Él vio el auto que se aproximaba y espero a que este pasara, pero lo que no vio fue el charco de agua sucia que había al borde de la calle. Al pasar el auto, la rueda paso a gran velocidad sobre este charco y dejo a Daniel totalmente empapado con agua y barro.

Casi caigo de rodillas al piso por la risa que escapo de mi, él se volteo a mirarme por mi ataque de risa. Pareció molestarle que me riera del incidente, pero su gesto cambio de enojado a pícaro de un momento a otro. Y sin que me diera cuenta, él ya estaba junto a mí abrazándome, y embarrándome toda.

        –Nadie se ríe de mí sin sufrir las consecuencias.

Lo empuje y mire el estado de mi ropa, el enojo crecía dentro mío. Pero al mirar enfrente y ver el gracioso gesto de su cara, todo desapareció.

Le empecé a pegar jugando hasta acercarnos otra vez al borde de la vereda, me fije que no viniera ningún auto y “pateando” el agua sucia lo volví a mojar totalmente. Jugamos un rato así, y cuando paramos estábamos llenos de agua, barro, pasto y hojas de árbol. Nos mirábamos el uno al otro, estábamos hechos un desastre.

        –Nadie me molesta sin sufrir las consecuencias –dije imitando su frase amoldada a esta situación.

Él se rio reconociendo su frase. Lo invite a que pasara, sonaría raro pero lo invite a que se duchara. Mientras él lo hacía, puse su ropa a lavar. No era la misma persona con él alrededor. Estaba pasando frente a la puerta del baño cuando Daniel me llama, su voz se notaba un poco incomoda.

        – ¿Alexa? Emm… esa ropa que estaba sucia era la única que tenia…

Ahí caí en la cuenta de que él no tenía con que vestir, y tenía dos opciones. Ir a buscar ropa a su casa, o revolver en la caja de ropa de mi padre y darle algo. No lo iba a dejar esperando al menos unos 20 minutos, así que fui a la habitación de Susan y abrí su armario. En el fondo encontré la caja, agarre un par de pantalones, una camisa y volví frente a la puerta del baño.

Toque la puerta, y Daniel abrió la puerta, llevaba una toalla amarrada en la cintura, dejando ver un marcado abdominal. Tengo que decir que me costó trabajo apartar la mirada, cuando volví mi mirada a su cara vi que él estaba un poco sonrojado y avergonzado. Busque las palabras en mi cabeza, arme la oración para poder hablar con sentido y recién ahí pude decir algo coherente. Su aspecto me había dejado totalmente muda.

        –Encontré esto en la caja de las cosas de mis padres, seguramente te sirva esto. Puedes ir a cambiarte a la habitación de huéspedes, nunca la usamos es hora de que sirva para algo. Yo mientras me estaré bañando.

Le indique en donde estaba la habitación, entre al baño y cerré casi por completo la puerta. Por el espacio que quedaba espié a Daniel, que ya subía las escaleras. Se me seco la boca al ver esa espalda, un calor subió a mis mejillas y termine cerrando la puerta con fuerza. Me avergoncé de lo que estaba haciendo, ¿qué estaba haciendo?

Una vez me termine de duchar, amarre la toalla a mí alrededor y pasando frente al espejo, sin mirarme esta vez, salí del baño. Fui a mi habitación y me cambie. En mi armario no tenía muchas cosas por elegir, y no era que tampoco me interesara demasiado. Tome algunas cosas sin mirar que eran y me las puse.

Daniel estaba sentado en el sillón de la sala, la ropa que le había dado trajo una imagen a mi cabeza. Un hombre pelirrojo discutiendo con Susan. 

Segui bajando las escaleras y me sente junto a él.

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora