Capítulo 38: Es solo es un juego

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-¿Te puedo preguntar algo? -le digo al rubio mientras él seguía acariciando mi mejilla.

-Lo que sea...

-¿Cómo es la relación que llevas con Fernando?

El rubio se aclara la garganta mientras se acomoda en la cama y con eso me levanto de su pecho para no incomodarlo.

-¿A qué te refieres?

El rubio estaba sentado con la espalda en el cabezal mientras yo estaba sentado diagonal a él, ambos estábamos desnudos en esos momentos, pues había pasado la noche con él.

-Lo digo porque eres muy unido a él... ¿No?

-Sam... creo que todos tenemos historias, y tú debes tener tus secretos, así como yo tengo los míos, así mismo como compartimos este secreto juntos... -dice lo último refiriéndose a nosotros en esos momentos.

Esta vez para dejar de estar tan separados me vuelvo acercar a su pecho mirándolo a los ojos, y él esta vez repasaba mi cabello con sus dedos.

-¿No puedo saber? -le pregunto, para no incomodarlo.

-Sí claro... solo que es algo que pocos saben... pero antes de contártelo quiero saber algo.

Me acerco para darle un beso en los labios, que él respondió sin ninguna objeción, y eso me gustaba del rubio, no cuestionamos nada de esos comportamientos.

-Dime... ¿Qué quieres saber tú?

-¿Por qué te interesa saberlo? -me pregunta el chico de ojos azules.

-No sé... me generó bastante duda desde los primeros días, el trato y respeto que él siente por ti, así como tú por él...

Pero esta vez el rubio me toma desprevenido, poniendo sus manos en mi espalda levantándose, mientras me acostaba y él quedando arriba de mí, sus labios estaban bastante cerca de los míos y ninguno dejó pasar la oportunidad de volvernos a besar.

-Fernando para mí es como el padre que nunca tuve... -nos separamos unos momentos para estar un poco cómodos hablando. -De pequeño soporte muy malos tratos por parte del hombre que se hace llamar mi padre, ¿Recuerdas el hombre mayor que nos encontramos el día que estuvimos en el retiro? -asiento con la cabeza, para que siga hablando sin interrumpirlo. -Es él...

Lo decía en voz baja, aunque realmente hablábamos en voz baja, esta vez era diferente pues se notaba un poco de nostalgia en su voz, y yo no sabía cómo reaccionar ante eso, así que paso mi mano por su cabello para acariciarlo y con eso acercarlo más a mi y me besara de nuevo, pero este beso era diferente para los dos, era un beso lento, donde la lujuria no cabía allí, como cuando conectas tu alma con alguien más por medio de un acto tan simple y sincero.

-¿Por qué siento que aún falta algo?

-¿De verdad quieres saberlo? -pregunta el rubio mientras yo asiento con la cabeza sin perder un segundo. -Mi vida era muy diferente a lo que es ahora... Tu decías que era perfecta... Quizá un poco ahora, porque antes no lo fue.

Con eso se aclara la garganta y se acomoda un poco, así que me levanto un poco para no incomodarlo y apoyo mi cabeza en mi mano izquierda y seguir mirándolo, así que el rubio se voltea igual para mirarme de nuevo el rostro.

-Ese señor se llama Javier... y como pudiste darte cuenta es un poco más mayor que mi madre... la madre de mi madre murió muy joven y la dejo a cargo de sus tíos y ellos la obligaron a trabajar desde joven, y con eso también le buscaron un matrimonio, y fue a ser ese señor, de los hombres más machistas que puedes conocer, donde dejaba a mi madre encerrada mientras él trabajaba y se gastaba muchas veces el dinero en licor y demás mujeres, no vivamos en un piso, eran pequeñas habitaciones , donde solo cabía una cama y su cocina... nos dejaba muchas veces allí encerrados, no sabíamos a veces cuando era la hora de comer o la cena, porque casi no veíamos la luz del sol...

No Quería Decir AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora