Capítulo| 48

3 1 0
                                    

Jacob.

Jodida mierda.

Me encuentro entre la espada y la pared. Se supone que volvería a ayudar a Emmy en conseguir esa firma por el bien de la salud de su papá, pero sin que nadie se enterara. No entiendo quién carajos se creyó el otro idiota para venir a afrentarme de esa manera y peor aún contarle lo que escuchó.

Ahora, gracias al tipo ese, Charlotte se está creando un cuento en su hermosa cabecita. Camino tras de ella quién ni siquiera me dirige una mirada para ver si voy o no tras de ella. Le doy al botón del coche para que se pueda montar y cuando lo hace se encarga de mostrar su enfado cerrando con un poco más de fuerza la puerta. Suspiro profundamente porque no quiero pelear con ella por Emmy, es sólo una amiga, ya eso está más que claro. En cambio, ella es mi novia, no debería dudar de mí a la primera; aunque dijo que me cree. Eso al menos es un paso.

¿Cómo pasamos de un estupendo despertar a esto?

–¿A dónde vamos? –le pregunto encendiendo el coche.

–A mi casa, con suerte y mis padres no están.

Asiento sin decir nada más y emprendo mi camino. En cinco minutos estamos en su casa; estaciono el auto a un costado de ésta, de manera que no quede atravesado o interrumpa el estacionamiento de otro vehículo.

Ella baja en silencio y abre la puerta. Al entrar veo que no tuvimos tanta suerte ya que sus padres se encuentran en el mueble principal sentados viendo un programa en el televisor; al oír la puerta ambos se voltean hacia nosotros.

–Hola, amor –saluda su padre.

–¿Cómo la pasaste, querida? –y esa su madre.

–Hola –saluda mi chica acerándose a ellos para darles un beso a la mejilla de ambos–. Estuvo bien, ya luego les muestro las fotos.

–Lo sentimos por haber llegado tarde ayer –se disculpa su padre–. Queríamos tomarte una foto antes de que salieras de casa, pero nos llamaron de urgencia en el trabajo y...

–Sí, tranquilos, entiendo –le resta importancia con una sonrisa triste–. Tuvieron que ir, porque era muy importante. Como todas las reuniones.

–Gracias por entender hija –su mamá le sonríe y yo ruedo los ojos. ¿Cómo es posible que no se dé cuenta que le respondió con sarcasmo?

–Bien, sigan en lo suyo –dice comenzando a alejarse para subir a su habitación–. Jacob y yo estaremos arriba.

En ese momento ambos se giran en mi dirección y yo los saludo sólo con un movimiento de cabeza antes de seguir a mi chica por las escaleras. Llegamos y ella se hace a un lado para que yo pueda entrar; está exactamente igual a cómo la recordaba. Excepto por los dibujos que antes estaban en la pared, ahora solo hay unos cuantos, pero no es algo relevante en estos momentos. Miro a Charlotte quién se encuentra arreglando el vestido en su funda y los tacones en el armario. Logro divisar como disimuladamente coloca mi camisa en el cesto de la ropa sucia y sonrío.

–¿Te vas a quedar ahí parado? –pregunta mirándome y hasta ese momento no me había dado cuenta de que no moví un pelo desde que entre.

–No –respondo sentándome a un costado de la cama.

–¿Y bien? –pregunta sentándose a mi lado, no sé ni por dónde comenzar. Por un lado, no quiero decirle completamente la verdad porque eso sería fallarle de alguna manera a Emmy y ella es mi amiga, y, por otro lado, no quiero mentirle a Charlotte porque eso sería colocar en riesgo mi relación y no puedo permitir eso.

Exhalo con desesperación y luego la miro fijamente. No me gusta que esté tan calmada; prefiero mil veces que me grite o algo, pero sé que ella no es de esas dramáticas, ella oye y si lo cree lo suficientemente real lo deja pasar y sino el cuento es otro. Eso creo.

Simplemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora