Quizá estaba bravo con el mundo, quizá todo a mi alrededor alimentaba a que creciera más ese sentimiento dentro de mi.
¿Estaba bien que estuviera así? Por más que tratara de averiguar de dónde salía aquel sentimiento, no encontraba una sola razón, quizá también era culpa mía con querer arreglar mi vida a la ligera que hacía que me causara varias confusiones y por querer arreglar las cosas... explotaba.
La noche pasada Leonardo me había traído a casa y Charlotte se había quedado con Oliver, pero al día siguiente tuve que hablar con ella, se mostró un poco molesta con mi comportamiento, e igual que yo estuvo de acuerdo que me disculpara con ambos.
Leonardo pasaría por el apartamento esa tarde y pensaba disculparme con él, casi no demoraba en llegar, así que ya estaba casi listo para recibirlo, no tenía ningún discurso preparado, ni nada por el estilo solo esperaba que las cosas fueran fluyendo.
Me había encerrado completamente en mí mismo, no me estaba abriendo por completo, quizá me sentía aún un poco perdido, quizá era yo mismo el culpable de todo aquello... ¿Tenía Oliver razón que cada vez estaba a la defensiva con él? ¿Tenía razón Leonardo en que aun solo tenía a Jaden en mí?
Me estaba haciendo de nuevo un mar de pensamientos hasta que me despiertan de allí cuando unos pequeños golpecitos en mi puerta me llaman la atención, así que mejor me levanto y me aclaro rápidamente mi cabeza, porque no eran dudas que querían que me estuvieran abordando junto con Leonardo.
Me asomo rápido por el ojillo de la puerta para comprobar quién era, y ver al pelinegro allí vestido de ropa casual, recostado en la pared esperando, me hizo bien.
Saben que es raro... él me llama la atención, es lindo, sí, es atento, quizá si tiene varias cosas que podría pedir, pero más allá de pedir... aún no conocía bastante de él, pues también me había demostrado unas actitudes diferentes, pero sin embargo allí estaba, tratando de buscarle alguna otra forma de que siga allí conmigo, pues había sido una de las primeras personas que se acercó a mi, cuando era un desconocido aquí.
Al abrir la puerta el pelinegro alzó la cabeza para mirarme directo a los ojos, y yo le regalo una pequeña sonrisa, mientras le abro la puerta por completo para que pueda pasar dentro.
-Hola... -le digo.
-Hola, no... no quiero pasar, estaba pensando si mejor salíamos a dar una vuelta, escuche que hay una feria cerca... claro si quieres dar una vuelta.
-Oh! No había pensado en salir, pero si no está mal, podría ir así.
Lo digo mientras miro cómo iba vestido esa vez, llevaba una sudadera junto con un buzo e iba con una medias puestas.
-Claro, pero tendrías que llevar alguna chaqueta y... ponerte unos zapatos.
Le sonrió esta vez y lo dejó allí para ir a buscar unos tenis que ponerme y una chaqueta ligera, pues el frío también se estaba intensificando de a poco, así que no demoró mucho en hacerlo, y cuando salgo que me estaba terminando de poner una chaqueta marrón Leonardo estaba mirando la pequeña flor que me había regalado la noche pasada, que estaba sobre el comedor, en un pequeño vaso de agua.
-¿Te gusta? -lo pregunta cuando nota mi presencia cerca de él.
-Sí.
-Pensé que podría ser una bobada para ti.
-No, no lo fue, me gustan esos pequeños detalles, pueden ser tontos... y quizá solo lo hagan los tontos...
-Oye! ¿Me estas llamando tonto?
Lo dice mientras vamos saliendo por la puerta para llamar al ascensor.
-¿Qué? No, si no te das cuenta, también lo hago por mi mismo.
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No Quería Decir Adiós
Roman pour AdolescentsQuizá no todo era tan bueno como creemos, pero... Quizá podamos aprender a darnos una oportunidad después de una gran caída, porque todo esto lo he aprendido. Unos ojos verdes que olvidamos, y unos azules que conocemos. Quizá sí te quiero... o te am...