Una hora después, Jake sigue sin aparecer. No me quiero preocupar, pero tengo un raro presentimiento.
Ya todos decidieron irse a dormir, no querían dejarme sola, pero les pedí tiempo con la excusa de que leería el diario de Patricia, digo, de mamá. No es como que no lo vaya leer, solo que ese día no será hoy.
Me termino de colocar la sudadera de Jake y salgo sigilosamente del cuarto mirando hacía ambos lados para verificar que no hay nadie cerca, y salgo a la cocina, para poder salir por la parte trasera de la casa y así nadie me oiga.
He intentado llamarlo, y cada vez que lo hago no contesta o suena ocupado, y nada de esto me da buena espina, aparte de que no estuvo aquí conmigo desde que llegamos del restaurant. Y cómo no sé nada de él decidí ir a buscarlo cuando todos durmieran.
Abro con delicadeza la puerta corrediza que da a la playa y salgo cerrando tras de mí, el frío en mis piernas me hace colocar la piel de gallina y me golpeo mentalmente por haberme puesto short y no algo más abrigado.
Camino rodeando la casa y miro en ambas direcciones, no hay nadie, ni un alma en pena. De repente siento como si esto fuera una locura, pero no lo puedo evitar, necesito saber que Jacob está bien. Sin pensarlo mucho empiezo a caminar por el sendero derecho, que es el que usualmente utilizamos para ir a los clubes y demás.
Miro tras de mí cuando oigo pisadas y siento mi corazón acelerarse al ver dos figuras masculinas con capucha seguirme. Mis manos empiezan a sudar y camino más rápido que antes viendo a los lados por si alguien se encuentra cerca, pero nada.
Volteo nuevamente y me detengo cuando no veo a nadie. ¿Lo soñé? Sacudo mi cabeza y cuando voy a seguir caminado una mano me tapa la boca amortiguando mí grito, comienzo a patalear, pero hala de mí hacía una pared detrás de unos contenedores y luego me suelta.
–¡Suéltenme! ¡Les daré todo se los juro! Por favor no me hagan daño... –empiezo a rogar sintiendo que en el cualquier momento me voy a desmayar del miedo, pero me quedo callada al oír dos carcajadas demasiado conocidas.
–Joder, no grites, pequeña –murmura Jaiden entre risas.
–¿Jai-Jai? –frunzo el ceño cuando se quita la capucha. Miro al otro y me cruzo de brazos molesta al ver a Nial–. ¿Qué diablos les ocurre? ¿Por qué me asustan así?
–Lo siento, pequeña. Estábamos en la playa cuando saliste como una criminal de la casa he intentamos seguirte sin ser descubiertos, pero a Nial se le ocurrió darte un pequeño susto por salir sola a estas horas.
Alzo una ceja en dirección a Nial y me cruzo de brazos.
–¿Te pareció gracioso?
–No tienes idea –sonríe como un niño pequeño que acaba de cometer una travesura y suspiro.
–Bien, ¿Y para qué me siguieron? –pregunto–. Es más, ¿Qué hacían en la playa a esta hora? Yo los vi entrar en... oh.
Me interrumpo a mí misma al detallarlos mejor y ver como a Jaiden se le tiñen las mejillas de rojo y Nial me mira incómodo.
–¿Ustedes...? –ambos asienten lentamente como si estuvieran midiendo mi reacción–. ¿Desde cuándo?
–Hace unos meses –murmura Nial y se muerde el labio–. ¿Te molesta que...?
–Oh, no no, para nada –gesticulo con las manos–. ¿Son felices?
–Sí –responde inmediatamente Jaiden.
–Bueno, entonces no tengo nada más que decir –sonrío–. Mientras no se hagan daño y sean felices juntos, me parece perfecto.
–Gracias, no sabes el peso que nos quitas de encima –dice Nial y se acerca para abrazarme.
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Simplemente tú
Teen Fiction~Y cuando mejor te va, es cuando más cuidado debes tener~ La vida da más vueltas de las que esperábamos, si no preguntenle a Charlotte, una chica la cual a crecido creyendo que las personas a las que ama nunca le mienten. Pero lo que ella no sabe es...