Cerré mis ojos para besarlo y por una razón que desconozco volví a abrirlos. El cambio me había dejado confundida, hacia solo segundos estaba abajo junto con Daniel y ahora estaba sola en mi habitación. Mientras miraba al techo lo comprendí, que idiota, eso solo había sido un sueño. Pero había sido tan real, hasta creí haber sentido su respiración golpeando mi rostro.
Me senté en el borde de la cama, ¿cuándo había ido a mi habitación? No recordaba haberme acostado, llevaba la misma ropa del día anterior. Mire la hora, me desperté media hora antes de lo normal para un Jueves, de todos modos me levante. Me saque la ropa que llevaba puesta y la tire a un costado, mas tarde la lavaría, y me metí a la ducha de mi habitación. Como era temprano decidí tomar una ducha algo más larga, necesitaba relajarme con todo lo que si había sucedido ayer. Al salir tome algunas cosas de mi armario y me cambie, una vez preparada, baje hasta la cocina para desayunar con Daniel que seguramente ya estaría abajo.
Y como lo había pensado, él estaba en la cocina terminando de preparar su desayuno. Al escucharme entrar se volteo y me dedico una sonrisa.
–Buenos días, ¿Cómo has dormido?
–Igualmente, y bien, solo que me desperté con los hombros un poco entumecidos. Pero luego de eso bien.
–Eso debe ser de cuando te quedaste dormida en el sillón, paso un rato hasta que me di cuenta y luego te lleve a tu habitación.
– ¿Me quede dormida? Qué vergüenza –solo deseaba no haber roncado o que me sucediera algo como que me cayera saliva de la boca. O peor aún, esperaba no haber hablado dormida.
–No tienes por qué avergonzarte –se volteo a dejar las cosas sobre la mesa, lo ayude– la verdad es que te veías muy tierna –me volvió a sonreír. Sip, definitivamente me estaba volviendo adicta a sus sonrisas– Fue la primera vez que te vi tan relajada, y ¿Cómo decirlo? Inocente, tal vez.
– ¿Inocente en qué sentido? –lo mire levantando una ceja.
–En que, no lo sé, no te veías preocupada por todo, como siempre, eras… como una niña.
– ¿En serio? Si querías adularme tendrías que haber buscado otro término que no fuera ese –me reí.
–Bueno, también te veías muy angelical. Excepto cuando empezaste a hacer gestos y sonreír de la nada.
–No te creo –dije entre incrédula, curiosa y divertida– ¿en serio hice eso mientras dormía?
–Si no me crees tengo un video que lo comprueba –él saco su celular del bolsillo trasero de su pantalón.
– ¿Me filmaste mientras dormía? ¿Qué clase de enfermo eres? –dije en broma y riéndome.
–Uno muy peligroso… ya en serio, te lo muestro y luego si quieres lo elimino y desaparece de la faz de la tierra.
–Me parece bien –me acerque a él y observe la pantalla de su celular. Él comenzó a buscar entre sus videos hasta que al fin llego al más reciente.
Daniel reprodujo el video, dentro de los primeros 20 segundos no sucedía nada, hasta que de repente empecé a sonreír y mover los labios como si hablara. Note que Daniel se aguantaba la risa mientras veía la grabación, yo le pegue sin mucha fuerza y jugando en el estomago. Él se hizo el serio de repente para “disimular”, luego de un rato la grabación termino. Le quite el celular de las manos y borre yo misma el video para asegurarme de que él no se hiciera ningún tipo de copia ni nada del estilo. Seguramente en ese momento yo ya estaba soñando con Daniel y por eso todos esos gestos raros.
Como siempre, el día escolar era aburrido y ya demasiado conocido para mí. Los exámenes importantes ya habían pasado en las semanas pasadas, y ahora en lo que era esta semana no estábamos aprendiendo nada nuevo ya que las vacaciones de mitad de año estaban por comenzar. Así que solo nos dedicamos, en cada materia, a hacer actividades de los últimos temas que habíamos trabajo, nada interesante, para nada interesante, en serio.
Al salir del colegio Daniel me aviso que por la tarde se iría a la casa de sus padres para visitarlos antes de que ellos se fueran de viaje durante las vacaciones. Por lo tanto me quedaría sola y como no tenía nada más que hacer, mientras que él se fue a su casa a almorzar, yo me fui a comprar algún libro ya que el único que tenia, ahora sí que me lo sabía de principio a fin. No tenía ganas de andar leyendo la parte de atrás de muchos libros por lo que directamente le pregunte a la mujer que atendía qué libros tenia de mi escritora favorita. Me termine llevando uno sin saber de que trataba, pero tenía idea de que me gustaría por el simple hecho de estar escrito por Sophie Abbott.
Volví a la casa de Daniel y para cuando llegue, él ya se había ido a casa de sus padres. Me había dejado una notita pegada en el refrigerador confirmando lo que ya me había imaginado al ver que no estaba. Subí a mi habitación, y luego de tomar mi nuevo libro, tire mi mochila a un costado de la habitación y me recosté en la cama. Observe la tapa un rato, como hacía con cada libro nuevo que leía, y lo abrí.
No llegue a leer ni una página cuando el timbre de la casa sonó, refunfuñando deje el libro sobre la cama y baje las escaleras, para entonces ya habían tocado el timbre dos veces más. Corrí a la cocina y tome la llave que Daniel me había dejado, suponía que sería él quien estaba del otro lado de la puerta y que quizás se había olvidado algo. Pero al abrir la puerta él no estaba ahí, en cambio era ella quien estaba ahora frente a mí. Estaba… anonadada, petrificada, confusa, curiosa y hasta el enojo resurgió apenas, ¿qué hacia ella aquí?
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De una manera u otra
Teen FictionEsta es la historia de Alexa, una chica a la que le ha tocado una vida difícil y por lo tanto cree que debe estar sola, para no herir a nadie. Pero con el tiempo descubrirá que uno no elige cuando enamorarse, y que el amor es para todos, que nadie e...