Capítulo| 25

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Luego de esa conversación entre ambos, bromeamos un poco y nos hacemos preguntas al azar, nada muy profundo, pero igual de importante.

A Jake le entra una llamada de Emmy y esa era claramente una invitación a irme. Mientras habla en la cocina con ella, agarro mi bolso y me dirijo a la puerta.

—¿A dónde vas? —oigo a mis espaldas y me giro.

—Tengo que hacer algo importante —digo y el asiente.

Se acerca he intenta darme un beso que logro esquivar disimuladamente colocando mi mejilla. No me gustaría llegar tan rápido al cielo y luego no saber que tan duro sea el golpe, prefiero esperar un poco y no confundirme luego.

Jacob me mira con el ceño brevemente fruncido y yo sonrio intentando aliviar un poco la tensión y le devuelvo el beso en la mejilla.

—Hablamos luego, Jake —digo y salgo escuchando un vago “Adiós" de sus labios.

De camino a casa llamo a Matthew. Un tono... Dos... Tres...

Hola, bonita —oigo al otro lado.

—Hola Matthew —saludo y sonrio—. ¿Ya estás listo?

—Te estoy esperando en las escaleras de tu casa.

—Lo siento, lo siento —me disculpo apenada—. Ya voy llegando Matt.

—Tranquila bonita, te espero —dice y cuelgo.

Se me paso volando el tiempo con Jacob. Estaciono el auto frente a casa y observo a Matt venir trotando hasta acá. Si no comenzara a sentir cosas locas cuando me encuentro con Jake, muy fácilmente saldría con Matthew, es lindo, guapo, inteligente y está bueno, muy bueno.

—¿Listo? —pregunto cuando se abrocha el cinturón.

—Siempre bonita —me guiña un ojo y sonrio rodando los míos.

                            ******

—¿Por qué me trajiste a las afueras de la ciudad? —pregunta Matt cuando nos bajamos del auto para entrar a la cafetería de una cuadra antes del sitio acordado. No quería contarle la historia completa a Matt aún, así que él sólo se va a quedar aquí mientras yo voy arreglar este problema—. Te dije que si lo que querías era raptarme no hubiera puesto objeción alguna, bonita.

—Por quinta vez —ruedo los ojos—. No quería raptarte Matthew, no te creas tan irresistible. Sólo me acompañas, te quedas aquí hasta que yo vuelva y nos vamos, ya está.

—¿Y qué es lo que vas hacer? —pregunta claramente confundido.

—A resolver un pequeño problema —digo desviando la mirada hacia la puerta donde suena la campana indicando que alguien está entrando—. ¿Qué rayos...?

Ahora si estoy más que impresionada, ¿Qué demonios hacen aquí, en las afueras de la ciudad y a esta hora, Jacob junto a Emmy? Matt se voltea a la puerta y luego me mira con un poco de asombro, que luego se desvanece para darle paso a la total indiferencia.

—Te lo dije bonita, ellos están en modo reconciliación —dice y se encoge de hombros. No puedo creerlo, si tan solo temprano estaba conmigo, confiando algo íntimo de él a mí, abrazándome y bromeando de la vida. Sé que no somos nada y tal vez estoy teniendo un pequeño ataque de celos sin razón pero ¿por qué, al menos, no pudo esperar a salir con ella mañana? Que estúpida soy.

—Ya veo —respondo luego de un rato—. Ya tengo que ir. Ya sabes estoy en la cafeteria de una cuadra, si no vuelvo en una hora vas por mí ¿Okay?

—Joder Charlotte, hablas como si fueras a robar algo o peor aún como si te fueran a matar —dice serio y con clara preocupación.

—Tranquilo, no es nada malo —o eso espero.

—Ve con cuidado, bonita —dice, me levanto y le beso la mejilla—. Te estaré esperando aquí.

—Gracias —digo y comienzo alejarme.

Como el destino o la cabra loca que guía los hilos de la vida me odian, tengo que pasar justamente por la mesa donde ellos se encuentran. Intento parecer lo más serena posible porque no somos nada y no me tiene que explicar nada.

Claramente al estar casi cerca de la mesa, Jacob se da cuenta de mi presencia ya que Emmy se encuentra de espaldas.

—¿Charlotte? — su cara pasa del asombro a la confusión y luego a una que no sabría explicar. Yo me limitó asentir con una media sonrisa y salgo lo más rápido que puedo intentando no parecer una loca.

Mi mente divaga entre una de esas escenas que vi en tantas películas donde la chica ve a su crush con otra y él al darse cuenta de que ella salió del lugar la persigue, le declara su amor y ¡ZAS! El beso mágico.

Pero la realidad es otra. En mi realidad, él no es mi crush, yo soy la estúpida que empieza a sentir cosas que ni siquiera son claras. La qué lo vio en modo reconciliación con su ex y a la cuál él no hizo ni el mínimo esfuerzo en venir a buscar.

Que ilusa puedes llegar a ser Charlotte.

Suspiro y emprendo mi caminata a la cafeteria. Al entrar miro a mi alrededor. Claramente no es un sitio muy acogedor que se diga, ya entiendo porque el otro queda a tan solo una cuadra y estaba casi lleno, esto parece más bien un sótano que no se limpia desde un buen tiempo. Busco con la mirada a la mujer que yo supongo es la que me escribió y no hay rastro de ninguna mujer, solo se encuentra un señor de barba detrás de la barra y dos clientes hombres en lo largo de ésta.

Busco una mesa cercana a la puerta por si algo sucede tener una vía de escape a mano. Luego de unos minutos entra una mujer para nada desaliñada. Posee un vestido color verde militar ajustado al cuerpo justo hasta un poco masa bajo de la rodilla, junto a unos tacones de aguja negros, su cabello castaño hasta sus caderas se me hace conocido pero... ¿De dónde? Al girar en mi camino lo que más estupefacta me deja son sus ojos, sus dos grandes e inexpresivos ojos grises que me miran fijamente de arriba abajo, y luego vuelve a mis ojos. Seria imposible no quedarse hipnotizado con su belleza, está -diría yo-, finalizando sus mejores treinta. Cuando llega a mí se ubica al frente y no habla, solo me observa haciendo que me sienta un poco incómoda, así que decido hablar.

—¿Quién eres? —pregunto directamente.

—Tú mejor que nadie lo sabes —dice y yo la miro asombrada ¿la conozco? Su voz se me hace más familiar en persona que mediante llamadas, pero no creo haberla visto en la vida.

—¿Dónde está mi padre? —intento con la pregunta que me come por dentro.

—Trabajando en estos momentos, cariño —desde que llegó habla con un tono de voz calmado, como si hablara con una niña que no sabe de la vida. Entrecierro mis ojos en su dirección—. Tranquila, no le hice nada, no soy la mala del cuento.

—¿De qué habla? —pregunto ahora confundida—. No tiene a mi padre, ¿cierto? Todo esto es una broma de mal gusto —ella solo se limita a mirarme sin articular palabra—. ¡Habla por Dios! —golpeo la mesa levantandome—. No se quién eres, no se que haces aquí o por qué hiciste que viniera, pero visto que no tienes a mi padre, ya no me importa —me volteo y cuando voy a emprender mi viaje, sujeta mi muñeca.

—Solo calma —pide—. Por favor, solo espera un momento a que ella también llegue y tendrás todas tus respuestas —la miro con recelo. No puedo confiar en alguien que no conozco y mucho menos esperar a que otra persona llegue, pero al ver sus ojos sólo veo emociones que no sabría explicar—. Por favor...

Miro hacia mi brazo y no me había dado cuenta de que aún no me suelta, pero más allá de sentirme intimidada o con miedo, siento familiaridad, es como si en algún momento de mi vida ya hubiera estado en sus brazos. Ella dirige su mirada a mi brazo e inmediatamente me suelta, y yo me vuelvo a sentar al frente.

Esperare sólo porque quiero mis respuestas...

Simplemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora