Cap. 23:

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        –Gracias, aunque no tienes por qué ser condescendiente –me acerque a él y lo abrace de costado.

        –Esta bien –me mira y me besa en la cabeza– pero lo decía en serio. No digo cosas que no pienso, me molesta ese tipo de gente de hecho.

        – ¿Así que piensas que soy hermosa?

        –Mas que esta noche si –me reí, él lograba sacarme muchas de esas risas tontas. Y me gustaba que fuera así.

Desconozco por qué, pero sentía que debía besarle en la mejilla. Pero no pensé en nuestra diferencia de altura, así que termine besándole el cuello y cuando me di cuenta me puse totalmente colorada. Él se quedo tieso unos segundos pero luego me soltó del abrazo y se puso frente a mí, logrando tapar la luz de la luna que entraba por el vidrio. Con sus manos me agarro los brazos y me acerco a él para besarme.

¿Los besos eran siempre tan alucinantes o era solo él? Por Dios, esos labios… Él soltó mis brazos, dejando que pudiera pasarlos con detrás de su cuello, y él coloco los suyos rodeando mi cintura. Con mis manos acariciaba su corto cabello, y a la vez lo empujaba levemente para intensificar ese tan perfecto beso. Nos separamos y respire hondo, no me había dado cuenta de que me faltaba el aire y ambos reímos al darnos cuenta de que al otro también le faltaba el aire por el prolongado beso.

        – ¿Ese fue el beso de despedida? –dije mientras acariciaba su rostro, solo él era capaz de hacerme actuar de esta manera, como siempre.

        –Yo creo que fue más un beso de “hasta pronto”, porque no voy a permitir que este sea el último beso que nos demos. Me gustas, y cuando vuelvas de este viaje me gustaría que tratáramos de tener algo ¿qué dices? –que de repente me dijera todo eso me había dejado sinceramente sorprendida, no solo por el hecho de que él me estuviera confesando que sentía algo por mí, sino también por el hecho de que él parecía bastante tímido con respecto al tema de confesar sentimientos.

        –Bien –dije decidida a abrirme un poco más a él, el se acababa de confesar y merecía que le demostrara mis sentimientos– me parece una buena idea –le di un corto beso– ¿Qué más puedo decir? Tú… tú también me gustas. Y esto es difícil para mí decir, ya sabes, esto de hablar sobre lo que siento y todo…

Él evito que siguiera hablando ya que volvió a besarme, sentía que me derretía en sus brazos. No, en serio, las piernas literalmente me temblaban y sentía que en cualquier momento me caía sentada de trasero al suelo.

        –Dicen que una mirada vale más que mil palabras, bueno, en este caso vendría a ser un beso el que vale más que mil palabras. Tú me entiendes.

        –Si, aunque quizás ambos tendríamos que dejar de hablar tanto –dije mordiéndome el labio. Fue una indirecta, bastante directa debo decir, para que me siguiera besando. No sé de donde saque ese “valor” para decirle eso, aunque fuera muy tonto, para mí era mucho ya que nunca siquiera pensé en pedirle a alguien que me besara.

Él sonrió y no volvimos a hablar hasta dentro de un largo rato, estábamos recostados en su cama pero en ningún momento llegamos a mayores que besos. Debo decir que la mayoría no eran besos inocentes, pero al saber que yo no me sentía preparada para tener tanta intimidad, él lo dejo hasta ahí. Me sentía feliz sabiendo que él era capaz de comprenderme y que me apoyara en que siempre hiciese lo que yo sentía correcto, más cuando se trataba de mi cuerpo. Él era… simplemente perfecto.

Estábamos recostados y abrazados, tenía mi cabeza apoyada en su pecho que se movía levemente con su respiración. Era mucho más relajante de lo que podría siquiera haber tenido en mente, tenia sueño, pero no quería arruinar ese momento. Quién sabe hasta cuando volvería a estar así junto con Daniel.

        –Tendrías que estar durmiendo ya, ¿no te parece? Mañana te tienes que levantar bastante temprano, y te espera un largo día.

        –Si pero no tengo sueñ… –un involuntario bostezo me delato, haciendo que Daniel se riera por la negativa de mi cuerpo ante lo que había dicho.

        –Yo creo que sí. Vamos, que mañana por la mañana seguiré aquí.

        –Pero…

        –Nada de peros –me interrumpió– además ya lo dijimos, no perderemos el contacto durante este tiempo.

        –Lo sé, pero por favor, hablar contigo por teléfono no se comparará en nada con como estamos ahora.

        –Lo sé… Bueno pero yo voy a dormir, así que si te quieres quedar despierta, lo harás sola –luego me susurro al oído– por cierto, eso es solo una táctica para obligarte a dormir –y me beso en la mejilla. Me reí, y decidí hacerle caso, así que cerré los ojos y me abandone al sueño. Sintiendo por ultimo los latidos de Daniel.

Me desperté ya de mañana con el molesto sonido del despertador, aunque al abrir los ojos todo el panorama de un día aburrido mejoro al ver que tenia frente a mí a un Daniel sin camisa que me sonreía con ternura. Por lo menos esta vez lo ocurrido no había formado parte de un sueño, aunque de todos modos habría sido el mejor sueño…

De una manera u otraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora