Capítulo 24: Te lo cambio por un beso

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Leonardo me ayudó a subir con mi maletín y me preguntó cómo me había ido aquel día, y sentía bien, me sentía en paz conmigo mismo, verlo a él, ver su sonrisa me había hecho reiniciar lo que quedaba de mí día.

Al abrir la puerta del apartamento, me sentí de nuevo feliz, allí era mi lugar, allí me podía refugiar.

Lo primero que hago es pasar a la cocina para poder poner la pequeña flor en el agua, y allí también llega Leonardo y me toma por mi espalda para que lo mirara a las cara.

-¿Cómo estuvo tu día?

-Estuvo muy bien, quiero ducharme un poco, para poder quitarme todo lo que pase por el día encima de mi.

-¿Otra vez te estuvo molestando el rubio? -pregunta Leonardo, y creo que para él era un poco obvio a quien me refería.

-Otra vez tuvimos un mal entendido, pero también sabes como es...

Y con eso Leonardo se acercó para darme un beso pero yo me aleje de él en esos momentos, más como por instinto, que por no quererlo hacerlo, o no sabía si exactamente quería en esos momentos.

-¿Qué pasa? -pregunta el pelinegro.

-Nada... solo que de verdad quiero primero bañarme por favor.

Así que para zafarme de su abrazo, llevo mis brazos a mi pecho para poder apartar sus brazos de mi alrededor y quitarme de su lado.

-Vale, ve y te das un duchazo, yo prepararé la cena.

Asiento con la cabeza y le regaló una sonrisa para salir de la cocina e ir rápido al baño del cuarto principal, ¿Estaba mal lo que había hecho? Él era buena persona conmigo y yo solo trataba de rechazarlo... quizá era lo último que había vivido con Oliver que me generaba eso, pues todo me indispuso un poco.

Había prometido que no iba a indisponer a Leonardo y era lo primero que había hecho. Me miré rápidamente en el espejo del baño, repase mi cuerpo desnudo por unos momentos, hasta que no quise ver más allá, y me metí a bañar, deje que el agua se llevará todo lo maluco de aquel día y me dejará un pequeño y nuevo comienzo.

Al salir del baño me puse ropa mucho más cómoda y salí a la sala principal donde estaba ubicada ya la cena que Leonardo había preparado para los dos, era una gran ensalada con un pedazo de pollo.

No me incomodaba, también él me había comenzado a instruir a comer un poco más sano, pero también de vez en cuando, nos escapábamos a un McDonald por unas hamburguesas, me senté donde al parecer sería mi plato y espere que terminará de acomodar la mesa.

Y una vez se sentó frente a mí, una pequeña sonrisa brotó de sus labios, y los repasé unos segundos, en general lo miré, como si lo hubiera visto por primera vez ese día y eso me hizo bien, pues también le sonreí.

-¿Espero te guste?

-Sabes que sí...

Comenzamos a comer y realmente mi estomago y cabeza lo necesitaba, necesitaba también tomar un poco de fuerzas, gran parte de la cena nos la pasamos callados, pero de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y este seguía con su sonrisa tonta, y eso a mi me ponía un nervioso, por no nombrar que la sangre subía a mis mejillas.

Hablamos un poco de como fue mi día y qué estuvo haciendo él en su tiempo libre, y de allí los dos levantamos nuestros platos para llevarlos a la cocina y los puse en la máquina de lavaplatos junto con él, estaba sentado en todo el mesón de la cocina.

-Hoy te ves diferente... -dice Leonardo rompiendo un poco también el silencio.

-¿En qué?

-No sé exactamente, pero hoy yo te veo diferente.

No Quería Decir AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora